El ruido de un auto despertó mis sentidos, mis mejillas percibían un camino salado pero ya seco que dejó el líquido procedente de mis ojos, me intenté parar pero mis músculos estaban cansados, requería recargarme sobre algo, ya que mi vigor físico era en una cantidad muy pequeña, agarré la manija de la puerta, no podía ni conmigo, todo mi peso recaía en mis brazos y piernas, estaban tan frágiles, que parecían sorbetes que en cualquier momento se doblarían tirándome al piso.
Una llave se introducía en la cerradura de la puerta hasta que se abrió, la persona detrás de ella la empujaba ya que yo seguía recargada en ella, me moví un poco para que la persona lograra abrir un espacio por el cual alcanzara entrar, y así fue.
Un silueta se distinguía entre la plena oscuridad de la casa.
-¡Hija! ¿Qué tienes?- se acercó rápidamente a mi al notar mi condición.
De inmediato mis lágrimas salían, ella era la única persona que sabía la razón de mis comportamientos.
-Otra vez- enuncié entre mi respiración entrecortada y profunda, mi madre solo me miró con compasión y me estrechó entre sus brazos.
-No me digas que...-
-Si, otra vez su recuerdo- pues como ven esos ataques ya se habían presentado varias veces y ese fue la vez que después de muchos meses regresaba.
-Mi vida- ella acariciaba mi cabello y espalda, sabía que esa no era una simple impresión de el suceso pasado, era un trauma que pensaba ya no existía pero era de nuevo constante en mi memoria, algo que no lograba superar, no era imposible pero no conocía la manera de borrarlo, y en ese tiempo no saben cuanto hubiera dado por tener la cura de esa herida que sangraba en mares.
Recordarlo a el no era malo, el siempre tendría un lugar en mi corazón como ahora, en tiempo presente, no obstante lo que perjudicaba a mi ser era el hecho de que la culpa me destrozaba tanto, que no olvidaba la noche en la que traté de cometer el error que podría haber sido el mas grande de toda mi vida, que si no hubiera sido por el individuo que me salvó yo no estaría pisando esta tierra.
Y hablando de él, una sensación nacía y me decía a gritos que lo tenía mas cerca de lo que pensaba, pero mi ceguedad me bloqueaba reconocerlo, una venda tapaba mi vista.
-Hija, ¿te sientes mejor?- tomó de mis hombros y me separó de ella.
-Si- afirmé, con sus dedos pulgares limpiaba las gotas que dejaban un trayecto indefinido en mi rostro.
-Ven, vamos a dormir- sonrió, procuraba ocultar su angustia pero se notaba, creo que eso era lo mas normal que tenía mi madre, su talante era distinto, no cualquier madre veía la vida igual que una joven de 18 años, era mi amiga su papel como eso era bastante bueno, ¿actuaba bien o así era? no lo sabía pero mis quejas no concordaban, que hija no quisiera tener una medre así, y ahora me daba cuenta que era la mejor.
-Recuéstate- ordenaba en una forma dulce mientras que acomodaba mi cama, como si no fuera yo capaz de valerme por mi misma, me subordinaba.
Cumplí su voluntad y me arropó con las sábanas, toda la noche estuvo velando mis sueños, no durmió por solo ver que mi mundo de ilusiones se viera afectado por mi mente.
Desgraciadamente eso no fue suficiente por eludir la ensoñación que se formaba en mi subconsciente... Caminaba por el sendero de un bosque lleno de flores cada una de un color diferente, su aroma era agradable, se impregnaba en el vestido blanco como la nieve que llevaba puesto, el viento resoplaba volando mi cabello, las nubes eran esponjosas, el sol brillaba singularmente brindando un calor acogedor, los árboles estaban llenos de florecillas de color morado, eran jacarandas, transitaba por un caminito de piedras que llevaba a tales árboles, las plantitas se despendían de ellos, semejantes a una llovizna, adornaban mi pelo de una forma original, mi mirada recorrió todo a su alrededor, una sombra se asomó desde un tronco...
Una llave se introducía en la cerradura de la puerta hasta que se abrió, la persona detrás de ella la empujaba ya que yo seguía recargada en ella, me moví un poco para que la persona lograra abrir un espacio por el cual alcanzara entrar, y así fue.
Un silueta se distinguía entre la plena oscuridad de la casa.
-¡Hija! ¿Qué tienes?- se acercó rápidamente a mi al notar mi condición.
De inmediato mis lágrimas salían, ella era la única persona que sabía la razón de mis comportamientos.
-Otra vez- enuncié entre mi respiración entrecortada y profunda, mi madre solo me miró con compasión y me estrechó entre sus brazos.
-No me digas que...-
-Si, otra vez su recuerdo- pues como ven esos ataques ya se habían presentado varias veces y ese fue la vez que después de muchos meses regresaba.
-Mi vida- ella acariciaba mi cabello y espalda, sabía que esa no era una simple impresión de el suceso pasado, era un trauma que pensaba ya no existía pero era de nuevo constante en mi memoria, algo que no lograba superar, no era imposible pero no conocía la manera de borrarlo, y en ese tiempo no saben cuanto hubiera dado por tener la cura de esa herida que sangraba en mares.
Recordarlo a el no era malo, el siempre tendría un lugar en mi corazón como ahora, en tiempo presente, no obstante lo que perjudicaba a mi ser era el hecho de que la culpa me destrozaba tanto, que no olvidaba la noche en la que traté de cometer el error que podría haber sido el mas grande de toda mi vida, que si no hubiera sido por el individuo que me salvó yo no estaría pisando esta tierra.
Y hablando de él, una sensación nacía y me decía a gritos que lo tenía mas cerca de lo que pensaba, pero mi ceguedad me bloqueaba reconocerlo, una venda tapaba mi vista.
-Hija, ¿te sientes mejor?- tomó de mis hombros y me separó de ella.
-Si- afirmé, con sus dedos pulgares limpiaba las gotas que dejaban un trayecto indefinido en mi rostro.
-Ven, vamos a dormir- sonrió, procuraba ocultar su angustia pero se notaba, creo que eso era lo mas normal que tenía mi madre, su talante era distinto, no cualquier madre veía la vida igual que una joven de 18 años, era mi amiga su papel como eso era bastante bueno, ¿actuaba bien o así era? no lo sabía pero mis quejas no concordaban, que hija no quisiera tener una medre así, y ahora me daba cuenta que era la mejor.
-Recuéstate- ordenaba en una forma dulce mientras que acomodaba mi cama, como si no fuera yo capaz de valerme por mi misma, me subordinaba.
Cumplí su voluntad y me arropó con las sábanas, toda la noche estuvo velando mis sueños, no durmió por solo ver que mi mundo de ilusiones se viera afectado por mi mente.
Desgraciadamente eso no fue suficiente por eludir la ensoñación que se formaba en mi subconsciente... Caminaba por el sendero de un bosque lleno de flores cada una de un color diferente, su aroma era agradable, se impregnaba en el vestido blanco como la nieve que llevaba puesto, el viento resoplaba volando mi cabello, las nubes eran esponjosas, el sol brillaba singularmente brindando un calor acogedor, los árboles estaban llenos de florecillas de color morado, eran jacarandas, transitaba por un caminito de piedras que llevaba a tales árboles, las plantitas se despendían de ellos, semejantes a una llovizna, adornaban mi pelo de una forma original, mi mirada recorrió todo a su alrededor, una sombra se asomó desde un tronco...
1 comentarios:
MI COMENTARIO NO PUEDE FALTAR (:
AQUI ESTOY DENUEVO LOSE LOSE SOY UNA ENFADOSA 8-) ! HAHAHAHA
OKEIT JACKIE :D.
HERMOSO EL CAPITULO IGUAL QUE TODA TU NOVELA(:
ESPERO EL 23:B AMOOOOOOOOOOOOOO A JOSEPH ♥
WITH LOVE ESTEFANNI =*
Publicar un comentario