-Sabes que no debes de darle de beber solo un chorrito a un alcohólico empedernido ¿A que no?- bisbisó seductor en la piel de mi cuello, olisqueando sediento, sus respiros eran apetecibles, encantadores, tentadores para mis hormonas que comenzaban a resucitar de sus lápidas.
-¿A qué te refieres?- susurré entornado los ojos con los brazos caídos repletos de temor.
-¿No es obvio?- sus manos sujetaron mi cadera apegándola a la suya, activando a mi voz para desceñir un ahogado gemido. -El beso de esta mañana. Extrañaba eso- profirió dando pausados besos en un sendero que partió de mi gargantas hasta la comisura de mi labio.
-Supongo que para ti en un delirio- comenté como que no quiere la cosa, por primera vez mi cerebro mandó señales a mis atolondrados brazos y mis palmas tomaron sus mejillas para que mi nariz olfatear su aliento amielado con un toque de menta.
-Supones bien- musitó colocando sus carnosos labios en los míos interactuándolos salvajemente.
Caminó conmigo hasta el borde del colchón, giramos ahora el frente a mí en forma contraria, con una zancadilla me hizo caer en la cama, se hincó sobre mi, y como una presa asustadiza me deslicé hacia atrás chocando con la cabecera y la pared, él como una fiera hambrienta gateó hasta mi y atacó a mi cuello, Con una mayor incitación desabotonó mi blusa, pasó sus manos por debajo de la tela acariciando mis hombros y la deslizó para dejarla caer. Se quedó atento mirando mi torso y se abalanzó otra vez acariciando mis pechos por encima de mi sostén, con el entretenimiento al besar húmedamente mi clavícula.
Conocía la sucesión de esta escena pasional, pero el deplorar me impedía cortar un momento tan vivido, actuaba con impavidez olvidando que tenía un miedo oculto interior y profundo, que también podría —Según mis pensares y vislumbres— causar algún daño a mi “Enfermedad”. Como también aborrecía una negación al descubrirse la verdad, pues prácticamente no era una edad de suficiente madurez, por lo tanto debía recolectar una ración por este cambio radical.
-Joe…- me percaté de que mi voz había tomado un tono jadeante.
-¿Qué paso?- dijo ahora besando mis labios y posesionando sus manos en los omoplatos.
-Tengo… que… decirte… algo- pausaba cada palabra cuando lograba pronunciarla a costa de sus besos.
-Dime-
-Es que…- le empujé apartándolo de mí y estacando mi mirada en la suya. -Ponme atención que es algo importante- suspiré acaparando el aire que me fuera posible, el nudo en mi garganta sabía que era inhóspito, pero aún así se aferraba dejando que tremolara y que mis dientes castañetearan.
-Solo dilo, para que podamos…- sonrió pícaro. -Continuar- añadió.
-No estoy en condiciones para eso-
-¿Cómo?- preguntó perplejo.
-Sí… lo que pasa… es que- refunfuñe al no ser capaz de encontrar las palabras.
-¿Qué?- enarcó una ceja.
-Emm… estoy… estoy-
-¿Estás qué…?-
-Emb… brienta… ¡Hambrienta!... Sí eso, tengo hambre, mi apetito regresó-
-¿Embrienta?- remedó. –Te equivocaste ¿Verdad?-
-Aja- asentí con una sonrisa nerviosa.
-¡Wow! Tu estómago es muy inoportuno, mira a en que momento se le ocurre- gruñó. -Pero total, tu salud es más importante, que si no fuera por que no has comido nada en estos días, te obligaría a ayunar, pero vamos- rodó los ojos, me ayudó a ponerme de pie, recogí mi blusa y volví a colocarla en su debido lugar.
Mientras bajábamos las escaleras dijo:
-Y bien… ¿Qué es lo que se te antoja? Haz de estar muy antojada ¿No?-
-¿Eh?- pregunté, las palabras que enlistaban “La enfermedad” me sobresaltaban.
-Sí, ¿Qué es lo que quieres comer después de años que no haz probado bocado?-
-¡Ah! ¿Con que a eso te referías?-
-¡Pues a que más! ¿Qué estoy hablando con otro sentido o qué?-
-¡No!... no… no, solo que hoy estoy un poquito… distraída-
-¿Escondes algo verdad?- me miró con un semblante de juez, como si supiera el caso que me ponía como presunta sospechosa y quisiera que le confirmara su prejuicio…
-¿A qué te refieres?- susurré entornado los ojos con los brazos caídos repletos de temor.
-¿No es obvio?- sus manos sujetaron mi cadera apegándola a la suya, activando a mi voz para desceñir un ahogado gemido. -El beso de esta mañana. Extrañaba eso- profirió dando pausados besos en un sendero que partió de mi gargantas hasta la comisura de mi labio.
-Supongo que para ti en un delirio- comenté como que no quiere la cosa, por primera vez mi cerebro mandó señales a mis atolondrados brazos y mis palmas tomaron sus mejillas para que mi nariz olfatear su aliento amielado con un toque de menta.
-Supones bien- musitó colocando sus carnosos labios en los míos interactuándolos salvajemente.
Caminó conmigo hasta el borde del colchón, giramos ahora el frente a mí en forma contraria, con una zancadilla me hizo caer en la cama, se hincó sobre mi, y como una presa asustadiza me deslicé hacia atrás chocando con la cabecera y la pared, él como una fiera hambrienta gateó hasta mi y atacó a mi cuello, Con una mayor incitación desabotonó mi blusa, pasó sus manos por debajo de la tela acariciando mis hombros y la deslizó para dejarla caer. Se quedó atento mirando mi torso y se abalanzó otra vez acariciando mis pechos por encima de mi sostén, con el entretenimiento al besar húmedamente mi clavícula.
Conocía la sucesión de esta escena pasional, pero el deplorar me impedía cortar un momento tan vivido, actuaba con impavidez olvidando que tenía un miedo oculto interior y profundo, que también podría —Según mis pensares y vislumbres— causar algún daño a mi “Enfermedad”. Como también aborrecía una negación al descubrirse la verdad, pues prácticamente no era una edad de suficiente madurez, por lo tanto debía recolectar una ración por este cambio radical.
-Joe…- me percaté de que mi voz había tomado un tono jadeante.
-¿Qué paso?- dijo ahora besando mis labios y posesionando sus manos en los omoplatos.
-Tengo… que… decirte… algo- pausaba cada palabra cuando lograba pronunciarla a costa de sus besos.
-Dime-
-Es que…- le empujé apartándolo de mí y estacando mi mirada en la suya. -Ponme atención que es algo importante- suspiré acaparando el aire que me fuera posible, el nudo en mi garganta sabía que era inhóspito, pero aún así se aferraba dejando que tremolara y que mis dientes castañetearan.
-Solo dilo, para que podamos…- sonrió pícaro. -Continuar- añadió.
-No estoy en condiciones para eso-
-¿Cómo?- preguntó perplejo.
-Sí… lo que pasa… es que- refunfuñe al no ser capaz de encontrar las palabras.
-¿Qué?- enarcó una ceja.
-Emm… estoy… estoy-
-¿Estás qué…?-
-Emb… brienta… ¡Hambrienta!... Sí eso, tengo hambre, mi apetito regresó-
-¿Embrienta?- remedó. –Te equivocaste ¿Verdad?-
-Aja- asentí con una sonrisa nerviosa.
-¡Wow! Tu estómago es muy inoportuno, mira a en que momento se le ocurre- gruñó. -Pero total, tu salud es más importante, que si no fuera por que no has comido nada en estos días, te obligaría a ayunar, pero vamos- rodó los ojos, me ayudó a ponerme de pie, recogí mi blusa y volví a colocarla en su debido lugar.
Mientras bajábamos las escaleras dijo:
-Y bien… ¿Qué es lo que se te antoja? Haz de estar muy antojada ¿No?-
-¿Eh?- pregunté, las palabras que enlistaban “La enfermedad” me sobresaltaban.
-Sí, ¿Qué es lo que quieres comer después de años que no haz probado bocado?-
-¡Ah! ¿Con que a eso te referías?-
-¡Pues a que más! ¿Qué estoy hablando con otro sentido o qué?-
-¡No!... no… no, solo que hoy estoy un poquito… distraída-
-¿Escondes algo verdad?- me miró con un semblante de juez, como si supiera el caso que me ponía como presunta sospechosa y quisiera que le confirmara su prejuicio…
1 comentarios:
Jakie!! aqui comentando! Lo prometido es deuda ;D
Dios mio haha en media acción para no decir la verdad aww!
Pero como que ya sospecha algo vdd?? Cielos.... si le voy a decir la vdd daah vdd haha mi rebusnancia xD
Ya quiero siguiente cap!!!!!
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