-Ya verás- dijo sin apartar la sonrisa de su rostro, por un instante pensé que mis gritos harían un ambiente tenso en aquel auto, pero algo me llamó la atención y eso fue voltear mi cara enfurecida que con lentitud se desvanecía cuando mis ojos señalaron su rostro; su mirada puesta al frente y su sonrisa reluciente me rememoraba a viejos y bellos momentos, contemplé esa imagen, la ilusión hacía confusa a mi vista, su rostro se transformaba mágicamente a uno muy grabado en mi memoria, el de Jonathan.
-¿Tengo algo en la cara?- su voz aterciopelada me liberó de la burbuja que me atrapó, desvendando mis ojos.
-No... Todo esta bien- mi hilito de voz combinó con mis ojos transparentes, trasladé mi mirada a mis dedos, jugaba con ellos entrelazándolos como indicio a mi triste y apenado sentir.
Noté que mi hazaña y promesa no estaba en marcha como me lo había propuesto ¡No estaba logrando nada! ¿Qué caso tenía prometer y no cumplir? No era una cobarde de eso estaba segura como también era una persona estricta consigo misma y una regla importante era: Ser fiel a mis promesas. ¿Entonces por qué perdía esa rutina? ¿Por qué me daba por vencida de nuevo?
Limpié mis ojos para encubrir el lagrimeo leve que se formaba en ellos.
-¿Estas llorando?- preguntó compasivo, mi afán por mitigar ese sentimiento de añoración ante el fue inútil, solo me quedaba una alternativa, desviar el tema, y la oportunidad se presentó cuando aparcó el auto.
-¿Donde estamos?- miré a todos lados que casi mi cabeza daba un giro de 360º, y esto con la esperanza de haber logrado romper ese incómodo rato y otra nueva encontrar mi respuesta en una persona que no fuera el, percatarme por mi misma.
Vi por el retrovisor, la ansiada respuesta había llegado, las luces de neón lo decían todo.
-¿Para qué me trajiste a un Restaurante?- sé que mi pregunta fue de lo más tonta, y todo apuntaba a mi estómago rugidor.
-¿A qué se viene a un Restaurante?- reveló irónico, otra razón mas para decretar que él leía mi mente, o tal vez mi pregunta fue tan patética que cualquiera se hubiera dado cuenta que noté mi estupidez.
-Pues no pienso entrar- crucé los brazos e hice un puchero, como lo mencioné —Mi terquedad destrozaba barreras—
Rió a carcajadas, un plan malévolo ideaba su cerebro.
Antes de que pusiera en acción tal plan, abrí la puerta y tomé mi mochila y salí corriendo hasta la avenida, un taxi debía caerme del cielo, pero dicen que cuando mas deseas algo, mas tarda en llegar.
-Creo que tu intento por escapar- silbó simulando una caída y completó -Falló- eché un vistazo girando un poco mi cabeza y formado una capa traslucida con mi cabello, se encontraba a una distancia aproximada de 5 metros de mi.
Pude sentir como su presencia y su perfume inconfundible se acercaba, tanto que podía percibir como su cálida respiración rozaba mi oído.
-Tu decides, ¿Por las buenas o por las malas?- su voz fue seductora, respingué la nariz y arrugué mi frente, y me borneé encontrando su esbelta figura.
-Ninguna- pronuncié haciendo énfasis entre cada sílaba con ayuda de mi lengua y labios.
Arqueó una ceja, parecía estoico.
-¿Qué... qué haces?- exclamé tartamudeando cuando mi cuerpo se elevaba, me cargaba en brazos como si fuese un bulto de tan solo cinco kilos, caminó mientras lo golpeaba en el pecho gritando una y otra vez un "Bajame" ignorado por el, me introdujo en el lugar a costa de mi voluntad.
-Bienvenidos- recibió cordialmente la voz refinada de un hombre.
-Ya puedes bajarme- murmuré, hizo caso y me bajó, pero ¡Vaya que era precavido! apretó con brutalidad mi muñeca como si una liga me comprimiera, la sangre ya no corría por mis venas en este punto, vi como mi brazo tomaba colores y en especial un color morado.
-Buenas noches... mesa para dos, por favor- su porte de caballero ni él se la creía, un vagabundo era mas educado que el, al menos ellos si sabían tratar a una dama.
-Pasen por aquí- dijo el señor dirigiéndonos a la mesa, así me llevó, jalando de mi muñeca sin importarle ninguno de mis quejidos, el martirio acabó cuando llegamos, me soltó y me senté, froté mi mano, la cual punzaba con intensidad, mis huesos estaba estrujados, adoloridos, fracturados.
-Yo te dije, tu escogiste la mala- su comentario me llevó a mirarlo irritada, unos ojos infernales que causaron su miedo.
Mi cuerpo arrojaba chispas, esa furia que me invadía pronto recaería en el, su sonrisita burlona era un alimento a ese coraje exagerado, el con sus actos aplicaba la magnitud de su muerte entre mis manos, es decir, el decidía como quería morir, como quería que YO lo matara.
-¿Qué desean ordenar?- un mesero llegó, Joseph tomó el menú que este le entregó al igual que a mi.
Era desesperante tener al mesero a un lado y mas con mi estado, parecía como si nos presionara a elegir un platillo rápido, y si no se alejaba de ya, el sería mi víctima.
Joseph revisaba la cartilla totalmente apaciguado, como si la vida no le corriera.
-Yo quiero... Spaghetti- seleccionó su orden y me miró enarqueando una ceja -¿Y tu?- se dirigió a mi dejando una estela de burla.
-Lo mismo- dije cortante, no podía creer que mi estómago me controlara, yo no pensaba comer nada, pero ahora me hacía hablar, un caso ilícito: El hambre es más fuerte.
El camarero anotó las órdenes en una libretita y se alejó caminando con elegancia, a un paso constante y una postura crispada y recta, mientras Joseph me observaba cauteloso...
-¿Tengo algo en la cara?- su voz aterciopelada me liberó de la burbuja que me atrapó, desvendando mis ojos.
-No... Todo esta bien- mi hilito de voz combinó con mis ojos transparentes, trasladé mi mirada a mis dedos, jugaba con ellos entrelazándolos como indicio a mi triste y apenado sentir.
Noté que mi hazaña y promesa no estaba en marcha como me lo había propuesto ¡No estaba logrando nada! ¿Qué caso tenía prometer y no cumplir? No era una cobarde de eso estaba segura como también era una persona estricta consigo misma y una regla importante era: Ser fiel a mis promesas. ¿Entonces por qué perdía esa rutina? ¿Por qué me daba por vencida de nuevo?
Limpié mis ojos para encubrir el lagrimeo leve que se formaba en ellos.
-¿Estas llorando?- preguntó compasivo, mi afán por mitigar ese sentimiento de añoración ante el fue inútil, solo me quedaba una alternativa, desviar el tema, y la oportunidad se presentó cuando aparcó el auto.
-¿Donde estamos?- miré a todos lados que casi mi cabeza daba un giro de 360º, y esto con la esperanza de haber logrado romper ese incómodo rato y otra nueva encontrar mi respuesta en una persona que no fuera el, percatarme por mi misma.
Vi por el retrovisor, la ansiada respuesta había llegado, las luces de neón lo decían todo.
-¿Para qué me trajiste a un Restaurante?- sé que mi pregunta fue de lo más tonta, y todo apuntaba a mi estómago rugidor.
-¿A qué se viene a un Restaurante?- reveló irónico, otra razón mas para decretar que él leía mi mente, o tal vez mi pregunta fue tan patética que cualquiera se hubiera dado cuenta que noté mi estupidez.
-Pues no pienso entrar- crucé los brazos e hice un puchero, como lo mencioné —Mi terquedad destrozaba barreras—
Rió a carcajadas, un plan malévolo ideaba su cerebro.
Antes de que pusiera en acción tal plan, abrí la puerta y tomé mi mochila y salí corriendo hasta la avenida, un taxi debía caerme del cielo, pero dicen que cuando mas deseas algo, mas tarda en llegar.
-Creo que tu intento por escapar- silbó simulando una caída y completó -Falló- eché un vistazo girando un poco mi cabeza y formado una capa traslucida con mi cabello, se encontraba a una distancia aproximada de 5 metros de mi.
Pude sentir como su presencia y su perfume inconfundible se acercaba, tanto que podía percibir como su cálida respiración rozaba mi oído.
-Tu decides, ¿Por las buenas o por las malas?- su voz fue seductora, respingué la nariz y arrugué mi frente, y me borneé encontrando su esbelta figura.
-Ninguna- pronuncié haciendo énfasis entre cada sílaba con ayuda de mi lengua y labios.
Arqueó una ceja, parecía estoico.
-¿Qué... qué haces?- exclamé tartamudeando cuando mi cuerpo se elevaba, me cargaba en brazos como si fuese un bulto de tan solo cinco kilos, caminó mientras lo golpeaba en el pecho gritando una y otra vez un "Bajame" ignorado por el, me introdujo en el lugar a costa de mi voluntad.
-Bienvenidos- recibió cordialmente la voz refinada de un hombre.
-Ya puedes bajarme- murmuré, hizo caso y me bajó, pero ¡Vaya que era precavido! apretó con brutalidad mi muñeca como si una liga me comprimiera, la sangre ya no corría por mis venas en este punto, vi como mi brazo tomaba colores y en especial un color morado.
-Buenas noches... mesa para dos, por favor- su porte de caballero ni él se la creía, un vagabundo era mas educado que el, al menos ellos si sabían tratar a una dama.
-Pasen por aquí- dijo el señor dirigiéndonos a la mesa, así me llevó, jalando de mi muñeca sin importarle ninguno de mis quejidos, el martirio acabó cuando llegamos, me soltó y me senté, froté mi mano, la cual punzaba con intensidad, mis huesos estaba estrujados, adoloridos, fracturados.
-Yo te dije, tu escogiste la mala- su comentario me llevó a mirarlo irritada, unos ojos infernales que causaron su miedo.
Mi cuerpo arrojaba chispas, esa furia que me invadía pronto recaería en el, su sonrisita burlona era un alimento a ese coraje exagerado, el con sus actos aplicaba la magnitud de su muerte entre mis manos, es decir, el decidía como quería morir, como quería que YO lo matara.
-¿Qué desean ordenar?- un mesero llegó, Joseph tomó el menú que este le entregó al igual que a mi.
Era desesperante tener al mesero a un lado y mas con mi estado, parecía como si nos presionara a elegir un platillo rápido, y si no se alejaba de ya, el sería mi víctima.
Joseph revisaba la cartilla totalmente apaciguado, como si la vida no le corriera.
-Yo quiero... Spaghetti- seleccionó su orden y me miró enarqueando una ceja -¿Y tu?- se dirigió a mi dejando una estela de burla.
-Lo mismo- dije cortante, no podía creer que mi estómago me controlara, yo no pensaba comer nada, pero ahora me hacía hablar, un caso ilícito: El hambre es más fuerte.
El camarero anotó las órdenes en una libretita y se alejó caminando con elegancia, a un paso constante y una postura crispada y recta, mientras Joseph me observaba cauteloso...
5 comentarios:
Jaja, geniial el capi, me encanta el caracter que tiene cada uno, siempre contradiciendose.
Ya quiero ver q va a pasar.
Bno, byee!!!
JB4e
waaa!! ke pasaraa x_X
EMOCIONN EMOCIONANTTE XD jajaja
ggeniial:D
aww aamooo tuu noovee!!
aaqqii siieempree
aal peenddiieenntee aaww coomoo peleeaann;;
peero me eencaantaa
waaa! qe bn espagetti jeje tu nove esat increible jeje nos vemos bye
ola me enkanto tu nove la lei toda es genial io la amee, ia kiero leer mas esta re buena, bno espero ke pronto pongas mas
bay
kuidate mil
kisses
atte: kibzaim
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