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lunes, 29 de junio de 2009

••Capitulo 62••


-¿Qué vas a hacer?- preguntó.
-Querrás decir ¿Qué vamos a hacer?- le corregí. -Podríamos aprovechar los minutos que nos quedan de vida- sugerí.
-Tienes razón- sus labios capturaron mi labio inferior, mientras sus manos cogieron mi rostro, mis ojos se revinieron y mis músculos crispados se destensaban… Abrí los ojos con su cara aún sobre la mía, saboreando mis labios que todavía se movían jugueteando con los de él.
-Déjame- pronuncié con dificultad ya que no dejaba de besucarme, sentía como me succionaba con placer, entretanto yo bazucaba las manos. -Ya fue mucho- dije y empujé su pecho.
-Yo citaba el término para… no se… idear nuestro testamento, no ese tipo de aprovechamiento- regañe ludiendo con aversión mis labios húmedos.
-Deberías ser mas clara con tus palabras- carcajeó.
Enarqué una ceja.
-Se escucho detrás de esta puerta- escuché del otro lado, Allison estaba programada para rastrear a su novio y lo hacía tan bien que podría haber conseguido un empleo en una Central de Bomberos o Policías para identificar personas con dos sentidos útiles: El olfato y la audición.
Alcé los hombros, rechinando los dientes, se me iluminó la mente con una idea tan estúpida que dudaba de su efectividad: Chillé como un ratón, pegué la lengua a mi paladar y reproducí un sonido gutural, semejante al de esos roedores y con las uñas golpeé la puerta como si las patitas la golpearan. La mueca lerda de Joe no discernía.
-Allison, son solo ratas- Jason había sido el primer pájaro matado de un tiro.
-¿Ves?- farfullé a Joe para que este entendiera la razón de mis sonidos.
Afirmó con la cabeza.
-Es que yo escuché voces, gritos, reclamos- dijo ella sin desistencia, rectificando Allison no era tan tonta como creía.
-¿No te haz dado cuenta de algo?- le preguntó Jason.
-No… ¿Qué?-
-Es el salón 112, donde se dice… ha habido testimonios que aseguran que vieron el fantasma de Christine, esa chica que se ahorcó en 1998 y que cuentan su espíritu ronda todavía dentro de ese salón- contó, su tono pareció bastante macabro, pero no mas que estar bajo las garras de la noviecilla de Joseph.
-¡Ay Jason!... no me digas que a tu edad crees en esas tonterías… Sería más coherente que creyeras que (Tn) y Joe están juntos en este momento… Mejor me voy a buscar a otra parte, ¡Odio escuchar tus historias sacadas de un libro “De terror”!- sus zapatillas sonaron en el azulejo del piso.
-¡Espérame!- gritó Jason sus pasos también se excluyeron, suspiré apaciguada, recargando mi espalda en la puerta…

Una risa repentina me aplomó. -¡Jason! Es tan gracioso, ¡Es un loco! ¡Claro! ¡Aquí vive un fantasma!- me burlé irónica. -Uuu… Se va a aparecer-
-Dicen que es cierto- aseveró Joe.
-¡Tú también!... ¡estas zafado! ¡Se te aflojó el tornillo! ¿Verdad?-
-Yo solo aseguro lo que muchos han dicho, salen con el rostro tan pálido como las canas de la Maestra Parker- bromeó.
-Ash… sigue siendo un mocoso crédulo, pero yo te voy a quitar esa venda- caminé y me adentré mas en la oscura habitación con la intención de mostrar mi valentía y madurez. -Puedo pararme aquí, ¿Y que pasa?... Nada- de pronto un frío rozó mi piel, pero con desinterés me clavé al suelo.
-(Tn)… algo se movió ahí- apuntó con el dedo por encima de mi hombro desde su posición a cinco metros de mi.
-Sí Joe, no estoy jugando y esta vez no voy a caer-
-Es enserio- dijo como un gran actor.
Blanqueé los ojos y viré la cabeza a mis espaldas, positivamente algo se movió, afiné mí vista hasta una esquina, de donde oscilaba una cuerda que parecía yacer del techo y extraños crujidos emitía.
Grité y salí corriendo aprisa hasta Joe, que estaba paralizado, jalé de su brazo, y abrí la puerta saliendo con el como un grúa.
-Nunca vuelvo a burlarme de los muertos- enuncié jadeante.
-Espero que hayas aprendido la elección- dijo con la mirada perdida.

Esa vez fue inolvidable, y una muestra de que tal vez no vivimos solos en este mundo, que alguien nos observa y está posiblemente a un lado de nosotros sin notarlo… ¿Protectores o enemigos?...

-Comprobé que la historia es pura verdad- argumentó.
-¿Alguien se suicidó ahí?- inquirí.
-Sí… se guindó, es decir, se quitó la vida, algunos dicen que ella tenía problemas en su familia, su padre era un alcohólico compulsivo y un día ella, Christine presenció como él asesinó a su madre… un gran trauma, no pudo más con esa penuria y pues…- frunció los labios reflexivos, mientras yo lamentaba el recordar que casi atenté contra vida… -Pienso que fue doloroso para ella el ver eso, pero… Ella no podía quitarse la vida por su cuenta, Dios nos la regala y él decide cuando nos la arrebatará… Odio a las personas que hacen eso… ¿Sabes?... a mi me pasó una experiencia así, solo que no era yo el poseído a esta falta de conciencia si no…-

domingo, 28 de junio de 2009

••Capitulo 61••


Inspeccioné mi entorno, pues el efecto de la expectación que emanaban las paredes me amilanaba y su vociferante sonar en cada avance tal como el interpretar una escena terrorífica en la que el silencio era el peor enemigo y el sospechoso, pues este conminaba con la llegada del espectro.
Una acordonada a mi cintura despertó mi miedo, y este ató de mi laringe impidiendo la salida de un alarido de auxilio.
-¿Te asuste?- indagó en un suspiro voluptuoso en mi oído.
Me moví vehemente para soltarme de sus fuertes brazos de acero -Tú que crees- respondí cortante. -Me estabas espiando ¿Verdad?-
-Puede ser- pausó -Pero imposible no hacerlo desde que llegaste- contestó con la misma tonada que arrullaba a mis parpados.
Sus brazos se distendieron y dieron una rotación a mi anatomía manipulable, ahora arrostrándonos con el boceto a una cómplice sonrisa aparente.
Sus pupilas recorrieron mi figura. -A medida que avanza la noche descubro tu plan: Primero. Te vistes así… tan… hermosa. Segundo. Vienes con mi mejor amigo. Tercero. Te atreviste a encararme hace un rato. Cuarto. Bailas con mi mejor amigo. ¿Ahora que sigue?... ¿Sabes? si tu propósito es ponerme celoso, lo estas logrando, soy un perdedor- me quedé boquiabierta, mi plan no era ninguno, pero su sinceridad al explicarme que era lo que le ocurría, era un ingrediente añadido a mi receta, ese que le daba sazón, pero faltaba el más importante, que sin este no tendría el sentido el platillo, era como una pizza sin catsup, una hamburguesa sin pan […] De nuevo ese fantasma que poseía a mi ser en constantes ocasiones, volvía a hacer acto de presencia, entraba por mi cuerpo y manejaba mis partes corporales, solo que esta vez fue paciente y esperó que Joseph diera el primer paso, para después llevarme a un descontrol.
Sus labios acariciaban los míos sin perder ese piquete de excitación y la creencia de que sería la última vez en que nos besaríamos, sus manos subían y bajaban por mis costados, mis brazos rodearon su cuello, los torpes pasos que dábamos hicieron chocar a mi cuerpo contra una pared con una ventaja, el interponerme entre una capa sólida me daba la posibilidad a un mejor equilibrio, ya que mi pierna por instinto se flexionaba por debajo de su ingle.
Su mano se hundió en mi cabello y lo apartó para ampliar el terreno de mi cuello que ya era devorado por su carnosidad hasta topar con mi clavícula descubierta por la hechura del vestido y siguiendo un camino hasta mi hombro, mientras yo tiraba de mi cabeza hacia atrás entornando los ojos y lanzando queditos gemidos.

-¡Tienen que estar aquí!- escuchamos gritar, grito proveniente de la chirriante voz de Allison.
-Allison, ¿Qué te hace pensar eso?- la voz de Jason hizo que nos miráramos espantados, y que ese deseo de besarnos se esfumara, Joe abrió una puerta para ocultarnos, pues las voces se acercaban.
-¡Eres tan tonto! ¿Cómo es que aún no te haz dado cuenta que esos dos nos están engañando? ¡Claro! ¡Nos hacen creer que no se soportan cuando en el fondo se aman con locura! Si te digo que los vi besándose el otro día es porque es verdad-
La risa irónica de Jason apareció. -¿Insinúas que mi mejor amigo sería capaz de eso?... ¡Por favor Allison! ¡Como si no te conociera! ¡Eres una víbora!-
-Vez lo que provocas- susurré.
-¿Yo?- dijo Joseph ofendido.
-Sí, tú, Jason confía en ti, y ve lo que tú haces-
-Mira, no me recaigas todo el peso a mi, yo no te obligo a hacer algo en contra de tu voluntad-
-Claro que si, tú me llevaste a ese Restaurante y me subiste al monstruo mecánico ese- me defendí.
-No me refería a eso, si no a que te dejas llevar con cada beso, mira, pareces un león domado que ni el mundo te importa-
Abrí la boca denigrada.
-¿Es cierto o no lo que digo?- preguntó.
-Obvio, no, yo no soy tu muñeca, tu títere al que puedas mangonear cuando se te antoje-
-Mmm… entonces si no es de gratis… ¿Cuánto cobras?- sonrió.
Mi agresividad renació golpeándolo con una bofetada que dejó la piel de su mejilla enrojecida.
-¡Eres un descarado, irrespetuoso, atrevido, desvergonzado, pelado!- grité sin medir mi volumen de voz.
-Jason ¿Oíste eso?- dijo Allison, la sensibilidad de su oído estaba activada como la de un perro y eso era de impresionar, pues mi fin estaba contiguo…

viernes, 26 de junio de 2009

••Capitulo 6O••


Entre todas las miradas que me atisbaron, hubo una que identificó mi ser, como si este tuviera un registro de esa persona para chequearlo al instante y saber que su estampa estaba aglutinada a mi evocación.
Al fondo del salón estaba él, con una visión alucinada sobre mi cuerpo, aunque el trecho fuera espacioso existía esa línea abstracta que fusionaba nuestras vistas indestructibles, podía notarse un átomo de nostalgia.
Efímeramente postergué la asistencia de todos los estudiantes incluyendo al personal del Colegio y dediqué mis sentidos a una sola, esa que no desviaba si vista a la mía, donde solo residíamos él y yo, con mi alrededor un campo sembrado de coloridas y espléndidas flores que mejoraban mi ilusión.
Sin planearlo mis piernas deambulaban para llegar a él, mientras una disimulada sonrisa adornaba mi rostro, pero, lamentablemente en el punto medio un óbice detuvo mis pasos, atrapándome por la cintura.
-Luces bellísima- proclamó.
-Eee… gracias Jason- mi sonrisa se disipó y el contacto óptico que se sustentaba con Joseph se bloqueó perdiendo el color miel de sus ojos rutilantes.
-Ven, vamos con Joe y Allison- tomó de mi mano, pero mi cuerpo repelía y odiaba el encuentro con ese par.
-Pero…- traté de negarme, pero con tardanza pues ya me enfrentaba a los dos, Allison me observaba con desdén y su veneno de a poco me usurpaba las energías, y Joseph me televisaba dolencia, pues con un vistazo era capaz de dotarme de lástima, dolor, culpa.
-Hola- saludó tajante.
-Hola- respondí con los hombros encogidos y la mirada enfilada al suelo.
-Bueno mi amor, que te parece si vamos a bailar- sugirió, su único objetivo era tenerlo alejado de mi, pues ella sabía de “el romance” entre él y yo, ella tenía miedo, terror de que el amor que podría tener él para ella fuera siendo, al pasar de los días solo partes perdidas con el tiempo, para intercambiarlas y sustituirlas para brindarlas a otro individuo, no me gustaba nombrarme a mi como una involucrada, porque además de la culpa, no había un documento que me asegurara que yo era esa interposición.
-Emm… esta bien- dijo sin ánimos y casi a la fuerza.
-¿Te gustaría bailar?- preguntó Jason inclinando su cabeza para hallar mi mirada.
Mordí mi labio inferior y asentí, su mano tomó la mía y juntos nos dirigimos a la pista, al principio fue una música movida, Jason se burlaba discretamente y yo conocía la razón: era tan torpe en el baile que en ocasiones chocaba con las personas que me colindaban, pero nada que no se pudiera arreglar con una disculpa, y una sonrisa, pero solo que la sonrisa no fuera hacia un joven con pareja, sino sería un malentendido de flirteos.
La melodía descendía a un ritmo tranquilo, así que Jason rodeó mi cadera con su brazo, entretejo nuestros dedos y yo puse mi otra mano ligera en uno de sus hombros.
En cada giro podía ver a Joe y a Allison bailando de la misma forma, solo que con una mirada de reojo notaba como Joe me examinaba con detalle y un fuego encendido con sentido de irritado.
-¿(Tn)? Te pasa algo, te noto algo… distraída- preguntó.
-Oh, sí, son solo los nervios- me excusé falsamente.
-¿Estas nerviosa?-
-Sí, es que lo mío no es bailar- repuse.
-¿Tú crees? Lo estas haciendo perfecto, el baile lento es algo que se te da muy bien- animó.
Sonreí, un silencio incomodo flotó por el ambiente.
-(Tn), he querido decirte algo desde hace tiempo-
-¿Qué?- le incité a continuar, ya que una gota de sudor corrió por su mejilla.
-Pues… tú me… me gustas- masculló.
Aunque ya era de mi conocimiento sus sentimientos hacia mi, no era lo mismo escucharlos de sus labios, esto me dejaba muda, estupefacta.
-Jason, yo…- su dedo índice suspendió el movimiento de mis labios.
-Mejor no lo digas, yo se que tu no… no sientes lo mismo, acepto tu rechazo, creedme no es la primera vez- sus palabras me dieron lástima, su mejor amigo era el que había pedido ese puesto antes, y sin rendirse lo consiguió, no al 1OO% pero si en una parte más grande.
-Es que… todo esto es muy rápido, yo necesito pensar- no quería darle falacias, esperanzas aparentes, pero tampoco quería lastimarlo.
-Te entiendo, espero que algún día… sientas lo mismo por mi- su voz sonó desilusionada, el dorso de su mano acariciaba mi mejilla.
Fruncí los labios.
-Jason, me permites… voy a los sanitarios, vuelvo pronto- salí escabullida de la pista hasta la puerta del salón que me conducía a los pasillos señeros con la impresión de que no estaba tan sola como estimaba…

miércoles, 24 de junio de 2009

••Capitulo 59••


-¿Con qué ustedes dos irán al baile?... Juntos- sonrió con cinismo apoyando la palma de su mano en el dorso de su amigo, si es que así podía llamárseles después del embeleco de tetra —Jason, Allison, Joseph y yo — éramos damnificados.
-Claro- certifiqué devolviéndole la misma sonrisa.
-Que bien, espero que se diviertan, y la pasen espectacular… como yo con Allison- entreabrí la boca con un piquete de estupor, eso resolutivamente ya era un juego de dos, una tentativa o prueba a las emociones que desarrollábamos ya hubiera sido con un intercambio de palabras, miradas, caricias, besos o simples riñas.
-Tenlo por seguro- ratifiqué.
Un sonido al parecer de un teléfono celular se escuchó.
-Jason, es tu teléfono- le recordó Joe, rápidamente este reaccionó y lo busco en su bolsillo hasta encontrarlo y presionar el botón para contestarlo.
-¿Hola?... Mamá… sí… ya conseguí pareja… ¿Qué?... no, no eres suegra- tragué saliva y volteé a ver a Joe quien en su mirada suscitaba burla y sus facciones se arrugaban tratando de aguantar la risa. -Disculpen en un rato vuelvo- dijo Jason dirigiendo a nosotros y tapando el auricular de su teléfono, sin esperar una respuesta salió como rayo hasta desaparecer en los pasillos vacíos.
En ese momento Joe se contuvo más y explotó en risa.
-¡Ya cállate!- lo mitigué sin éxito, así que tuve que pegarle en la espalda.
-¡Ay! ¡No era para tanto!- gimió.
Bufé y me giré pero de nueva cuenta su mano sostuvo mi brazo y con un movimiento raudo me puso frente a el a una distancia exigua.
-¿Qué es lo que tramas?- preguntó exasperado clavando su cautivante mirada a la mía.
-No se a que te refieres- arqueé una ceja.
-Si lo sabes, como también sabes que estas jugando un papel donde arriesgas todo- me juzgó.
-¿Yo? ¿Quién es la persona que esta con otra a costa de su amistad y su noviazgo?- reté con buenos argumentos, teniendo así, un punto a mi favor.
Amordazó por unos segundos, reflexionando.
-Date cuenta de lo que estas perdiendo, una amistad de oro y… una relación de la que podrías estar seguro que existe amor- agregué no ahormada de la última porque ya conocía la existencia de un sentimiento en mis entrañas, pero no con bastante para dejar salir de mis labios un «Te amo»
-¿Sabes que no me importaría?- me intimidaba su forma de pensar, tal vez era fácil según el creer para otra gente el que yo lograra declararme, entregarle otra vez mi amor a una persona diferente, ya no mas a una perteneciente a mi pasado, pero, no era así, las complicaciones siempre se presentarán en la vida, y en este caso esta mi timidez, su novia, su amigo y… mi anterior vivir. Razones por las cuales negarme.
-No digas tonterías- recriminé, salí de su hostigamiento y huí, otra vez…

Me preparaba para la “Grandiosa” fiesta, después de un baño, y un montón de químicos en mi cuerpo coloqué mi vestido, arreglé mi cabello y maquillé mi rostro naturalmente, nada exuberante, unas zapatillas negras, una gargantilla de diamantes y unos aretes que le hacían juego terminaron siendo los únicos accesorio faltantes.

Salí de mi habitación topándome con mi madre, esta dejaba ver una vez mas su elegancia y porte a la hora de vestirse sin la necesidad de ir a un evento, solo que ahora lucía con una belleza ingente.
-Te vez preciosa-
-Gracias- sonreí. -Tu igual- agradecí el cumplido.
-Lista para irnos y ser la bomba de la fiesta- dijo enardecida.
-Mamá, deja tus frases anticuadas-
-¡Ash! Está bien, vamonos entonces- subimos al auto y durante el camino esbocé la idea de lo que podría ser esta noche con Joseph suelto.
Di un profundo suspiro al ver el Colegio, salí del auto y acompañada de mi madre pasamos por los pasillos hasta llegar al auditorio de donde salía música a volumen ensordecedor…
En cuanto crucé el marco de la puerta unos millones de ojos apuntaron a mi, balanceándome con dosis de vergüenza, pues ser el centro de atención me producía la sensación de vomitar, salir corriendo o si es muy grave, desmayarme…

martes, 23 de junio de 2009

••Capitulo 58••



Sábado:

Día en que mi madre, con las pilas recargadas salía de su habitación con una típica amplia sonrisa, proyectante a sus malvados planes, esos que me torturaban hasta en los huesos haciéndolos titilar vehementes ante tal frívolo ser amante del sufrir.
Obligada con látigo de prejuicio, fui al centro comercial rodeada por tiendas de productos en su mayoría destinados a la belleza exterior…

-Bien, y… ¿Qué te parece este?- preguntó mi madre ferviente.
-Mmm… muy escotado- respondí mirando mi cuerpo inconforme por el gran hueco descubierto de mi piel que dejaba a la vista mi pecho.
-¡Ay! ¡Ya decídete! ¡Uno porque esta muy corto, muy largo, muy grande, muy apretado!- dijo desesperada, y eso era cierto, mis gustos no se acoplaban a ninguna costura de alta calidad, aunque recordando mejor, era una forma de buscar un pretexto para no asistir al evento.
-No, creo que ya es hora de irnos, me rindo, lo siento, sin vestido, no hay fiesta- actué con un lustre de incredibilidad mejor descrito como un tono sarcástico.
-Pues yo no, lo encontramos, por que lo encontramos si tengo que mover mar y tierra lo haré- definitivamente una reina psicópata de la necedad.
-Es que…-
-Disculpe señorita muéstreme el mejor vestido que tenga, no importa el precio- ordenó con diplomacia.
La chica obedeció y caminó hasta una sala donde giró la perilla de una puerta, en minutos salió con un vestido que colgaba de su antebrazo mientras se acercaba a nosotras con elegancia.
El verlo me dejó enmudecida, los cortes, los adornos sencillos sin mucha extravagancia, y sobre todo la confección llamaron mi atención, un vestido había sido el vencedor, strapless color negro, una cinta color magenta de aproximadamente siete centímetros de ancho acomodado rodeando bajo el pecho, con una caída ligera hasta un poco mas de la mitad de mi muslo, ¾.
Podría haber dicho que no y rehusarme pero este vestido me gritaba con una persuasión impresionante, como si este hipnotizara y llegara a controlar mi cerebro y lengua.
-¡Este!- exclamé.
-Perfecto- aplaudió mi madre con una expresión de satisfacción y orgullo.

Me llenaba de culpa el pensar el precio oculto de aquel vestido, digo oculto ya que por más que le reiteré no me lo reveló…

Solo una semana más y se daba por inaugurado este festejo vespertino para el invierno. Todos apresurados por buscar a la pareja, y yo con el mismo pensar hacía este recurso innecesario para la diversión, esa era el arte del consumismo en la que se le retaca de ideas al comprador o consumidor para hacerle creer que su vida no girará si no obtiene el producto.
-¡(tn)!- asustó Jason en otra de sus inesperadas llegadas por la espalda.
-Hola Jason- saludé.
-Hola- dijo y silenció. -Escucha (tn)… Emm… me preguntaba si tu, eh… querrías… no se… ir al baile conmigo… digo, tu no tienes pareja y… pues… yo tampoco, así que… ¿Qué te parece?-
-Jason… no creo que…- iba dar mi opinión, mi negación, pero una persona se acercaba, y esta me dio la motivación para responder con la contraria. -Si, Jason acepto ir contigo al baile- sonreí mirando de soslayo la expresión incrédula de Joseph con casi la mandíbula rozando el suelo ante mi contestación.
No se si esta era una pretensión, o un experimento a los celos impúdicos que pudieran crearse dentro de él, al mismo tiempo estos demostrarme o tal vez, brindarme una prueba de que sus sentimientos no eran juegos hacia mi.
Pero ¿Qué me llegaba a hacer pensar esto, si el ya me había confesado sus sentimientos? Fácil, el que no terminara la relación desastrosa con su novia para solo dedicarlos a una persona, pues no se puede amar a dos al mismo ritmo. Esta razón era un recelo predominante.

Cuando pensé que no tendría los pantalones para entrometerse en la conversación dual, fallé, pues su figura se encontraba ya frente a los dos, solo faltaba escuchar sus argumentos, sarcasmos, discusiones, etcétera…

miércoles, 17 de junio de 2009

••Capitulo 57••


Ternura entrañable y añorante, en la que sus labios presionaban y se acoplaban los míos mejor que la pieza de un rompecabezas designándoles gráciles fricciones que alborozaban e inquietaban mis sentidos… sus bigardos dedos se hundían en mi cabello despeinándolo sin sobrepasarse… mis palmas oprimían su pecho, no para alejarlo, al contrario quería expresar ese mórbida sustancia que navegaba por mis venas con sangre atizada.
El céfiro golpeaba sin violencia nuestra piel, incluso dotaba de aire a los pulmones contraídos por una penuria, y era una premura el absorberlo.
Unos palmoteos se escucharon al fondo al volumen captable a nuestros oídos, suficientes para una separación instantánea.
-¡Felicidades!- clamó con una ironía amarga, que logró incrementar mi vergüenza; su posición lejana se desvanecía cuando sus calmosos pasos se aproximaban nuestro lugar. -Perdónenme si interrumpí su escenita romántica, pero suelo ser tan importuna… que no me doy cuenta cuando soy desacertada en las horas que trato de buscar a una persona, a la que acostumbro llamar MI novio- hizo una pausa con una sonrisa demás fingida, con los brazos cruzados, la cabeza inclinada con una pierna flexionada y la planta del pie tocando en un vaivén el suelo a una proporción seguida y constante. -Y vaya, lo encuentro aquí, de lo más contento, besándose con… esta…- me examinó con la mirada de la punta de los pies hasta el cabello mas descontrolado.
-¡Allison cállate!- Joe mitigó su ofensa antes de que ella la pronunciara.
-¡Ah!... ¡¿ahora la vas a defender?!- exclamó. –No puedes defenderla cuando TODO absolutamente todo esta de mi lado, ¿como quieres que me ponga?...Así quería encontrarlos… después de mucho, comprobé mis sospechas y con todo derecho puedo decir que es una CUAL-QUIE-RA – silabeó.
-Ella no…-
-Déjala Joe- lo interrumpí. –Tiene razón, no tanto como para describirme en esa palabra…-
-¡Ja!- me burló pero no le hice caso.
-Pero, yo sabía que era tu novia y… aún así… adiós- las palabras me faltaron, no podía liberar esa bolsa de piedras que acometían a mi cuerpo, no podía empuñarme a un sentimiento novedoso, sabía que en esos días esa semilla que el plantaba con sumo esfuerzo para conseguir un tierra fértil, precisa para que esta brotara y las primeras raíces fueran fuertes y sanas, resultaba un perfecto trabajo, pues fue alimentada de suficiente agua, suficiente sol, y suficiente cariño para que después de la tormenta en la que se ahogaba fuera salvada y llevada a una tierra donde estuviera fuera de peligro, pero aún así esta llevaba tomada de la mano las adversidades, la plaga que llegara a atacarla... la semilla existía, de eso estaba segura, pero no de si esta daría su primer fruto.

-Hija, es hora de irnos- dijo mi madre, con un decaimiento, las clases habían finalizado y ella y yo regresaríamos a casa para “disfrutar” el fin de semana que venía al día siguiente.
Subimos al auto, mi garganta estaba atorada de esféricas figuras bloqueando la salida de un vocablo, ella aunque mantenía su vista al frente administrando el camino estaba al pendiente de mi estado deprimido.
-¿Paso algo en el colegio?- preguntó.
Levante la mirada y esbocé una sonrisa fingida. –No, nada, todo… esta bien- respondí sin siquiera tener una gota de creencia a mi dicho.
-Mmm… No creo que sea eso… tal vez estas nerviosa porque no sabes que chico te invitará al baile- sonrió.
La miré extrañada. –Emm… en realidad… no, no pienso ir a ese baile-
-Ah, ya veo, no te invitó quien tu querías, ¿Verdad?- su voz sonó compasiva, no necesitaba de su caridad y no era ese el motivo, aunque “esa persona que yo esperaba” me hubiera invitado, igual, me quedaría en casa, comiendo botes de helado hasta engordar y una charola llena de frituras o comida chatarra, frente al televisor mirando programas tontos.
-No mamá, te dije que no voy a ir, no me gustan las fiestas-
-¡Eres una amargada! ¡Ve! ¡Diviértete! ¡Baila! ¡Bebe si quieres!- bueno la ultima, debería haber sido una broma, pues no cualquier padre deja embriagar a su cría, pero se me olvidaba que era hija de una excéntrica persona.
-Mamá, no voy a ir, y punto-
-¡Ah! ¡Ahora eso me faltaba! ¿Tú te mandas sola? ¡No mi vida, yo pongo las reglas! Y vas a ir, quieras o no. ¡Es más! Mañana tú y yo nos vamos de compras y escogeremos el vestido perfecto para ti- por mas que me negara, no iba a ganarme, esa mujer era mas terca que una mula, y nada, la haría cambiar de opinión, no me quedé callada, reclamé y exigí, mostré casi cada artículo de la Constitución de los Derechos de los Jóvenes pero mis leyes fueron derogadas ella había triunfado en el juicio…

martes, 9 de junio de 2009

••Capitulo 56••

Transcurrida otra semana más en la que la sensación de un espacio vacío prorrogaba salí de la clase de geometría cargada de cansancio, aburrimiento, con las piernas entumecidas debido al sedentarismo de la pétrea butaca, el difícil concentrar a una clase de la que no me entraba en la cabeza el comprender un axioma y la entrada y salida de Concesión Express de reflexiones.
En los pasillos, aulas, baños, jardines y en todo rincón sin excepción a ninguno se escuchaban los cuchicheos de todos los estudiantes achispados por “El evento más importante” El Baile de Invierno, cabía confesar que yo no estaba alegre, por dos razones, La primera: No me gustaba bailar y mucho menos transitar por espacios concurridos, henchidos de sonido repercutido en mis sensibles tímpanos vírgenes al volumen excesivo. La segunda: —La pareja— sin referirme a que me urgía conseguirla, si no, que otra vez salía mi debate, que como tema principal era: « ¿Por qué es importante una pareja en un baile? » Tema controversial del que se podía sacar jugo, la gente era tan tradicionalista que usaba la palabra “pareja” como la mas destacada, —Sin dúo, no hay baile— ¿Qué? ¿Acaso esto era un requisito? ¡No! ¿Qué problema tenía el ir con una amiga? Bueno, yo no tenía una “amiga” de mi edad, ni tampoco iría a tal festejo, por eso defendía a otras chicas, esas que quedaban “sobrantes” ya que el idiota que escogía acompañante salía tras los huesos de “la más bonita” si es que así podía llamársele a las típicas cabezas huecas interesadas por el qué dirán y su aspecto […] Pero nadie lograría cambiar la forma de pensar tan terca de un chico, aunque mi punto de vista sería inútil, era una forma de distraerme, mientras seguía mi curso.
Cegada y totalmente ida choqué, levanté la vista, encontrándome con su penetrante y castaña mirada, llena de un brillo resplandeciente que en los últimos meses conseguía sobresaltar mi corazón y golpear vehemente a mi estómago por dentro.
-Emm… lo siento- bajé la mirada blanqueando al suelo, retrocediendo un paso y dando un movimiento para emprender con la pierna derecha, cuando la izquierda quiso rebasarla, esta se vio interrumpida cuando su tibia mano sostuvo mi antebrazo.
-Necesitamos hablar- manifestó circunspecto, mordí mi lengua y giré enfrentándolo.
-¿De qué?-
-Aquí no, ven, vamos- jaló de mi brazo precavido.
Sonreí. -Te sigo- me solté, acepté con algo de gusto al escuchar su voz otra vez sobre asuntos personales y no escolares.
Lo respaldé examinando su refinado caminar, a medida que avanzábamos se perdía de vista a los estudiantes que acechaban parecidos al retrato de La Gioconda solo que en un efecto tridimensional, o sea real y no un bosquejo implantado en un lienzo.
Subimos escaleras, dejé de ser quejumbrosa estando a su lado… aún no dedicándome una sonrisa, un gesto o un aojar apacible, de los que esperaba ansiosa su arribada, pero si permitiéndome ser su compañía, con eso me conformaba, solo momentáneamente.
La terraza de estupendo panorama, cielo despejado y aire sutil, el mejor lugar para dialogar…
-Bien, ya estamos aquí… ¿De qué quieres… ha… hablar?- tartamudeé.
-Estimo que… el tiempo… ya es demasiado… necesito la conclusión, tu conclusión-
Parpadeé timorata sin anexar su mirada a la mía.
-Respóndeme- tomó mi rostro entre sus manos y buscó mi mirada abismada, mi corazón bombeaba la sangre velozmente, y un miedo me conquistó.
-Ya espere, te di tu espacio, ya es hora de que derrumbes de una vez por todas todo esto que se creó aquí- su mano tomó la mía y la retrajo a su pecho, su corazón al igual que al mío botaba disparatado. -(tn) Te extraño, quiero hacer esto…- susurró muy cerca de mis labios y juntó su frente contra la mía. -Sabiendo que sientes lo mismo- esa cercanía era mucha provocación, así que los dos unimos nuestros labios, una beso que revelaba una inmensa ternura…

domingo, 7 de junio de 2009

••Capitulo 55••

Mi suplicante ética enterada de mis actos aviesos no hizo nada, y solo se adiestro a la ocasión, mis brazos que colgaban previamente como dos cuerdas indefensas recababan coacción para depositarla en sus hombros.
Un piquete de omisión traspasó mi piel.
-Joe, no…- me aparté de el con los brazos cruzados, la mirada gacha y los hombros encogidos. -Lo he pensado mejor, y… si necesito el tiempo, solo quiero ordenar mis sentimientos, desunir los que hagan impar y dejar solo los necesarios. ¿Me entiendes? No se si sea lo correcto, pero me es indispensable… y esta decisión esta tomada y no pienso cambiarla-
-¿Por qué lo haces?... ¿Por qué cuando por fin redacto mi proyecto de vida, te vas?-
-Yo… no lo se… tal vez todo esto sea un mezcla, un consuelo, ninguna vida es fácil, la mía no ha sido un lecho de rosas, he pasado por momentos complicados y duros, los caminos se abren y se cierran continuamente, y para cruzarlos te tienes que enfrentar a los obstáculos-
-No te comprendo y no me importa, no soy tan obstinado, y como dices si he de luchar por lograr mis objetivos, lo haré-
-Como quieras, cada quien por su lado-
-Solo por un tiempo- corrigió.

Sus ojos brillaron con intensidad ante la decisión a la que éramos victimas, los días pasaron que ni siquiera los sentí, aunque las noches eran prolongadas, el techo de mi habitación dibujaba su rostro, mi cuaderno abocetaba su silueta, mis clases enseñaban sus portes, mi camino contaba sus pasos, mis descansos ajetreados recordaban su persona y mis sueños fantaseaban su figura, con una aparición tenaz que impedía el eximir de mis adeudos, ese amor correspondido a un individuo ya no perteneciente a este planeta, pero si en mi órgano atenazado de emociones, sensibilidad, afecto, dolor, pena, disgusto, aflicción, amor, ternura, etcétera, y este sin romperse, una bolsa de brutal capacidad, a la que se le hacían agujeros, pero aún así mantenía su contenido.

Nuestras miradas se encontraban a los ajustados horarios de clases compartidas de ambos, las pláticas entabladas no se salían del único tema “La clase” términos numéricos, científicos, gramáticos, entre otros […] Los almuerzos no eran satisfechos ya que necesitaban más que un simple alimento; Allison no dejó de ser su novia y eso me daba demasiado que pensar «Si solo jugaba conmigo» era la frase que me flanqueaba todos los días, pero eso no me obstruía en seguir acomodando mis sentimientos; Jason me hizo compañía voluntaria, le iba tomando cariño, su “amistad” era útil, pues cada conversación, —no muy de mi interés— rellenaba cada espacio reflexivo con un bla, bla, bla, sin horizonte, sin embargo al término del frustrante colegio ni mi madre me hablaba, ya fuera con una burla, un comentario que renacía mi cólera, o una sílaba, nada, y eso me desesperaba porque mi mente estaba despejada a dejar entrar mis especulaciones.
Y Penny, bueno ella si disponía de un lapso para escuchar mis tonterías, casi todas, claro, explicadas por mi en un lenguaje adecuado a una niña diez años menor que yo, una tardé por poco y me da el patatús cuando me hizo una pregunta que a su edad no era sencillo de conceptuar. — ¿De donde vienen los bebés? — se excusó diciendo que su madre le había contestado «Los traen las cigüeñas» ¡El engaño más típico con el que responde una madre! ¡Por Dios! Sabía que era un arduo trabajo el pensar la réplica, pero no era para llenarnos de falsas ideas las cabezas, ¡Aún así lo descubriríamos algún día! Ella me reveló que no le era convincente que un ave volara con semejante bulto, « ¿Y si se cae? » preguntó, parpadeé dándole la razón — ¡Que estupidez! — pero esta disputa no estaba del todo de mi parte, pues no podía decirle «Se hacen por medio de una relación sexual, pene-vagina órganos del hombre y la mujer…» Seguro la madre me demandaría a las autoridades por la explicación tan exacta y completa a una niña de ocho años de experiencia.
Así que omití esa pregunta con una excusa «Ya es tarde, deberías ir a casa» ventilé mis pulmones con aire puro que sosegaba el nerviosismo que se produció…

sábado, 6 de junio de 2009

••Capitulo 54••

El tañer rechinante de las ruedas del carro mecánico al ascender por las vías oxidadas, escanciaba mi osadía en pequeñas migajas masticables y desmenuzables, desprendiendo el hedor de la cobardía.
La alabeada línea que seguía el engranaje aumentaba su cúspide, trinqué la saliva reservándola en mi garganta, prensé los dientes, encrespé los músculos y cerré los ojos acorazados.
Esa emoción se posesionó de mi anatomía, la adrenalina compulsiva.
Grité con suma potestad y estreché lo primero que se me interpuso.
-Oye, de ahora en adelante te subirás conmigo a todo juego que impliqué altura y velocidad- armonizó en burla su voz en un esfuerzo ya que descendíamos.
-¡Cállate!- mitigué su hostigar sin desatar mis extremidades rodeando de su torso y enquistando mi cabeza en su fornido pecho […] Cada giro en la curva estrepitosa, el hueco en el vientre y el hecho de abrazar a Joseph por elanes míos, tuvo que ser aguantado hasta el final.
-Disfruté el recorrido- sonrió sincronizando su salida con la colaboración para mi al bajar el artilugio.
-Tu tenías planeado eso- le culpé.
-No, pero aprendí que con esperar las oportunidades es más que suficiente- risoteó y metió las manos en los bolsillos de sus pantalones.
-Continúa y la única oportunidad que tendrás será la de mi puño en tu boca- amenacé, súbitamente una arcada me sublevó, tapé mi boca con la palma de la mano y con mi brazo envolví mi estómago, un mareo atosigó.
-¿(tn)? ¿Te pasa algo?- preguntó inquieto.
Negué con la cabeza, un saltito me inducía y liberé espontáneamente esas ganas de vomitar… en su camisa por una incuria.
Su mirada irascible se poso en mi cara pasmada, en la que se esbozaba una cadena estirada por las comisuras de mis labios y el requerimiento de una carcajada, que fue entrega inmediata.
-¡Que repugnante!- se quejó alzando sus brazos y observando con asco su camisa embarrada de bodrio, probablemente el desayuno de esta mañana.
Mis risas no cesaban, aunque a mi también me daba repulsar, pero mi humor ganaba por mayoría.
Caminó furioso hasta la salida y se aproximó a su auto.
-Amo la venganza- expresé a sus espaldas ignoró mi comentario, tomó del borde de su camisa y la deslizó por su tronco, yo solo me quedé enmudecida y patidifusa, su espalda descubierta eclosionaba la ansia de rasgar su piel. Aunque repudiaba esa parte de mí, que me llevaba a desear lo imposible o a desacatar las leyes que regían mi vida digna de una dama.
-¡Ponte la camisa!- cubrí mis ojos con ambas manos.
-¿Qué?- voceó -Pretendes que este con esto todo el día-
-Pues… si- dije sin descubrir mis ojos.
Resopló -Vamos, ni que nunca hubieras visto a un hombre sin camisa-
-¿Hombre?... Intento de hombre querrás decir-
Sentí como sus manos esposaban las mías y las separaban de mí situándolas al lado de mi cabeza, elevé la vista hacía en cerúleo cielo flanqueado por las mullidas nubes y las aves revoloteando gustosas, con el simple hecho de no pirrarme con una tentación a de la que en un pasado no resultaba incontenible a mi interés.
-No me toques- exigí tajante.
-Mírame a los ojos y dímelo- susurró en mi cuello con su respiración cálida.
Titubeé nerviosa, pues era una situación de la que se adueñaba y saldría invicto, pero obvio yo no se lo permitiría.
-Si crees que podrás conmigo estas equivocado- bajé la vista y la conecté a la suya con una gallardía no convincente para mi, pero si para él.
-¿Estas segura?-
-Completamente- sonreí con picardía.
Soltó de mis muñecas dejándolas caer levemente.
-¿Consideras que este juego se acabo?- musitó.
Lo miré caótica. -Si-
-Estas desacertada- en un movimiento raudo tomó de mi cintura y conllevó sus labios a los míos contrayéndolos fugazmente…

miércoles, 3 de junio de 2009

••Capitulo 53••

-Bien, y ¿A dónde iremos?- interpelé durante la trocha enfilada a un paraje atestado de arboledas, en las que se rezumaba a la selecta luminaria del día.
-Es una sorpresa- rió entre dientes dejando a la perspicacia su rutilante y albina sonrisa.
-No se si lo sabes pero suelo ser muy afanosa e impaciente- chuflé, pero preferible comunicar que era una realidad, la curiosidad me sonsacaba.
-Solo espera, no falta mucho-
Reproduje un visaje divergente y traspuse mis brazos, expresión que le originó gracia a Joseph…

-Llegamos- clamó, justo la palabra que excitó a mi ánimo, avizoré por el cristal acarreando aspaviento.
-U… un parque de diversiones- balbucí.
-Si- afirmó.
-No… tu… tu estas chiflado, es… la primera vez en mi vida que vengo a estos lugares…- se formó un nudo en mi garganta -Me aterran esos monstruos- pronuncié formidable; ojos bien abiertos, dientes agarrotados y músculos estáticos eran resultado al miedo que me zampaba.
-Vamos, no es tan malo- insistió.
-Claro que si es malo, es horrendo, ve la altura de ese espantajo- encañoné con el dátil a la maquinaria de gran cumbre, de la que se precipitaba una persona ¿Cómo podían soportar el aventarse de… 3OO metros y disfrutarlo? ¡Son unos lunáticos!
-Se llama bungee- me corrigió.
-Pues como se llame, ni loca me subo a esa cosa- Esa era mi aversión más ingente: La alturas, Joseph macearía mucho con su pirada doctrina, pero yo no hallaba el compungir a sufrir de esa forma, eso si que era masoquismo.
Carcajeó -No nos subiremos ahí, hay otras más atracciones- retomó.
-No me importa, yo no conozco NINGUNA en la que no se sienta esa sensación de… explotar… a excepción del carrusel- avalé ingenua.
-Si nos subimos al carrusel… ¿Entras?- preguntó en una inflexión de desaire.
-No… no confío en ti- repuse.
-Como quieras- suspiró…

-¡Ash! ¡Te odio! Siempre tienes que hacerme ceder en contra de mi voluntad ¿Verdad?- refunfuñe con un pigmento rojizo en el rostro, y la presta evasión del humeante en mis orejas.
-Si no te cargaba no habría otra forma de discernir tu necedad- se excusó, yo solo lo fulminé con la mirada mientras merodeábamos por el lugar.
Su cabeza doblaba a todas partes con un vistazo extasiado al leviatán nulo a mi atracción pero si a mi pánico.
-¡Ven, entremos a ese!- exclamó con emoción jalando de mi muñeca.
-¡No! Lo único que vas a lograr es que me muera de un infarto- las piernas me cimbreaban.
-No te pasará nada, estás conmigo- dijo galante acompañado a uno de sus semblantes “invictos y atractivos” según el.
-¡Ja! Aún peor- mofé y enarqué una ceja.
No estaba muy a mi alcance el conocer sus estrategias, pero perdí la noción del tiempo cuando ya estaba sentada sobre el carrito de la montaña rusa, aferrada al tubo…

lunes, 1 de junio de 2009

••Capitulo 52••

-¿Ah… no? Entonces… ¿Qué… qué… qué es?- tartajeé obtusa.
-Bueno…- hizo un entreacto y clavó los dientes en el belfo -Quiero que vayamos… mañana de tournée-
-¿Qué? ¡Primero muerta a ir a algún lado contigo! ¿Qué parte no entiendes de que quiero que te alejes de mi?- le enterré con una mirada de arrebatamiento.
-¿En verdad es eso lo que quieres?- combó una ceja escéptico.
-¿Por qué debería mentirte?- argüí retadora.
Quedó enmudecido y meditabundo por una hendidura de intervalo.
-No me explico el porque eres tan consistente… te lo dije enteramente prudente, muy dentro de mis cinco sentidos y te lo repito las veces que quieras «Te-Amo» y eso no va a cambiar, para mi el estar cerca de ti es una necesidad, una droga, un vicio-
Estiré mis labios cerrados curvándolos solo un poco.
-Llevamos casi un mes en conocernos y ¿Tú confiesas algo así con desmesurada seguridad? no es tan fácil como crees, una chica, o por lo menos yo, no va a caer rendida a tus pies al escuchar estas palabras de tu boca, yo admito que igual he hecho mal, eso de andarnos… besando así, de esa forma tan… alienada, es precoz… mira, lo que debes entender es que yo no puedo decirte lo mismo, algo que no se… ambos nos engañaríamos-
-Tiene coherencia lo que dices, pero no puedes sacar a alguien de tu espacio así como así-
-Solo te pido que este tema no entre en alguna conversación nuestra hasta que yo principalmente lo decida y me convenza de que exista algo… si es que mi pasado no intervenga- lo último lo musité para si misma, pero no fui muy discreta.
-¿En qué alude tu pasado?- preguntó ávido.
-Son asuntos de los que tal vez algún día te hable- templé su curiosidad.
-Mmm…- dijo desilusionado. -Entonces… ¿Mañana el paseo?- más que una pregunta fue una orden de la que mi mente estuvo de entremetida: «Distráete un poco» aconsejó.
-¿Te espero a qué hora?- sonreí por inercia.
-Paso por ti a las 1O:OO a.m.- su rostro reveló alborozo.
-Okay, no llegues tarde, odio a los impuntuales- advertí, nuestra platica acortó el camino hacía mi hogar, así que cuanto dije esto bajé del auto y fluctué mi mano horizontalmente dándole la despedida.
Esa noche logró ser una muy serena, mi madre no hizo preguntas de mi retrasada llegada, mi cama estaba más cómoda que nunca y la ligera luz de la luna se colaba por los huecos descubiertos de mi ventanal dándome una luz espectacular […] Solo que el “paquete del sueño perfecto” incluía en los pensamientos a un infiltrado, Joseph, atendiendo mis alucinaciones, no físicamente pero si en una figura invisible […] Antes de caer fatigada, innumerables resonaron en mi cabeza sus dos palabras «Te amo»…

Al despertar comenté a mi madre sobre mí “paseo” con Joseph beneficiándome con sus ojos entreabiertos, las ojeras profundas que se pintaban en la cuenca inferior de sus ojos y la expresión sosa, en ese estado ella no sabría que desaguaría, con un muchacho.
Apresuré mi arreglada antes de que el café que se empinaba mi madre hiciera efecto.
Observé por mi ventanal cuando el auto de Joe se estacionaba frente a mi casa, cuando asomó su cabeza por una de sus ventanillas se dio cuenta de mi figura en el balcón de mi habitación y amplió la curvatura de sus labios.
Redacté una nota para mamá:

Mamá, como te dije esta mañana, saldré, ya que me parece bien el solazarme por un tiempo, no se con precisión la hora de mi llegada, pero se que estaré bien, no te preocupes.
¡Ah! Y te aviso para que después no me retes “por no decirte” porque si te lo mencioné, pero estabas tan adormilada que dudo que me hayas puesto atención.

Te quiere. (Tn)

Puse el papelito sobre mi cama y salí cautamente para no edificar la suspicacia de mi procreadora…

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