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lunes, 16 de marzo de 2009

••Capitulo 2••

-¿Que te pasa?- Reclamó una melódica voz -¡Estas loca!- insistió con desdén, mis oídos estaban alerta captando cada onda de sonido, pero mis ojos denotaban un inmenso cansancio, nublando gradual la imagen de la silueta borrosa. Paulatinamente esa figura repleta de negrura se iba de mi sentido visual, como también el rastreador de sonidos de mi endeble anatomía…

-¿Que paso con mi hija?- escuché en el fondo sin lograr enfocar mi vista, solo pude reconocer la histérica voz de mi madre.
-Señora… ella… estaba a punto… de cometer el pero error- tartamudeó una voz incógnita, la misma del momento anterior.
-¿Cómo?- preguntó mi madre con un dejo de consternación.
-La encontré en la azotea, estaba por… lanzarse- repuso, aunque ahora entendía el tono de voz de una mujer preocupada, me extrañaba el hecho de llegar «Yo» a tal grado, incluso pensaba que solo era una pesadilla con demasiado realidad, de la cual era imposible despertar.
-¡No!- gritó exaltada -Pe... Pero no... Puede... ser- balbuceó incrédula.
-Así fue- respondió con rebosante seguridad.
Hubo un prolongado silencio de ambas personas en el que intenté recobrar la memoria para encontrar el archivo que me afianzara el juicio a tal argumento inverosímil.
-Debo darte las gracias… o una recompensa por salvarle la vida a mi hija- agradeció.
-Con solo el hecho de salvar una vida estoy satisfecho... ahora si me permite me retiro- se despidió, el chirrido de la puerta se escuchó y sus sigilosos pasos se perdieron en el aire.
Traté de mover mis músculos, pero estos no respondieron, mi decaimiento estaba por encima de todo…

-¿Hija?...- susurró mi madre en mi oído mientras que con una mano zangoloteaba mi cuerpo para conseguir despertarme. -¡Hija!- instó, mis parpados poco a poco se abrían dando paso a la luz de un nuevo día colada por los ventanales de gran extensión.
-¡Mi amor!- me estrechó entre sus brazos.
-¡Mamá!- dije emocionada, al mismo tiempo mis ojos desprendían lágrimas, con una razón de felicidad que no entendía, pues era el momento indicado para sufrir después de la tempestad, aunque la calma aún no arribaba.
-¿Estas bien?- soltó y tomó de mis hombros, asentí, fruncí mis labios acompañados con el río de lágrimas que descendían de mi rostro, el dedo de ella bloqueaba el correr de esta corriente de sal.
Su mirada compasiva cambió súbitamente y esta apuntaba en un blanco, mi cara. -¿Que ibas a hacer?- enarcó una ceja enojada.
-Pues...- la respuesta, no existía, yo no era conociente a mis actos. –Lo siento- me disculpé, fuera lo que fuera era menester el dirigirle una palabra, tal vez no convincente, pero tampoco podía dar una errónea, una disculpa sería mas que suficiente, o eso creía.
-¿Que pensabas?-
-No lo se… no se que pasó-
-¡Trataste de acometer contra tu vida!- regañó, mis ojos se abrieron, ahora mis dudas estaban aclaradas, sabía que las voces que resonaban en mi cabeza con la palabra «suicidio» ya era un hecho comprobado.
-Gracias a Dios que llegó ese muchacho-
-¿Quien era él?- inquirí, al menos eso era solo un recuerdo, la voz misteriosa.
-No me dijo su nombre-
-¿Y él donde esta?- escudriñé.
-Se fue ayer-
-Oh- una mueca de desilusión se formó en mi rostro.
-Pero, porque lo preguntas… ¿Acaso lo viste?- se quedo pensativa por unos segundos, yo iba a decir algo pero ver su cara buscando una agregación me obligó a esperar, parecía que hablaba sola con su mente, tal como una psicópata en debate con la mente, fruncía las cejas y negaba para ella misma.
-No... Pero quería verlo porque quiero darle las gracias-
-Ah… yo pensé que para...- hizo una pausa y me lanzó una de sus miradas pícaras, ya tenía la idea de que se trataban sus juegos.
-¡Ay mamá!-
-Era un buen muchacho… y muy guapo- tomó mi mano y la apretó con la mía -con esto que pasó pues… sería bueno que conocieras a otras personas- mi expresión mostró sorpresa por sus palabras. -Si quieres te digo como era- dijo emocionada. Pero mi semblante no coincidía con el mío, la apatía era abundante en este, no comprendía mi estado, de luto, la persona que mas amaba ya no era perteneciente a este mundo y no iría a correr a los brazos de otra persona por eso, yo no era así.
-¡No!... ahora si me diste razones para ya no hablarte, y prefiero un millón de veces... no... -Que millón- corregí -un infinito no conocerlo- dije airada.
-¡Ay! ahora me vas a decir que te harás monja o peor serás ¡una solterona!- sus acusaciones me alteraban.
-¡Pues si es necesario lo haría!- exclamé, estaba llegando a mi límite.
-Con esa carita no creo que haya muchacho que se resista- tomó de mi mentón con una mano, pero yo me solté bruscamente.
-¡Mamá! no digas tonterías, para mi el amor se fue, se esfumó, ¡se extinguió!- cada vez subía mas mi tono de voz.
-¿Cuales tonterías?- me reprendió, los puntos estaban a mi favor, la discusión estaba de mi lado, “pues yo era la que tenia razón”, y mi decisión no cambiaria. -¡Mira (tn)! ¡Digas lo que digas un día te vas a dar cuenta que estas equivocada!- vaticinó con seguridad, señalándome con un dedo.
-¿Si? ¡Pues no lo creo!- mi última palabra acabo con la estresante conversación...

2 comentarios:

Anónimo dijo...

Hiii!!!!!!!!
Spero q estes bn bn.
Me encanto tu novela, apenas he leido los primeros capitulos, pro me parece super.Me parecio impresionant la habilidad q tienes para escribir novela, guuaauuuuuuuu!
No la voy a dejar d leer,jiji.
Bno, bye.
Beshosh!!! JB4e

Anónimo dijo...

Hola :D
me fassino tu nove :D

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