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jueves, 26 de marzo de 2009

••Capitulo 1O••

Mis carcajadas eran inevitables, ya podía sentir como mi estómago se contraía por dentro haciendo que casi se me saliera el alma.
Inoportunamente timbró el molesto timbre el cual me quitó la razón por la cual reír, bloqueando el paso al entretenimiento. Este marcaba un cambio de clase, pero el caso era: ¿Cual clase me tocaba? según yo, nadie me había dado una hoja que tuviera mis respectivos horarios, o que me dijera donde estaba mi casillero […] Solo contemplaba como cada uno de los estudiantes se dividían entrando a su salón para retomar de nueva cuenta sus estudios.
Yo era la única ignorante que se quedaba ahí parada, como si el tiempo se hubiera tomado un descanso, no efectuaba ningún movimiento, igual a una estatua, o a el típico juego de niños mejor conocido como «Encantados» en el que el objetivo era durar el mayor tiempo posible en la misma posición sin moverte, pues si no lo hacías así: Perdías…

En cuestión de minutos, el gran corredor que hace un rato estaba repleto de un mar personas ahora se transformaba en uno completamente desierto, donde solo era yo y mi soledad.
Avancé, buscando a la persona indicada para que me diera a conocer mis horarios, no se, tal vez en la Dirección era el lugar perfecto para recibir ese tipo de información, pero ¿Hacía donde quedaba?
Vagaba por un laberinto bastante confuso, pues me llevó a variados sitios, pero ninguno de ellos era la Dirección.
En mi intento por hallarla, al mismo tiempo en el que caminaba por enfrente de una puerta que a leer su letrero decía: «W.C.» esta se abrió, esperé a que saliera la persona que se encontraba dentro, tal vez ella me podría decir con exactitud donde se encontraba dicha oficina.
Salió con cautela, su mirada estaba apuntado al piso, giró la manija para cerrar la puerta a sus espaldas, una vez cerrada se percató de que lo observaba, me miró y en eso, el mostró una gran alegría en su rostro, la pregunta aquí era: ¿Porque le alegraba el verme?
Su expresión que denotaba animación, se volvía de asombro, sus ojos mostraban un inigualable brillo.
-¡No puede ser que seas tú!- exclamó asombrado, la misma expresión tenía yo.
-¿Yo?... ¿me conoces?- pregunté confusa.
-¡Claro! como olvidar a la linda chica del aeropuerto- su respuesta me aclaró la mente, era el chico con el que había chocado
-Si me reconoces, ¿No?- adquirió en un tono serio, parecía que le era de suma importancia el que yo supiera quien era el.
-Si, el muchacho que se queda mudo en plena disculpa- Mi memoria hizo énfasis en su frase anterior... me había dicho «Linda»
-Es que como quieres que me ponga con semejante belleza al frente- sus halagos, no me gustaban para nada, dos y los suficientes para golpearlo o no se de que sería capaz.
-Emm... Gracias, pero ahórrate esos comentarios, ¿si?- mi rostro dibujaba desagrado, si continuaba lo único que causaría era que yo saliera corriendo despavorida del lugar.
-No es fácil evitarlos- tenía una cara de embobado que me originaba miedo o temor, una de las dos.
-Pues inténtalo- arqueé una ceja y me crucé de brazos.
-Esta bien- no estuvo muy convencido, pero al menos paró.
-¿Y como te llamas?- se acercaba a mi, yo solo retrocedía, cada paso que el daba hacia adelante, era uno que yo daba hacia atrás...

1 comentarios:

Anónimo dijo...

esstaa super lindna la novee^^. ami me gusstaa

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