-Bien, llegamos- suspiró y se abigarró sobre el asiento, estirando sus manos que tomaban al volante sutilmente.
Cerré los ojos y fruncí los labios.
-No creo que sea muy conveniente conocer a tu familia en estas condiciones, no me siento tan bien como para comportarme amable y con una gran sonrisa, no podría ni fingir- opiné desanimada.
Salió de su posición y se encorvó para clavar su mirada castaña en la mía. -Pues finge, no pienso dejarte… muéstrame esa sonrisa- pidió.
-¿Cómo piensas que sonría con esta pena en el pecho?-
-Solo inténtalo-
Curvé las comisuras de mis labios hacía arriba, creando lo que se podía llamar “Sonrisa” la más pusilánime de mi vida.
Su mano tomó mi mandíbula y acarició con su pulgar mi mullida mejilla.
-La encontraremos, confía en mí, mis padres sabrán orientarnos mejor- aconsejó torciendo su leve sonrisa.
-Esta bien- acepté finalmente.
Sus dedos se cruzaron en los míos y juntos pasábamos el edén, eso me recordaba a la primera vez que había venido a esa casa, el tomando de mi mano y adentrándome al inmueble, mientras yo me maravillaba con la variedad de colores naturales, oriundos, que solo la naturaleza podía tener, incomparables a cualquier cosa preciosa en el mundo. Y bueno con la compañía de un Adonis mejoraban mi caminata por el paraíso de ensueño.
-¡Mamá, ya llegué!- avisó a pregones ensordeciendo mis oídos por el eco de la gran estructura.
En seguida una mujer salió casi galopando elegantemente por las escaleras con una agilidad con la que yo no contaba, pues en la primera visita no me había ido muy bien el recorrido por los escalones, e incluso ver el donaire con el que descendía casi danzando me daba envidia.
-¡Joseph Adam Jonas Miller! ¿Dónde te haz metido en estos días? ¿Te crees el dueño de la casa o que?- reclamaba ella. Sus facciones eran delicadas, y sencillas, pero el regaño le fruncía el ceño, y era sorprendente el que su belleza no se espantara con el enojo, pues no toda persona es linda cuando esta enfadada. Y con eso me refería a mí, odiaba como se ponían rígidas mis facciones al estarlo, sin embargo el enojo era algo inevitable, asimismo creía incapaz que una persona por lo más «Pacífica» que dijera ser fuera excluida de este sentimiento con el que todos vivimos.
Y dejando de otro lado a los enojones, me pilló desprevenida el nombre que pronunció la mujer —Suponía era su madre — ¿Escuché bien o… de plano ya estaba destinada a vivir en un manicomio?
-¿Cómo te llamó?- mascullé inclinando la cabeza para que me entendiese con más osadía.
Me miró con el rabillo del ojo y se limitó a callar.
-Me haz tenido con la angustia, el domingo solo llegaste, te cambiaste y ¡Puff! Desapareciste- regañó, sin notar mi presencia. –Y creo que me debes varias explica…-
-Mamá- le espetó Joseph y con las pupilas le indicó mi dirección a su costado.
-¡Oh! ¡Perdón! No me di cuenta de que estabas aquí, es que estar enojada con este hijo mío me abstrae de todo- farfulló con una sonrisa igual de fulgente a Joseph —Definitivamente: Madre e hijo — -Mucho gusto, Denise… y ¿tú eres?-
-(Tn) Johnson- respondí afable y sincera, ya no era bigardía mi actuar, simplemente muecas y tonos amables y nacientes de mí.
-¡Wow! Cuando Joseph me dijo que traería a alguien no pensé que fuera un linda amiga-
Joseph afinó la voz. -Mamá, (Tn) es mi novia-
-¡Más sorpresas! ¿Qué pasó con la tal Allison?- sentí un retorcijón en el estómago al escuchar su nombre. Y tenía una tesis del porqué la madre de Joseph la había mencionado, y esa era que: Yo no le había agradado.
-Mamá, eso ya se acabó- replicó gravoso y casi en un gruñido.
-¡Enhorabuena! Esa chica si que me caía mal, no se que le viste, yo, como tu madre, te digo que no te convenía para nada- me sorprendió su respuesta, esperaba algo peor, un desapruebo. –Pero a lo que veo, (Tn) es una buena elección- me examinó de pies a cabeza empuñando la mano y colocando su pulgar por debajo de la barbilla asintiendo con una sonrisa…
Cerré los ojos y fruncí los labios.
-No creo que sea muy conveniente conocer a tu familia en estas condiciones, no me siento tan bien como para comportarme amable y con una gran sonrisa, no podría ni fingir- opiné desanimada.
Salió de su posición y se encorvó para clavar su mirada castaña en la mía. -Pues finge, no pienso dejarte… muéstrame esa sonrisa- pidió.
-¿Cómo piensas que sonría con esta pena en el pecho?-
-Solo inténtalo-
Curvé las comisuras de mis labios hacía arriba, creando lo que se podía llamar “Sonrisa” la más pusilánime de mi vida.
Su mano tomó mi mandíbula y acarició con su pulgar mi mullida mejilla.
-La encontraremos, confía en mí, mis padres sabrán orientarnos mejor- aconsejó torciendo su leve sonrisa.
-Esta bien- acepté finalmente.
Sus dedos se cruzaron en los míos y juntos pasábamos el edén, eso me recordaba a la primera vez que había venido a esa casa, el tomando de mi mano y adentrándome al inmueble, mientras yo me maravillaba con la variedad de colores naturales, oriundos, que solo la naturaleza podía tener, incomparables a cualquier cosa preciosa en el mundo. Y bueno con la compañía de un Adonis mejoraban mi caminata por el paraíso de ensueño.
-¡Mamá, ya llegué!- avisó a pregones ensordeciendo mis oídos por el eco de la gran estructura.
En seguida una mujer salió casi galopando elegantemente por las escaleras con una agilidad con la que yo no contaba, pues en la primera visita no me había ido muy bien el recorrido por los escalones, e incluso ver el donaire con el que descendía casi danzando me daba envidia.
-¡Joseph Adam Jonas Miller! ¿Dónde te haz metido en estos días? ¿Te crees el dueño de la casa o que?- reclamaba ella. Sus facciones eran delicadas, y sencillas, pero el regaño le fruncía el ceño, y era sorprendente el que su belleza no se espantara con el enojo, pues no toda persona es linda cuando esta enfadada. Y con eso me refería a mí, odiaba como se ponían rígidas mis facciones al estarlo, sin embargo el enojo era algo inevitable, asimismo creía incapaz que una persona por lo más «Pacífica» que dijera ser fuera excluida de este sentimiento con el que todos vivimos.
Y dejando de otro lado a los enojones, me pilló desprevenida el nombre que pronunció la mujer —Suponía era su madre — ¿Escuché bien o… de plano ya estaba destinada a vivir en un manicomio?
-¿Cómo te llamó?- mascullé inclinando la cabeza para que me entendiese con más osadía.
Me miró con el rabillo del ojo y se limitó a callar.
-Me haz tenido con la angustia, el domingo solo llegaste, te cambiaste y ¡Puff! Desapareciste- regañó, sin notar mi presencia. –Y creo que me debes varias explica…-
-Mamá- le espetó Joseph y con las pupilas le indicó mi dirección a su costado.
-¡Oh! ¡Perdón! No me di cuenta de que estabas aquí, es que estar enojada con este hijo mío me abstrae de todo- farfulló con una sonrisa igual de fulgente a Joseph —Definitivamente: Madre e hijo — -Mucho gusto, Denise… y ¿tú eres?-
-(Tn) Johnson- respondí afable y sincera, ya no era bigardía mi actuar, simplemente muecas y tonos amables y nacientes de mí.
-¡Wow! Cuando Joseph me dijo que traería a alguien no pensé que fuera un linda amiga-
Joseph afinó la voz. -Mamá, (Tn) es mi novia-
-¡Más sorpresas! ¿Qué pasó con la tal Allison?- sentí un retorcijón en el estómago al escuchar su nombre. Y tenía una tesis del porqué la madre de Joseph la había mencionado, y esa era que: Yo no le había agradado.
-Mamá, eso ya se acabó- replicó gravoso y casi en un gruñido.
-¡Enhorabuena! Esa chica si que me caía mal, no se que le viste, yo, como tu madre, te digo que no te convenía para nada- me sorprendió su respuesta, esperaba algo peor, un desapruebo. –Pero a lo que veo, (Tn) es una buena elección- me examinó de pies a cabeza empuñando la mano y colocando su pulgar por debajo de la barbilla asintiendo con una sonrisa…
2 comentarios:
OMMG!! n__n*
qe emociOn donde estta la mamá 8-),, destte siguela mooe buena n_n
aaah1 deves sefuir tu nove esta bn buena solo tengo una pregunta ¿donde se abra metido la mamá?
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