Las zancadas que reproducían sus piernas nos enhilaron hasta la periferia del colchón, en el que reclinaba a mi cuerpo como un objeto de valor o una figurilla de terracota dezlenable […] Así de sus mejillas y llevé sus labios a los míos para amonarse de su aliento edulcorado, envinado alienante; y tal como la cocaína o cualquier producto adictivo me pedía más, su lengua contendía contra la mía y en vez de vituperarla le dictaminaba el reto a demostrar su fuerza. Rendida ante su resistencia e impecabilidad le brindé el triunfo.
Roté mi cuerpo boca abajo, recorrí mi cabello y dejé que mi espalda descubierta fuera otro de sus centros de ataque, besó mis hombros y bajó en línea vertical por mi columna para retornar a mi cuello en un deslizamiento de su labio inferior en contacto con mi piel que me enloquecía, gimoteaba constantemente gozándolo.
Nuestros cuerpos estilaban la transpiración por causa al forzoso trabajo de agitación.
Volví a enfrentarlo, nuestras miradas tenían un letrero con la palabra denuedo en ellos, capturé sus labios con un efecto lujurioso… por última vez […] Nos desposeímos de nuestras últimas prendas, tomó de mi cadera, de pronto fui invadida por una sensación nueva cuando lo sentí penetrar en mi, el dolor de a poco se apaciguaba mi ser abriendo y donando un techo al placer. Gemía entre sus labios, enterraba mis uñas en su corpulento dorso, destocaba con mis dedos su sedoso cabello, mordía mi labio inferior, engurruñaba las sábanas, todo para controlarme y cohibir el deleite…
Hicimos el amor en una noche procelosa, siendo como refrendadores al más puro sentimiento: el silencio, la lobreguez, el goteo vehemente, los torrenciales vientos que percutían los cristales, y la luz despabilada de la Luna que escoltaba nuestra faena. En la que cada rayo luminoso de la descarga se escabullía por el ventanal esclareciendo nuestros cuerpos desnudos, escuetos, entoldados por las sábanas blancas…
Desperté en una postura donde mi cabeza se abigarraba en su coracobraquial mórbido ensanchado en toda la extensión del almohadón, la otra mano de su brazo opuesto se mantenía posada por encima de la sábana en mi cuadril, mis extremidades embrazaban su cuello […] sus parpados se encontraban sosegados, me moví con cuidado, corrí mi rebelde cabello de mi cara para evitar que las puntas le provocaran un cosquilleo que lo despertase, me acerqué a él y deposité en sus labios un corto beso, asemejando la escena en que el príncipe besa a Blancanieves, solo que ahora en viceversa, la princesa besaba a su perfecto hombre para despertarlo de un profundo sueño, el guión del cuento había cambiado rotundamente, no solo en la alteración del orden del sexo besuqueador, si no que el príncipe no abrió los ojos, era un completo perezoso, y sus sueños se resguardaban en una esfera de acero.
Lo vapuleé y refunfuñé al no tener su respuesta, me senté en el colchón cubriendo mi pecho con la sábana, con un brazo impulsé a mi cuerpo ponerme de pie, pero una mano tibia me detuvo, era mas que obvio, Joseph despierto, atrajo a mi cuerpo jalando bestial de mi brazo y me hizo caer de nuevo a su lado.
-¿A dónde ibas?- preguntó rozando mi mejilla con el dorso de su mano, y sonriendo encandilando mi vista con su nívea dentadura.
-No despertaste, ¿Qué esperabas que hiciera? ¿Que te observara dormir como un querubín? Eso era aburrido- carcajeé.
-A mi no me importaría estar horas contemplado tu bello rostro dormido-
Me ruboricé ante su comentario.
Mi mirada blanqueó al techo, suspiré profundo, y dije:
-Jamás imaginé que haría esto- pausé. -Me entregué a ti la noche anterior, y no me compunge por que ahora se que te amo, que tu me sacaste después de tres años de esa tonta idea de no volver a amar-
-O sea que… ¿Hace tres años tuve un antecesor?- inquirió.
Fruncí los labios con una sonrisa exigua. -Sí, Jonathan- respondí.
-Cuéntame de él, ¿Qué paso?- pidió encarecido y su voz tenía un dejo de intriga.
-Pues… el era dos años mayor que yo, en ese tiempo tenía trece, era una niña, prácticamente estaba en la etapa de la pubertad en la que apenas desvendaba los ojos de los juegos de niños y desarrollaba las hormonas… nos conocimos el día en que mi madre me exigió ir al centro de correo por una entrega equivocada, era un empacador y…-
-¿Lo insultaste? Digo, como a mí, cuando te iba a arrollar- risoteó.
Mi sonrisa se borró memorando ese día. -¡Oye! Yo no te insulté, ¡Tú lo hiciste! Ni siquiera te importó mi estado- reclamé.
Rió entre dientes. -Esta bien, perdóname, actué por impulso- se excusó.
-No, le pedí ayuda para orientarme entre el constante movimiento del lugar y muy amable me socorrió, surgió la química, comenzamos a salir, crecimos al igual que nuestro amor… ya cuando tenia quince y él diecisiete organizamos con anterioridad una salida, al campo, el día llegó y estaba inquieta por ir al aire libre, el insistía que nos quedáramos en casa, pero yo no encontré ningún motivo para posponer el paseo, el cielo estaba despejado, el sol irradiaba como nunca y las colinas estaban verdes, ¿Qué mas podía pedir? le rogué y conseguí convencerlo a emprender nuestro camino a la libertad… pasamos una gran tardeada, pero, de regreso… ocurrió lo peor…-
Roté mi cuerpo boca abajo, recorrí mi cabello y dejé que mi espalda descubierta fuera otro de sus centros de ataque, besó mis hombros y bajó en línea vertical por mi columna para retornar a mi cuello en un deslizamiento de su labio inferior en contacto con mi piel que me enloquecía, gimoteaba constantemente gozándolo.
Nuestros cuerpos estilaban la transpiración por causa al forzoso trabajo de agitación.
Volví a enfrentarlo, nuestras miradas tenían un letrero con la palabra denuedo en ellos, capturé sus labios con un efecto lujurioso… por última vez […] Nos desposeímos de nuestras últimas prendas, tomó de mi cadera, de pronto fui invadida por una sensación nueva cuando lo sentí penetrar en mi, el dolor de a poco se apaciguaba mi ser abriendo y donando un techo al placer. Gemía entre sus labios, enterraba mis uñas en su corpulento dorso, destocaba con mis dedos su sedoso cabello, mordía mi labio inferior, engurruñaba las sábanas, todo para controlarme y cohibir el deleite…
Hicimos el amor en una noche procelosa, siendo como refrendadores al más puro sentimiento: el silencio, la lobreguez, el goteo vehemente, los torrenciales vientos que percutían los cristales, y la luz despabilada de la Luna que escoltaba nuestra faena. En la que cada rayo luminoso de la descarga se escabullía por el ventanal esclareciendo nuestros cuerpos desnudos, escuetos, entoldados por las sábanas blancas…
Desperté en una postura donde mi cabeza se abigarraba en su coracobraquial mórbido ensanchado en toda la extensión del almohadón, la otra mano de su brazo opuesto se mantenía posada por encima de la sábana en mi cuadril, mis extremidades embrazaban su cuello […] sus parpados se encontraban sosegados, me moví con cuidado, corrí mi rebelde cabello de mi cara para evitar que las puntas le provocaran un cosquilleo que lo despertase, me acerqué a él y deposité en sus labios un corto beso, asemejando la escena en que el príncipe besa a Blancanieves, solo que ahora en viceversa, la princesa besaba a su perfecto hombre para despertarlo de un profundo sueño, el guión del cuento había cambiado rotundamente, no solo en la alteración del orden del sexo besuqueador, si no que el príncipe no abrió los ojos, era un completo perezoso, y sus sueños se resguardaban en una esfera de acero.
Lo vapuleé y refunfuñé al no tener su respuesta, me senté en el colchón cubriendo mi pecho con la sábana, con un brazo impulsé a mi cuerpo ponerme de pie, pero una mano tibia me detuvo, era mas que obvio, Joseph despierto, atrajo a mi cuerpo jalando bestial de mi brazo y me hizo caer de nuevo a su lado.
-¿A dónde ibas?- preguntó rozando mi mejilla con el dorso de su mano, y sonriendo encandilando mi vista con su nívea dentadura.
-No despertaste, ¿Qué esperabas que hiciera? ¿Que te observara dormir como un querubín? Eso era aburrido- carcajeé.
-A mi no me importaría estar horas contemplado tu bello rostro dormido-
Me ruboricé ante su comentario.
Mi mirada blanqueó al techo, suspiré profundo, y dije:
-Jamás imaginé que haría esto- pausé. -Me entregué a ti la noche anterior, y no me compunge por que ahora se que te amo, que tu me sacaste después de tres años de esa tonta idea de no volver a amar-
-O sea que… ¿Hace tres años tuve un antecesor?- inquirió.
Fruncí los labios con una sonrisa exigua. -Sí, Jonathan- respondí.
-Cuéntame de él, ¿Qué paso?- pidió encarecido y su voz tenía un dejo de intriga.
-Pues… el era dos años mayor que yo, en ese tiempo tenía trece, era una niña, prácticamente estaba en la etapa de la pubertad en la que apenas desvendaba los ojos de los juegos de niños y desarrollaba las hormonas… nos conocimos el día en que mi madre me exigió ir al centro de correo por una entrega equivocada, era un empacador y…-
-¿Lo insultaste? Digo, como a mí, cuando te iba a arrollar- risoteó.
Mi sonrisa se borró memorando ese día. -¡Oye! Yo no te insulté, ¡Tú lo hiciste! Ni siquiera te importó mi estado- reclamé.
Rió entre dientes. -Esta bien, perdóname, actué por impulso- se excusó.
-No, le pedí ayuda para orientarme entre el constante movimiento del lugar y muy amable me socorrió, surgió la química, comenzamos a salir, crecimos al igual que nuestro amor… ya cuando tenia quince y él diecisiete organizamos con anterioridad una salida, al campo, el día llegó y estaba inquieta por ir al aire libre, el insistía que nos quedáramos en casa, pero yo no encontré ningún motivo para posponer el paseo, el cielo estaba despejado, el sol irradiaba como nunca y las colinas estaban verdes, ¿Qué mas podía pedir? le rogué y conseguí convencerlo a emprender nuestro camino a la libertad… pasamos una gran tardeada, pero, de regreso… ocurrió lo peor…-
2 comentarios:
me encanta tu nove !!! de verdad LA AMO peroo aiii sube todos los dias :D jajaja
atte:
anahi'vm
Holaaa buuenoo tuu sabes peerfeectamenntee qe tuu noovelaaa estaa mass quee peerfeectaaa yy qe siemmpre tee diigoo poorr MMSNN qee estaaa heermossaa yy conntinuaalee OK me enncantaaa comoo esscribeess yy TOODOO :D buenoo sooy laa chava del mssnn por sii no sabess qienn soooy ttee cuidasd Byyee
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