— ¿Ah sí?... bueno, te escucho —le estimulé a continuar, ¿Qué era lo que tenía la curiosidad que me llevaba muy continuamente a una impaciencia esquizofrénica? Fácil, la misma naturaleza actuaba, cosa que todo ser humano experimentaba y capaz de hacer lo que sea para descubrir su revelación.
Vaciló minutos perpetuos, mi mirada acuciante y hostigante no tenía una máxima intensidad para presionarle a su respuesta. Rodaba los ojos de un lado a otro simulando hacerse el occiso.
— ¿Y? —reiteré con más insistencia arqueando una ceja y tomando un sorbo de mi copa de coñac.
— ¿Y… qué?
—No te hagas, sabes muy bien a que me refiero, parece que a ti se te tiene que refrescar la memoria a diario —golpeé la mesa con la palma de mi mano, inclinando mi torso al frente.
—Bueno —se puso de pie ladeándose a mi curso mimando el dorso de mi mano. Su cálida, endulzada, y perfumada respiración se restregaba en mis pómulos—. Remuérdame entonces el por qué te amo demasiado —me tomó por los hombros mientras yo recaí todo mi peso en mis extremidades contra la madera. Una fricción agradable llegó a mis labios. El compás del movimiento se fusionaba a la melodía de la madrugada: los pájaros cantando y la caída risoteada del agua de un ruido cercano a la zona.
La alborada se alzaba junto con ella la emanación de amor que desprendíamos mi novio y yo mezclados a los leves rayos de sol.
—Adoro los colores de la mañana —dije maravillada en un suspiro, envuelta entre sus corpulentos brazos con el olisquear en mi cuello.
—Cierto. Pero también las mañanas son magníficas a tu lado —la cursilería abundaba en el aire y éramos masoquistas al soportarla, cualquier persona amargada y sin amor pensaría que ya teníamos una dotación excesiva de frases empalagosas, pero ¿Qué mas daba si provenían de la persona que más amaba?
—Creo que ha llegado la hora —articuló sospechosamente desvinculando mi anatomía de sus brazos y hurgando entre los bolsillos de su saco—. ¿Dónde está?
— ¿Qué? —inquirí perpleja, todo me daba vueltas ¿La hora? ¿Qué buscaba?
Hizo caso omiso a mi pregunta.
—Pero si aquí la dejé —se quejó, ahora catando el suelo como un detective acorralado.
— ¿Qué buscas? Te puedo ayudar —sugerí.
— ¡No! No, no, mejor siéntate ahí y yo lo busco ¿Entendido?
—Pero…
—Nada… lo arruinarías —proclamó, su pedido fue de mala manera y al mismo tiempo una ofensa ¿Creía que era una inútil o una torpe?
Sentí como los aires de orgullo retornaban apoderándose de mí como las primeras veces en que lo había conocido.
— ¡Escúchame! Yo no se que te traes entre manos, pero eso no te da derecho a tratarme de esa manera.
—Te equivocas —contradijo, esa fue la gota que derramó al vaso.
Antes de que pudiera reclamarle y descargar toda mi furia por un maltrato, «Se le había prendido el foco» todo lo indicaba, su dedo alzado y la expresión de un idiota embobado—. ¡Siempre! Todo es por culpa de Kevin.
— ¿Kevin? —torcí el gesto confundida—. ¿Qué tiene que ver Kevin en esto?
—Le dije que el otro saco se veía mejor, y ahí dejé…
Calló, como si algo estuviera en la punta de su lengua y evitara que esta fuera pronunciada por una razón: una ocultación.
— ¿Qué dejaste ahí, en el saco? —no cabía duda que a horas de la madrugada había sobrepasado el límite de preguntas, ninguna de ellas sin respuesta.
—Una… una sorpresa, sí, eso, una sorpresa, para ti, por eso te dije que si me ayudabas a buscar... la sorpresa, lo arruinarías —explicó, no se si yo era una persona indulgente o él era muy persuasivo. En fin, la poca furia que experimenté minutos atrás se había filtrado y ahora solo miraba a Joseph con ojos de dulzura.
—Te mencioné que no me gustaban los regalos ¿A que sí?
—Lo sé, pensé que te gustaría, ahora sí, todo está arruinado, era lo más importante.
—Está bien, podrás dármelo en otra ocasión —propuse, con mis brazos circunvalé su cuello y besé la punta de su nariz.
—Me temo que tendrá que ser así —enunció rendido—. Solo llamaré a Kevin para asegurarme que esté ahí.
—Como quieras —le solté, llegué a notar como presionaba el botón de encendido de su teléfono móvil ¿Lo tenía apagado? Con seguridad aseveraba que hizo relación al «para evitar que nos molesten».
Vaciló minutos perpetuos, mi mirada acuciante y hostigante no tenía una máxima intensidad para presionarle a su respuesta. Rodaba los ojos de un lado a otro simulando hacerse el occiso.
— ¿Y? —reiteré con más insistencia arqueando una ceja y tomando un sorbo de mi copa de coñac.
— ¿Y… qué?
—No te hagas, sabes muy bien a que me refiero, parece que a ti se te tiene que refrescar la memoria a diario —golpeé la mesa con la palma de mi mano, inclinando mi torso al frente.
—Bueno —se puso de pie ladeándose a mi curso mimando el dorso de mi mano. Su cálida, endulzada, y perfumada respiración se restregaba en mis pómulos—. Remuérdame entonces el por qué te amo demasiado —me tomó por los hombros mientras yo recaí todo mi peso en mis extremidades contra la madera. Una fricción agradable llegó a mis labios. El compás del movimiento se fusionaba a la melodía de la madrugada: los pájaros cantando y la caída risoteada del agua de un ruido cercano a la zona.
La alborada se alzaba junto con ella la emanación de amor que desprendíamos mi novio y yo mezclados a los leves rayos de sol.
—Adoro los colores de la mañana —dije maravillada en un suspiro, envuelta entre sus corpulentos brazos con el olisquear en mi cuello.
—Cierto. Pero también las mañanas son magníficas a tu lado —la cursilería abundaba en el aire y éramos masoquistas al soportarla, cualquier persona amargada y sin amor pensaría que ya teníamos una dotación excesiva de frases empalagosas, pero ¿Qué mas daba si provenían de la persona que más amaba?
—Creo que ha llegado la hora —articuló sospechosamente desvinculando mi anatomía de sus brazos y hurgando entre los bolsillos de su saco—. ¿Dónde está?
— ¿Qué? —inquirí perpleja, todo me daba vueltas ¿La hora? ¿Qué buscaba?
Hizo caso omiso a mi pregunta.
—Pero si aquí la dejé —se quejó, ahora catando el suelo como un detective acorralado.
— ¿Qué buscas? Te puedo ayudar —sugerí.
— ¡No! No, no, mejor siéntate ahí y yo lo busco ¿Entendido?
—Pero…
—Nada… lo arruinarías —proclamó, su pedido fue de mala manera y al mismo tiempo una ofensa ¿Creía que era una inútil o una torpe?
Sentí como los aires de orgullo retornaban apoderándose de mí como las primeras veces en que lo había conocido.
— ¡Escúchame! Yo no se que te traes entre manos, pero eso no te da derecho a tratarme de esa manera.
—Te equivocas —contradijo, esa fue la gota que derramó al vaso.
Antes de que pudiera reclamarle y descargar toda mi furia por un maltrato, «Se le había prendido el foco» todo lo indicaba, su dedo alzado y la expresión de un idiota embobado—. ¡Siempre! Todo es por culpa de Kevin.
— ¿Kevin? —torcí el gesto confundida—. ¿Qué tiene que ver Kevin en esto?
—Le dije que el otro saco se veía mejor, y ahí dejé…
Calló, como si algo estuviera en la punta de su lengua y evitara que esta fuera pronunciada por una razón: una ocultación.
— ¿Qué dejaste ahí, en el saco? —no cabía duda que a horas de la madrugada había sobrepasado el límite de preguntas, ninguna de ellas sin respuesta.
—Una… una sorpresa, sí, eso, una sorpresa, para ti, por eso te dije que si me ayudabas a buscar... la sorpresa, lo arruinarías —explicó, no se si yo era una persona indulgente o él era muy persuasivo. En fin, la poca furia que experimenté minutos atrás se había filtrado y ahora solo miraba a Joseph con ojos de dulzura.
—Te mencioné que no me gustaban los regalos ¿A que sí?
—Lo sé, pensé que te gustaría, ahora sí, todo está arruinado, era lo más importante.
—Está bien, podrás dármelo en otra ocasión —propuse, con mis brazos circunvalé su cuello y besé la punta de su nariz.
—Me temo que tendrá que ser así —enunció rendido—. Solo llamaré a Kevin para asegurarme que esté ahí.
—Como quieras —le solté, llegué a notar como presionaba el botón de encendido de su teléfono móvil ¿Lo tenía apagado? Con seguridad aseveraba que hizo relación al «para evitar que nos molesten».
2 comentarios:
haha hacia mucho tiempo que no pasaba por la escuela y eso u_u pero quedó geniaal... hahhahaha esto me huele a matrimonio XD jaja saludos jackiee!!
Hi Jackie!!!
Ya extrañaba la nove, jiji.
También ya tiiene tiiempo q no te escriibiia pero sii estaba al pendiiente, eh?, no creas q no habiia leiido la nove, ja.
Me super encantó el capii (bno, creo q a mii m encantan todos vdd?)bno, pero este se me hizo muy liindoy romantiico., creo q ya se q es lo q le queriia dar... pero me espero al prox capi para ver si mis sospechas son ciiertas, jaja.
Bno niiña, t dejo.
Q estes d lo mejor, t cuiidas.
BYE! =)
JB4e
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