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sábado, 28 de marzo de 2009

••Capitulo 12••

Volteaba hacia todas partes como buscando a alguien, y por su cara que reflejaba un inmenso coraje, para desquitarse.
-Joe! ¡Por acá!- mi entusiasmo era tanto, tenía que contarle la nueva noticia a pesar de su estado.
El volteó a verme, y no con muchas ganas se acercaba, pero tardaba tanto, no esperé mas y me aproximé a el corriendo.
-Ahora que Jason- por su tono fue obvio que le enfadaba escuchar lo que le contaba, siempre era lo mismo, ¿Porque una sola vez en su vida me toma las cosas enserio? Pero le platicaría quisiera o no.
-¿A quién crees que me encontré?- me encantaba hacerle de emoción cada vez que le platicaba sobre algo que en verdad me interesaba.
Puso los ojos en blanco. -A quien Jason?-
-¡A la chica con la que choqué en el aeropuerto!- mi sonrisa era deslumbrante, notoria de aquí a miles de kilómetros.
-¡Ah! ¿A la que encontraste aquella vez que me acompañaste a Texas?- ¡Wow! Después de todo si me había escuchado ese día en el avión, yo pensaba que su iPhone estaba a todo volumen.
-¡Pues a quien mas!- respondí refiriéndome a la única que iluminaba mi camino.
-Es que tu todos los días chocas con una chica, y te gusta, es la mas hermosa que has visto, bla, bla, bla- lo miré furioso como se atrevía a decir esas cosas de mi... Bueno... no chocaba con una todos los días, pero si eran hermosas no tanto como (tn) ella si que me había flechado.
-¡Esta vez es diferente!- sostuve firme.
-Como digas- dijo sarcástico. -¿Y donde la viste?- agregó.
-Aquí, en la escuela, estaba perdida... ya sabes, con este gigantesco colegio quien no se pierde-
-Y tú te aprovechaste de la situación- me cuestionó. -Bueno ¿y que paso con ella? ¿Ya la espantaste o que?- sonó irónico y burlesco al mismo tiempo.
Arqueé una ceja. -¡No!... esta en la Dirección- me crucé de brazos, y miré de reojo para ver si todavía no salía... « ¿Y si ya se había ido?... no creo, lo que dice Joe no es cierto, ella no saldría espantada conmigo... ¿o si?... Recordatorio: no hacerle caso a los comentarios de mi mejor amigo.» reflexioné sus palabras en mi fuero interior.
-Si es que sigue ahí- su forma de hablar era tranquila, pero eso no quería decir que no se burlara de mi, lo hacía, claro, las apariencias engañan.
-Por supuesto que sigue ahí- aseguré.
Su mirada seguía buscando a algo o a alguien pero creo que es más bien relacionado con esta última, así que no me quedé con la duda.
-¿A quien buscas?-
-¿Eh?...- estaba distraído.
-Si... ¿que a quién buscas?- repetí mi pregunta.
Dudó si decirme o no -A... una persona- contestó, su furia había vuelto.
-¿Y se puede saber quién?- inquirí ávido.
-Pues a...- no terminó, se quedó mirando a un punto fijo. -¡A ti te estaba buscando!- gritó, pero a quien pertenecía dicho reproche.
Se quitó de mi lado y se encaminó eufórico con esa persona.
«De seguro será un buscapleitos y el busca vengarse» cavilé.
Me di la vuelta para averiguar de quien se trataba y era... (Tn).
Mi mandíbula se abrió tanto, que casi se me caía... ¿que tenía que ver (tn) con el?
-¡Ni te imaginas todo lo que causaste!- la tomaba del brazo con fuerza.
-¡Oye! Suéltame me estas lastimando- se quejó, pero esto me llevó a un ataque de rabia.
-EY! DEJALA!- abogué, no le daba derecho de tratarla de esa manera y mucho menos a ella.
Joe la soltó pero aún así no dejaban de mirarse con furor e ira, parecían toros, casi les salía humo por las orejas.
-Y... ¿ustedes se conocen?- rompí el hielo con una simple pregunta...

GRACIAS!


GRACIAS POR SUS COMENTARIOS!
ME ALEGRA TANTO QUE LOS DEJEN!
CONTINUEN Y HAGANME FELIZ ^^
BUENO SI NO ME QUIEREN HACER FELIZ SOLO DEJENLOS SI? JAJAJA
Y ALRATO, MAS TARDE CREO SUBO EL SIGUIENTE CAPITULO!
CREO QUE LES VA A GUSTAR!
POR LO PRONTO COMENTEN Y CONTESTEN LA ENCUESTA
DE AL LADO! ------>

viernes, 27 de marzo de 2009

••Capitulo 11••

-(tn)- respondí con una especie de temor que circulaba en conjunto con mi sangre, dejándola tan helada que mi piel comenzaba a producir un frío intenso que la erizaba.
¡Pero clase de tipo era! ¡¿Un acosador o que?! Ya no había un espacio en el cual seguir eludiéndolo, la pared estaba a un metro de distancia de mi espalda.
-Mucho gusto, yo soy Jason- levantó una mano para que yo la estrechara, la miré con rareza, esperaba que hiciera algo peor, yo que se, me besara a la fuerza, o... ¡Que cosas pensaba! Lo más posible es que los nervios me hicieran imaginar cosas, mi mente me había traicionado. Me apaciguaba el saber que solo eran simples alucinaciones que mi subconsciente fabricaba.
Suspiré aliviada.
Su mano seguía levantada esperando que yo la presionara con la mía, solo que ahora el que me veía raro era él, mis pensamientos me habían dejado incomunicada por unos minutos.
-También el gusto es mío- recitar esto tan rápido hizo que con dificultad se entendiera la separación entre cada palabra que salía de mi boca.
Captó un poquito tarde pero recobró el conocimiento.
-Ah... y ¿en que te puedo ayudar?- esa era la oportunidad que esperaba, alguien que me auxiliara en un mapa hablado sobre la oficina.
-¿Podrías decirme donde esta la Administración?- sonreí dulcemente.
-A... en...- inclinaba sutilmente su cabeza de una forma extraña, como si cayera en un sueño, pero con los ojos abiertos, y un gesto que plasmaba una sonrisa boba, sus ojos no cambiaban a otra otro trayecto, se imponían en mi.
-¡Ey! ¿Me vas a decir si o no donde esta?- pasé mi mano por su cara, ¿estaba en transe o era un psicópata? me daba miedo.
-¡Ah! si perdón- agitó su cabeza como para ordenar sus ideas, volviendo a tierra. -Sígueme- ordenó.
-Pero solo necesito que me digas hacia a donde queda... no necesito... compañía- le dije, la verdad la compañía no era algo que viniera de la mano conmigo, no éramos compatibles, como el agua y el aceite, un corto circuito o polos opuestos.
Jonathan era la única persona con la que me identificaba, la única a la que le dedicaba mi tiempo, mis mejores momentos siempre fueron a su lado, compartíamos nuestros sentimientos mutuamente, como igual, la única también que me comprendía, la que estuvo a mi lado en las buenas y en las malas, pero desgraciadamente no todo en mi vida fue color de rosa, la noticia de su muerte aquel día fue una puñalada en mi corazón, la culpa seguía habitando en mi mas profundo ser, nunca había cambiado la idea de que yo era la responsable de su partida y eso de ningún modo me lo perdonaría...
-¡(Tn)... (Tn)!- exclamó la voz del chico, sacándome de mis dolorosos recuerdos.
-Perdón- musité, ahora mis ánimos estaban por lo suelos, las lágrimas no se contendrían por mucho pues para mi revivir esas imágenes era acabar con mis ganas de seguir.
-Vamos- puso su brazo para que lo tomara, pero lo ignoré, no era el momento para eso y menos con mi humor.
Y emprendí mi paso con una mirada bastante apagada…

Jason•--
Es una hermosa chica, el verla me hace salir de mi órbita llevándome a un mundo lleno de sueños y fantasías, sonará algo cursi, pero así lo sentía. No pensé encontrarla desde aquel día en que iba en el aeropuerto con mi mejor amigo, el chocar con ella era como tocar el mismísimo cielo y toparse con un bello ángel, la metáfora no es lo mío, pero creo que a veces el amor te lleva a inspirarte rotundamente, que hasta podrías escribir un libro que en sus páginas llevara millones de poemas dedicados a esa persona.
« ¡Que tonto fui al quedarme pasmado al verla! » me reprochaba continuamente, pude haber aprovechado como para pedirle su número o algo para saber su paradero ¡Pero no! me quedé inmovilizado, ahora tenía otra oportunidad, rogué tanto, pero me cumplió.
Yo no creía en el "Amor a primera vista" eso era algo muy apartado a mi forma de pensar y ver las cosas, pero me equivocaba.
Aunque creía que era fácil llegar a ella, cuando le di mi brazo no le hizo caso y en todo el camino no dijo nada, por otro lado sus cambios de actitud me sorprendieron, estaba feliz, confundida, enojada, y de repente triste... pensé que era Bipolar.
La llevé a la Dirección, entró y yo me recargué en la pared, preferí esperar a que saliera.
La campana sonó era tiempo del descanso, todos salían de los salones y en ese momento vi como mi amigo se acercaba, parecía enojado...

jueves, 26 de marzo de 2009

••Capitulo 1O••

Mis carcajadas eran inevitables, ya podía sentir como mi estómago se contraía por dentro haciendo que casi se me saliera el alma.
Inoportunamente timbró el molesto timbre el cual me quitó la razón por la cual reír, bloqueando el paso al entretenimiento. Este marcaba un cambio de clase, pero el caso era: ¿Cual clase me tocaba? según yo, nadie me había dado una hoja que tuviera mis respectivos horarios, o que me dijera donde estaba mi casillero […] Solo contemplaba como cada uno de los estudiantes se dividían entrando a su salón para retomar de nueva cuenta sus estudios.
Yo era la única ignorante que se quedaba ahí parada, como si el tiempo se hubiera tomado un descanso, no efectuaba ningún movimiento, igual a una estatua, o a el típico juego de niños mejor conocido como «Encantados» en el que el objetivo era durar el mayor tiempo posible en la misma posición sin moverte, pues si no lo hacías así: Perdías…

En cuestión de minutos, el gran corredor que hace un rato estaba repleto de un mar personas ahora se transformaba en uno completamente desierto, donde solo era yo y mi soledad.
Avancé, buscando a la persona indicada para que me diera a conocer mis horarios, no se, tal vez en la Dirección era el lugar perfecto para recibir ese tipo de información, pero ¿Hacía donde quedaba?
Vagaba por un laberinto bastante confuso, pues me llevó a variados sitios, pero ninguno de ellos era la Dirección.
En mi intento por hallarla, al mismo tiempo en el que caminaba por enfrente de una puerta que a leer su letrero decía: «W.C.» esta se abrió, esperé a que saliera la persona que se encontraba dentro, tal vez ella me podría decir con exactitud donde se encontraba dicha oficina.
Salió con cautela, su mirada estaba apuntado al piso, giró la manija para cerrar la puerta a sus espaldas, una vez cerrada se percató de que lo observaba, me miró y en eso, el mostró una gran alegría en su rostro, la pregunta aquí era: ¿Porque le alegraba el verme?
Su expresión que denotaba animación, se volvía de asombro, sus ojos mostraban un inigualable brillo.
-¡No puede ser que seas tú!- exclamó asombrado, la misma expresión tenía yo.
-¿Yo?... ¿me conoces?- pregunté confusa.
-¡Claro! como olvidar a la linda chica del aeropuerto- su respuesta me aclaró la mente, era el chico con el que había chocado
-Si me reconoces, ¿No?- adquirió en un tono serio, parecía que le era de suma importancia el que yo supiera quien era el.
-Si, el muchacho que se queda mudo en plena disculpa- Mi memoria hizo énfasis en su frase anterior... me había dicho «Linda»
-Es que como quieres que me ponga con semejante belleza al frente- sus halagos, no me gustaban para nada, dos y los suficientes para golpearlo o no se de que sería capaz.
-Emm... Gracias, pero ahórrate esos comentarios, ¿si?- mi rostro dibujaba desagrado, si continuaba lo único que causaría era que yo saliera corriendo despavorida del lugar.
-No es fácil evitarlos- tenía una cara de embobado que me originaba miedo o temor, una de las dos.
-Pues inténtalo- arqueé una ceja y me crucé de brazos.
-Esta bien- no estuvo muy convencido, pero al menos paró.
-¿Y como te llamas?- se acercaba a mi, yo solo retrocedía, cada paso que el daba hacia adelante, era uno que yo daba hacia atrás...

miércoles, 25 de marzo de 2009

••Capitulo 9••

Inmediatamente me alejé de él, lo más que pude.
Era una chica un poco alta de pelo castaño, y de desvanecidas aplicaciones de extensiones en el cabello que concordaban con su tono y tenia un cuerpo en el que cualquier idiota quedaría babeando.
-Hola mi amor- dijo con voz chillona, despertando mi sorpresa, definitivamente era su novia.
Ella se percató de mi presencia y se soltó de su espalda, poniéndose a un frente de mí.
-¡Joseph! ¿Quien es...?- La chica me examinó de pies a cabeza como un scanner de una forma apática -Esta- completó, su frase irónica y ofensiva me hizo enojar, yo tenía un nombre y no era necesario el ser llamada «Esta» […] Alguien estaba entrando en mi lista de «Las personas mas desagradables e insoportables que conocí»
-«Esta» Tiene su nombre- mencioné antes de que el pudiera decir algo.
-Como sea- dijo indiferente colmando la carente paciencia que me quedaba y cuando menos lo imaginara se esfumaría y sería capaz de arrancarle los pelos si me seguía induciendo.
-Ya que lo preguntas, me llamo (Tn)- soné sarcástica y por lo tanto tuve que aparentar una sonrisa.
-Allison... novia de mi osito... ¿No es así?- se dirigió a él, arqueó una ceja, acompañada de una expresión burlona, su intención era hacerme enojar o mejor dicho darme celos... Además ¡Que cursi era! llamarlo «Osito» ni yo decía eso cuando mantenía una relación
.El lo dudó unos segundos, a lo que ella le dio un codazo en el estómago, dejándolo casi sin aire.
-Sí- trató de articular no tenía aliento.
-¡Que bien!... ¡hacen una hermosa pareja!- opiné irónica.
-Cla...- iba a asegurar ella pero atravesé sus palabras con las mías.
-Si quieres un consejo, te recomiendo que lo cuides mucho, no vaya a ser que te lo quiten… conociéndolo- sugerí con una mentira, de la que podría apostar por verdadera.
-¿Que quieres decir?- preguntó confundida, no captó, lo que tenía de “Bonita” lo tenía de cabeza hueca.
-Si, que por ahí ha de andar coqueteándole a la primera que se encuentre- le expliqué en su lenguaje.
-¡Oye eso no es cierto!- reclamó el, pero ella estaba en su etapa de celos así que el punto estaba a mi favor.
-¡Cállate Joseph! ¡Que tú y yo hablaremos!- a mi solo me daba risa como lo tomó de una oreja y se lo llevaba como a un niño pequeño, el solo volteó y leí sus labios que dijeron: «Me las vas a pagar»
Y yo le respondí también con los labios: «Que tengas suerte» y le arrojé un beso en señal de victoria...

martes, 24 de marzo de 2009

••Capitulo 8••

Una mirada centelleante y almendrada que se enchufó a la mía, su rostro me pareció familiar, como si lo hubiera visto antes, melena castaña destocada, labios rojizos y de notable volumen, tez morena y manchas en el rostro en determinados lugares, como si estas hubieran elegido el lugar exacto para interponerse en su piel.
Su semblante evidenció reconocimiento y exaltación.
-¡¿Tú?!- gimió, su alza voz rememoró a mi mente.
-¡Tu eres el patán que trató de matarme! ¿Verdad?- expresé irónica, lo que causo en él furor.
-¡¿Yo?! ¡Acaso fui yo quien se atravesó a media calle!- infirió en su defensa mientras unas cuantas miradas aturrulladas abundaban y era más que obvio que por la discusión.
-Yo no...-
-¡Silencio!- mitigó la profesora, pues ella estaba presente en la disputa, pero me estaba poniendo tan enojada que no la noté. -¡Usted no lleva ni media hora aquí y ya está peleando!- me riñó, tenía razón mi lapso de tiempo era escaso y yo ya tenía un enemigo, un causante a mis gritos y reclamos disonantes.
Por otra parte me sentí apenada, no era el momento correcto para arreglar problemas personales, aunque más bien no creo que fuera un arreglo sino la interrupción a la Tercera Guerra Mundial.
-Lo siento- me disculpé mientras el joven se burlaba en ventaja de mi.
Ante mi disculpa, la maestra solo se limitó a darse la vuelta para seguir dando su clase, yo tomé asiento a un lado de él, era inútil dejar de lanzarnos miradas desafiantes como también alcanzar la suficiente paciencia para soportarlo.
Saqué mi cuaderno y comencé a escribir lo que hace un rato anotaba la profesora.
Oí un sonido, afortunadamente era el de la campana indicando que la clase había dado a su fin, digo afortunado porque ya no creía aguantar mas al lado de mi "Compañero" sabia que en cualquier instante explotaría en furia.
Me paré con un gran alivio, cuando una mano me detuvo del brazo, puse los ojos en blanco y giré un poco mi cabeza.
-¿Ahora que quieres?-
-Creo que no terminamos- si él quería aclarar las cosas, no hallaba yo el sentido, y no había plática que lo exculpara.
-¡Ey! ¡Espera!- siguió detrás de mí.
-Mira no tengo tiempo para oírte ¿Sí? ¡Solamente déjame en paz!- exclamé fastidiada.
-¡Tu de aquí no te vas!- se puso frente a mi camino en cuanto yo iba a dar otro paso más, pero el lo impidió dejándome a un solo paso de distancia de él.
-Si lo que quieres es que diga que yo tuve la culpa, esta bien ¡LO ADMITO! no escuché el auto venir, no supe que hacer cuando se acercaba a mi- recalque esta palabra quería dejarle en claro algo a lo que aún pensaba completamente lo contrario aunque no lo creyera; el solo me miraba con atención. -Escúchame bien porque no lo pienso volver a repetir... Yo. Tuve. La. Culpa- separé cada palabra para dejarla entendible y en un idioma que me comprendiera. -¿Contento?- no dijo nada solo me miraba extraño.
-¡¿Que tanto me ves?!- le reclamé, puesto que no separaba sus ojos de mi rostro.
-Es que...- se acercaba cada vez mas a mi, lo que me ponía nerviosa, ¿Pero porque? -Me da la impresión de que te he vis...- no completó lo que decía, pues alguien lo abrazó por la espalda, aferrándose a ella...

lunes, 23 de marzo de 2009

••Capitulo 7••

Miré de reojo al interior del aula, giré mi cabeza en dirección a mamá, quien hizo un puño con ambas manos y sus dedos pulgares estaban en alto acompañados de una sonrisa de oreja a oreja en señal de apoyo, en cambio mi actitud era pesimista.
Una sonrisa trató de formarse en mis labios, pero no me salió, tenía dos opciones, entrar o entrar, era imposible cambiarlas...

-Le garantizo que no se arrepentirá- manifestó el hombre que había conocido apenas hace unos minutos, el Director.
-Gracias- creo que sus palabras no fueron muy convincentes pues la inquietud redundaba cada vez más en mí.
Cerré los ojos momentáneamente, fruncí los labios, respiré profundo, y entré al salón varias miradas apuntaron hacia mi, me dirigí a una señora no muy alta, el pelo un poco despigmentado, es decir un tanto canoso, su rostro reflejaba varias varios pliegues alrededor de los ojos y boca, a causa de la edad, bueno el caso es que ella registraba ciertas anotaciones sobre la pizarra.
Afiné la voz un poco, ya que mis cuerdas vocales no respondían. -Disculpe- mi tono fue bajo, pero no fue problema, ya que la mujer, conocida como maestra, captó mi hablar rápidamente.
-¿Dígame? ¿Que hace usted aquí?- arqueó una ceja, pude notar con tan solo una frase que su comportamiento, era de una persona de muy escasa tolerancia... ese era un don que tenía, era demasiado observadora y esto me daba facilidad para conocer a una persona con el solo hecho de mirarla o escucharla.
-Emm... soy nueva y...-
-Entiendo- me interrumpió, definitivamente no fallé, con ella se necesitaría obedecer las reglas al pie de la letra.
Se apartó y se situó enfrente del escritorio en el centro.
-Muchachos- llamaba su atención, y lo logró al instante la mayoría de las cabezas de cada estudiante se levantaron, digo la mayoría porque un joven la mantuvo baja sin prestar la mínima importancia... sabia lo que haría, ahora si llegarían los verdaderos nervios. -Tenemos una nueva alumna, ¿la señorita?-
-(tn), (tn) Johnson- mi pronunciación fue un hilito de voz, el aire me faltaba, no soportaba que tanta gente me mirara.
-La señorita Johnson- completó su frase.
-¡Bienvenida!- expresó la voz de un muchacho que se me contemplaba de una forma pervertida mientras mordía la goma de borrar de su lápiz, a lo que me hizo demostrar inseguridad.
-Bien señorita, siéntese en...- vio a su alrededor y apuntó. -Ahí a un lado del señor Jonas- era el mismo joven que no levantó su cabeza pero cuando la profesora mencionó esto su mirada se elevó...

sábado, 21 de marzo de 2009

••Capitulo 6••

-¡Espera!- llamó, pero continué mi paso sin tomarlo en cuenta, en mi camino debatía con mi mente el como se atrevía a gritarme y a tratarme peor que un animal. […] Ese día dejé que la rabia me consumiera olvidando que el propósito que tenía en vida era encontrar la voz del joven, no reconociendo que esa persona tenía un parecido a la que mis oídos grabaron con tres años atrás…

Llegué a mi casa muy molesta y lanzando lava por las orejas, mi madre me preguntó que es lo que me había pasado, pero solo me limité a decir «Nada» se que no me creyó pero lo mejor es que no continuó con su interrogatorio…

Pasó aproximadamente una semana en la que nos estuvimos instalando en nuestro nuevo hogar, los muebles ya estaban en su lugar y hacían un juego perfecto con la casa, ya tenía mi colchón lo que más añoraba después de dos noches de conciliar el sueño en un piso duro.
Mi madre a los tres días de nuestra llegada compró un auto, pues consideraba que sería un poco difícil trasladarnos a la escuela donde ella impartiría las clases donde yo sería una estudiante nueva el próximo lunes y ella una profesora.

En la tarde del Domingo estaba ansiosa por una razón, el entrar a un Instituto con experiencias de las que presagié «Inolvidables»
-¡(Tn) ya despierta!- susurró mamá dulcemente en mi oído.
-5 minutos más- propuse adormilada.
-No, es mejor que te levantes- insistió.
-No- contesté como una chiquilla caprichuda.
-¡(Tn) no me hagas ir por el agua fría!- en cuanto terminó de decir esto, mis ojos se abrieron como dos platos, sabia que hablaba enserio, así que no quería obligarla a hacerlo.
-¡Ya desperté!- me levanté lo más rápido que pude e hice lo usual para ir a la escuela, un baño, búsqueda de prendas, una arreglada o «Manita de Gato», desayuno…

Ya en el auto, los nervios me devoraban, ya no estaba segura de asistir al colegio, al entrar al aparcamiento mis nervios engrandecieron al enfrentarse al monumento de amplitud, el Colegio.
Mamá estacionó el auto, dio un suspiro y puso delicadamente las manos sobre el volante con la vista enfrente.
-¡Lista para una nueva experiencia!- sonrió.
-No- respondí con un hilito de voz.
-Pues lo siento pero lista o no vamos a entrar- bajó del auto y tomó sus libros, los cuales serían necesarios para impartir sus clases. -¡Anda!- ordenó.
Mordí mi labio inferior y bajé sin actitud.
Nos adentramos en la grande estructura, caminamos por los pasillos, yo atrás de mamá, mi corazón palpitaba acelerado, miles de estudiantes se encontraban ahí y claro no faltó el imbécil irrespetuoso que no me mandara un beso o me lanzara algún piropo yo solo les volteaba la cara y lo peor es que mi madre se daba cuenta y me lanzaba sus miraditas burlonas, no era un madre normal, esas que defienden, sino una adolescente dentro del cuerpo de una mujer.
Nos penetramos en lo que parecía una oficina donde se encontraba un hombre vestido muy elegante, sentado sobre una silla giratoria.
-Señora Johnson?- preguntó hojeando unos papeles.
-Si, soy yo- respondió mamá.
El hombre se puso de pie y estiró su mano hacia mamá.
-Bienvenida al Instituto Crittenton- mamá estrechó su mano y sonrió.
-Muchas gracias-
-¿Ella debe ser su hija verdad?- dirigió su mirada a mi.
-Así es, ella es (tn)- afirmó.
-Mucho gusto, yo soy el director Evans- se presentó.
-El gusto es mío- contesté al mismo tiempo en que le brindé una sonrisa.
-Permítanme llevarlas a sus respectivas aulas- dijo y se encaminó a la puerta, la abrió y nos dio el paso, no cabía duda, era un caballero, de los que actualmente solo quedan muy pocos.
Nos guió por varios pasillos, que ya estaban vacíos, suponía que las clases habían comenzado.
Después de recorrer la mayoría del colegio llegamos a un salón.
-Bien señorita este es su salón en el que tendrá su primera clase, ya mas tarde le daremos una hoja con sus respectivos horarios- yo solo asentí con una sonrisa fingida pues los nervios no me dejaban actuar como debía, con seguridad y coraje...

viernes, 20 de marzo de 2009

••Capitulo 5••

-¡(tn) ya llegó el camión!- gritó en mi oído provocando mi exaltación.
-¡Mamá!- reclamé.
-¡Ayúdame!- ordenó.
-¡No!- intenté pronunciar, ya que me había acomodado boca abajo y tapado mi cabeza con la almohada.
-¡Ándale! ¡No seas perezosa!- ordenó quitándome la almohada y las sábanas, en cambio yo no hice ningún intento por moverme y volví a cerrar mis párpados para recuperar de nueva cuenta el sueño.
-Tu decides, por las buenas o por las malas- la ignoré, «No eres mas fuerte que yo» pensé, o eso creí, pues ya no sentí su presencia, unos minutos después escuché como el peculiar sonar de sus zapatillas al caminar se acercaba, de pronto el sonido paró para detenerse en un lugar específico: al lado mío, mi cuerpo sintió algo frío, un líquido, obviamente me había mojado.
-¡Pero que te pasa!- protesté, levantándome del suelo, mi cuerpo tremolaba y mi pijama destilaba el agua.
-¡Te lo dije!... ¡Yo te advertí!- sostuvo firme.
La miré con furia, no dije nada, solo caminé a mi maleta, busqué algo de ropa y me metí al baño, azotando la puerta.
-¡Dale más fuerte!- su tono de voz fue sarcástico, pero yo lo tomé como un consejo.
-¿Si verdad?- abrí la puerta y la cerré con todas mis fuerzas, casi la tiro, podía escuchar como mi madre bufaba de coraje, sabía que no me pegaría porque era muy paciente, una de las virtudes que tienen los maestros... pero también tienen sus límites y no es recomendable sobrepasarlos.
Me cambié, mi pelo estaba húmedo por el cubetazo, no podía ni secarlo porque mi secadora estaba en el camión, que recordé súbitamente ya estaba fuera de la casa.
Descendí por las escaleras y eché un vistazo por la ventana, bajaban todos los muebles, me daba tanta alegría ver cuando bajaban mi cama, ahora si dormiría en un confortable colchón.
Ya todo estaba afuera del camión, los ayudantes que las bajaban los metían de una por una, era aburrido verlos, así que decidí dar una vuelta al vecindario…

Las calles eran un poco solitarias, observaba todo como si fuera algo raro e innovador para mi, por ejemplo las extravagantes estructuras y áreas verdes […] Poco a poco el sol se escondía dando paso a la sombría noche donde solo reinaba el silencio y los luceros del los faroles y casas, para cruzar la calle miré hacia los dos lados, pero no se aproximaba nada y comencé a atravesar la extensa calle, un ruido estrépito se escuchó, me di la vuelta, era un auto que venía a toda velocidad, me paralicé, podía haber corrido, pero mis músculos no respondieron, solo cerré mis ojos con una gran presión esperando el golpe ya podía sentir como mi vida se recorría en un segundo, el coche dio un ruidoso freno, pero no sentí nada, « ¿Ya me morí? » preguntaba en mi cabeza, comencé a abrir el parpado continuo al otro.
Alguien bajaba del auto, cerró la puerta de su auto con fuerza, se escuchaba enfurecido era de verse por sus bufidos, su rostro no se veía pues con la luz de la luna era complicado distinguirlo.
Yo seguía en estado de shock.
-¡¿Que te pasa?!- esa voz, era... -¡Estas loca!- completó la frase que hizo que algo me viniera a la mente, ¿Que era? no podía ser... -¡Estas ahí!- pasó su mano por mi mirada, la cual estaba perdida. -¡No puede ser! ahora se quedo muda- hablaba para sí mismo.
-Tú...- articulé difícilmente.
-¡¿Yo qué?!... ¡¿QUE NO TE FIJASTE QUE VENÍA EL AUTO HACIA TI?!- alzó la voz tanto que hizo que saliera de mi transe.
-¡OYE NO ME GRITES!- apunté con mi dedo, odiaba que me gritaran.
-¡Vaya! ¡Ya regresaste!- fue sarcástico.
-¡Pues como quieres que me ponga! si ¡Casi me matas!- aseguré.
-¿Yo? ¡Si tu te atravesaste!- se defendía.
-¡¿Ah si?! ¡Pues yo no tengo la culpa de que tu seas un ciego!-
-¡Al menos yo no me quedé PARADOTE esperando que me llegara la hora!- recalcó mas esta palabra.
-En vez de estar reclamando deberías preguntar si no me paso nada-
-¡Eso no interesa!- dijo lo que causo mi enojo total.
-Sabes una cosa... eres un IDIOTA- y caminé por la calle dejándolo ahí sin importarme nada...

jueves, 19 de marzo de 2009

••Capitulo 4••

-¡Ay!- ambos nos quejamos por el choque.
-Perdóname- me disculpé -Que torpe soy- agregué, pude notar que era un joven de una estatura mas alta que la mía, solo por mínimos centímetros.
-No... No te...- levantó la mirada deteniendo sus palabras con una mirada inexpresiva, paralizada, que logró abstraer el miedo a mi cuerpo.
-Bueno, bueno, perdón ¿si?- su mirada aún me acorralaba, así que llegué a pensar si no se trataba de algún retrasado mental o un psicótico, así que continué mi paso dejándolo ahí, varado en el mismo punto…

-¿Donde estabas?- preguntó mi madre.
-Estaba en...- por un momento le diría donde estaba, pero conociendo su mente trabajadora en palabras con doble sentido, opté por no contarle -Ningún lado, lo que pasa es que no te encontraba- mentí.
-Bueno vamonos- revisaron nuestro equipaje por una cámara de rayos X para después pasar a la sala, donde avisaron la partida del avión, para llegar a este recorrimos un pasillo inmenso hasta llegar al área donde estaba la maquinaria de enorme volumen.
-¡Wow!- expresé, como “Siempre hay una primera vez” esa fue la primera en la que conocí al transporte de avanzada tecnología.
-¡(Tn) sube!- llamó mi madre, la cual ascendía por las escaleras que daban paso a la nave, tragué saliva y comencé a entrar. -Por aquí (Tn)- gritó alzando una mano para facilitar nuestro encuentro, pues ya estaba sentada en uno de los sillones de relajante confort.
-Pasajeros- nombró la azafata. -Abrochen sus cinturones- ordenó amablemente, todos obedecimos, después de eso percibí como el avión empezaba a avanzar, tomaba vuelo, un hoyo en mi estómago se formaba, la adrenalina…

Estaba aburrida, y también al lado de una dormilona mujer, mi madre, quien dejaba salir disonantes ronquidos.
Recordé el libro, lo saqué de mi bolso, hojeé las primeras páginas y me dispuse a comenzar un viaje repleto de imaginación, sueños, fantasías, expresados con frases figuradas y exactas, aludidas a la forma de hablar del Siglo de Oro y el Renacimiento.
-¡(Tn) ya llegamos!-
-¿Ya?- pregunté escéptica, el tiempo no existía, todo había sido tan rápido que ni lo sentí.
-Sí- afirmó.

Bajamos complementadas a un viento gélido magreaba nuestros rostros, plegué mis parpados para apreciarlo dándome este una señal o mejor dicho un presentimiento que me invadió, como si algo insólito estuviera próximo a suceder pero no lo sabía con precisión y certeza…

En el taxi admiraba los rascacielos, la abundante vegetación con árboles verdosos y frondosos, un cielo garzo, las nubes canas, el sol escondido tras ellas y la gente impregnada de alegría. Esa era la Ciudad de Los Ángeles, California. Algo que la diferenciaba notoriamente con Houston, Texas, era su clima templado, en este parecía que el aire era acuoso mientras que allá los rayos del Sol quemaban con un solo toque.

Finalmente llegamos, bajé del auto, mamá se quedó atrás para pagar al conductor, entretanto yo bajaba las pesadas maletas. Al girar y enfrentarme a mi nuevo hogar, me quedé pasmada, era algo inesperado, una casa adorable, con un cerco de aproximadamente. 1 ½.
-¡Mamá! ¡Apresúrate!- la impaciencia era un defecto que me caracterizaba.
-¡Ay! ¿Me puedes esperar?- gimió.
-Esta bien- contesté, hice una mueca al ver como sus piernas avanzaban tan lento como un caracol.
Al ver como sacaba las llaves de su bolso me inquietaba, esa curiosidad estaba tan rebosante que ni un minuto mas podía esperar
-¡Puff!- refunfuñe.
Insertó una en la cerradura de la puerta.
-¿Que crees?- me miró deprimida.
-¿Que paso?- pregunté
-¡Ya abrí!- me engañó al principio.
-Con permiso- la empujé.
-Casi me tiras- recriminó.
-¡Perdón!- grité desde dentro, apenas y se escuchó mi voz. -Wow!- pronuncié emocionada, todo era... era bonito, fantástico, encantador, bello, espléndido, primoroso... La estructura era inspirada en una época actual, moderna y elegante.
-¿Que te parece?- preguntó mi mamá detrás de mí.
Me quedé muda de la impresión.
-Si no te gustó, nos regresamos a Texas-
-¡No!- reaccioné de inmediato.
-Perfecto mañana mismo nos vamos- aclaró, tenía que cambiar mi sentido de mis palabras.
-No, me refiero a que no quiero que regresemos, me encantó- respondí con una enorme sonrisa, la más sincera que tenía y más exacta en mis palabras.
Rió. -Era broma-
Arqueé una ceja.
-Bien buscaré mi habitación- me alejé y abrí todas las habitaciones, pero todas me gustaban, la elección era reñida hasta que salió una victoriosa, tenía un ventanal que daba al balcón, este daba paso a una placentera vista del patio trasero, un baño y un ropero, pero me percaté de algo, el inmueble faltaba.
-¡Mamá!- salí y bajé por las escaleras solo a la mitad y asomé mi cabeza.
-Si- respondió desde abajo.
-¡Y mis cosas!-
-Hija me temo que mañana temprano llegaran, la mudanza se retrasó-
-Entonces... ¡Tendré que dormir en el suelo de nuevo!- exclamé.
Solo pude notar como mi madre asentía con la cabeza, ya era un hecho, el suelo sería mi cama.
Por suerte en mi maleta tenía lo necesario, ropa, pijama, cepillo de dientes, todo lo indispensable para pasar un día.
Mi madre y yo encargamos una pizza, porque no teníamos estufa para preparar algo, después de eso tomé un baño y me puse mi pijama, mamá me dio unas cuantas cobijas para ablandar el suelo, pero no funcionaron, este era igual de incómodo… Cuando menos lo pensé, me había quedado dormida a fin de cuentas no había dormido nada en el avión y tenía un gran cansancio...

martes, 17 de marzo de 2009

••Capitulo 3••

El tiempo pasa en un santiamén tres años en los que ahora daba un giro a mi vida…

El recuerdo de Jonathan perduró por todo este tiempo, como también esa necesidad de buscar a esa persona salvadora, la que evitó mi error. El único recurso o testigo de su presencia era mi madre, pero me empeñé a no volver a entablar la conversación para esquivar los malos entendidos que solían flanquearnos a mi madre y a mí.

Fue el día mas ajetreado, teníamos que empacar debido a que a mi madre le habían ofrecido un trabajo como docente en una de las mejores Universidades de California gracias a su desarrollada y empeñada labor profesional.
El tenerla a mi lado con su profesión me ofrecía la oportunidad de tener un maestro particular o una computadora programada a dar la información adecuada, completa y clara, y por esta razón el término «Colegio» no se encontraba en mi diccionario, ya que no asistía a este, con la enseñanza de mi madre era mas que suficiente. Ahora ella se regía por un frase: «Creo que necesitas socializar con personas de tu edad» ¿Por qué la decía? Había decidido inscribirme en ese Colegio aprovechando que mis conocimientos merecían una beca, la cual consiguió, dejando atrás los pagos excesivos solamente de la mitad del curso.

Texas era mi hogar, pero sería abandonado y reemplazado por una nueva Ciudad, en la que tal vez dejaría los malos recuerdos atrás para dar paso a un destino con una vida diferente.

-¡(tn)!- gritó mamá desde el vestíbulo.
-¿Que paso?- contesté desde mi recamara.
-¿Ya esta todo listo?-
-No creo que no... Solo me falta...- examiné a mi alrededor, para cerciorarme de que mis pertenencias estuvieran completas y ordenadas dentro de las cajas. Efectivamente, algo sobraba, la caja que estaba al fondo de mi armario; la bajé con mucho cuidado, no sabia su contenido pero aún así no quería que se maltratara.
Estornudé, estaba llena de polvo, la sacudí y la abrí lentamente, sin esperar lo que tenia dentro, « ¿Qué tendrá? » me pregunté, la curiosidad me mataba, sentí una emoción parecida a la que tenía una niña pequeña cuando recibía el regalo más grande el día de su cumpleaños.
-¡Wow!- exclamé con sorpresa, eran recuerdos de mi noviazgo con Jonathan, fotos, cartas, peluches, pulseras y detalles llamativos, todos regalados de él para mí.
Decidí guardar todo esto en un baúl, mientras juntaba todo esto acomodando de uno por uno, tomé un libro, el que con una memoria excelente recordé, un regalo de un día posterior a su muerte, este lo leería durante el viaje, así que lo metí en mi bolso y continué llenándome de nostalgia al mirar con detención los artilugios.
Ya estaba todo listo, guardado en cajas de variados tamaños […] Esa noche mi madre y yo tuvimos que dormir el piso —Todo un sacrificio— de la sala con una manta, ya que toda la casa estaba hecha un desastre…

La luz de la mañana me llegaba más intensa que encandilaba mis ojos, miré el reloj de mi celular aún adormilada, pero lo que logró despertarme por completo fue el notar la hora, ¡Las 7: OO a.m.! Era tardísimo, todavía tenía que desayunar, bañarme, vestirme, peinarme, en fin una extensa lista de cotidianas actividades apretaba mi horario en ¡3 horas! era poco tiempo del que disponía para realizarlas.
Mi madre ya estaba en lo que había sido la cocina, preparaba unos sándwiches, me zampé la comida lo mas rápido que pude y subí a bañarme, me puse un vestido un poco corto y unas zapatillas altas, después de un rato ya estaba preparada con quince minutos libres para un suspiro de cansancio.
El camión de la mudanza había llegado a recoger todas nuestras pertenencias para trasladarlas a nuestro nuevo hogar, pero las horas parecían durar solo sesenta segundos…

-¡Por Dios! ¡Ya es tardísimo!- exclamó mamá, inmediatamente llamó a un taxi que nos llevaría al aeropuerto.
La bocina sonó cuando menos lo pensé, tomamos nuestro equipaje, y salimos de la casa, subimos al auto, este arrancó, observaba por el retrovisor el como poco a poco nos alejábamos; el día era tan nublado que parecía que una tormenta se avecinaba con el resoplar de los vientos…

-¡Anda (tn) que nos va a dejar el avión!- bajó mi madre apresurada.
Íbamos con el paso a todo lo que daba sin parar en un solo momento arrastrando maletas, yo me arrepentía de haber usado zapatillas, estaba exhausta.-¡Corre!- gritó, mis zancos se agotaban a medida que avanzaba más, hasta llegar a entorpecerse, e incluso dando ligeros empujones a las personas que espetaban mi ruta, pero no logré ser tan astuta y un cuerpo chocó con el mío…

lunes, 16 de marzo de 2009

••Capitulo 2••

-¿Que te pasa?- Reclamó una melódica voz -¡Estas loca!- insistió con desdén, mis oídos estaban alerta captando cada onda de sonido, pero mis ojos denotaban un inmenso cansancio, nublando gradual la imagen de la silueta borrosa. Paulatinamente esa figura repleta de negrura se iba de mi sentido visual, como también el rastreador de sonidos de mi endeble anatomía…

-¿Que paso con mi hija?- escuché en el fondo sin lograr enfocar mi vista, solo pude reconocer la histérica voz de mi madre.
-Señora… ella… estaba a punto… de cometer el pero error- tartamudeó una voz incógnita, la misma del momento anterior.
-¿Cómo?- preguntó mi madre con un dejo de consternación.
-La encontré en la azotea, estaba por… lanzarse- repuso, aunque ahora entendía el tono de voz de una mujer preocupada, me extrañaba el hecho de llegar «Yo» a tal grado, incluso pensaba que solo era una pesadilla con demasiado realidad, de la cual era imposible despertar.
-¡No!- gritó exaltada -Pe... Pero no... Puede... ser- balbuceó incrédula.
-Así fue- respondió con rebosante seguridad.
Hubo un prolongado silencio de ambas personas en el que intenté recobrar la memoria para encontrar el archivo que me afianzara el juicio a tal argumento inverosímil.
-Debo darte las gracias… o una recompensa por salvarle la vida a mi hija- agradeció.
-Con solo el hecho de salvar una vida estoy satisfecho... ahora si me permite me retiro- se despidió, el chirrido de la puerta se escuchó y sus sigilosos pasos se perdieron en el aire.
Traté de mover mis músculos, pero estos no respondieron, mi decaimiento estaba por encima de todo…

-¿Hija?...- susurró mi madre en mi oído mientras que con una mano zangoloteaba mi cuerpo para conseguir despertarme. -¡Hija!- instó, mis parpados poco a poco se abrían dando paso a la luz de un nuevo día colada por los ventanales de gran extensión.
-¡Mi amor!- me estrechó entre sus brazos.
-¡Mamá!- dije emocionada, al mismo tiempo mis ojos desprendían lágrimas, con una razón de felicidad que no entendía, pues era el momento indicado para sufrir después de la tempestad, aunque la calma aún no arribaba.
-¿Estas bien?- soltó y tomó de mis hombros, asentí, fruncí mis labios acompañados con el río de lágrimas que descendían de mi rostro, el dedo de ella bloqueaba el correr de esta corriente de sal.
Su mirada compasiva cambió súbitamente y esta apuntaba en un blanco, mi cara. -¿Que ibas a hacer?- enarcó una ceja enojada.
-Pues...- la respuesta, no existía, yo no era conociente a mis actos. –Lo siento- me disculpé, fuera lo que fuera era menester el dirigirle una palabra, tal vez no convincente, pero tampoco podía dar una errónea, una disculpa sería mas que suficiente, o eso creía.
-¿Que pensabas?-
-No lo se… no se que pasó-
-¡Trataste de acometer contra tu vida!- regañó, mis ojos se abrieron, ahora mis dudas estaban aclaradas, sabía que las voces que resonaban en mi cabeza con la palabra «suicidio» ya era un hecho comprobado.
-Gracias a Dios que llegó ese muchacho-
-¿Quien era él?- inquirí, al menos eso era solo un recuerdo, la voz misteriosa.
-No me dijo su nombre-
-¿Y él donde esta?- escudriñé.
-Se fue ayer-
-Oh- una mueca de desilusión se formó en mi rostro.
-Pero, porque lo preguntas… ¿Acaso lo viste?- se quedo pensativa por unos segundos, yo iba a decir algo pero ver su cara buscando una agregación me obligó a esperar, parecía que hablaba sola con su mente, tal como una psicópata en debate con la mente, fruncía las cejas y negaba para ella misma.
-No... Pero quería verlo porque quiero darle las gracias-
-Ah… yo pensé que para...- hizo una pausa y me lanzó una de sus miradas pícaras, ya tenía la idea de que se trataban sus juegos.
-¡Ay mamá!-
-Era un buen muchacho… y muy guapo- tomó mi mano y la apretó con la mía -con esto que pasó pues… sería bueno que conocieras a otras personas- mi expresión mostró sorpresa por sus palabras. -Si quieres te digo como era- dijo emocionada. Pero mi semblante no coincidía con el mío, la apatía era abundante en este, no comprendía mi estado, de luto, la persona que mas amaba ya no era perteneciente a este mundo y no iría a correr a los brazos de otra persona por eso, yo no era así.
-¡No!... ahora si me diste razones para ya no hablarte, y prefiero un millón de veces... no... -Que millón- corregí -un infinito no conocerlo- dije airada.
-¡Ay! ahora me vas a decir que te harás monja o peor serás ¡una solterona!- sus acusaciones me alteraban.
-¡Pues si es necesario lo haría!- exclamé, estaba llegando a mi límite.
-Con esa carita no creo que haya muchacho que se resista- tomó de mi mentón con una mano, pero yo me solté bruscamente.
-¡Mamá! no digas tonterías, para mi el amor se fue, se esfumó, ¡se extinguió!- cada vez subía mas mi tono de voz.
-¿Cuales tonterías?- me reprendió, los puntos estaban a mi favor, la discusión estaba de mi lado, “pues yo era la que tenia razón”, y mi decisión no cambiaria. -¡Mira (tn)! ¡Digas lo que digas un día te vas a dar cuenta que estas equivocada!- vaticinó con seguridad, señalándome con un dedo.
-¿Si? ¡Pues no lo creo!- mi última palabra acabo con la estresante conversación...

sábado, 14 de marzo de 2009

••Capitulo 1••

A veces, cuando piensas que nada tiene sentido, buscas la manera de salir adelante o de plano no tienes salidas, en este caso sientes que nada en el mundo esta en pro a ti, los caminos se obstruyen y solo eres tú el único habitante, la soledad es tu única comitiva, la penumbra prevalece en el lugar, el silencio se apodera de el, los recuerdos vienen a la mente y la recorren en menos de un segundo, te sientes atrapado, encadenado, no encuentras la luminaria que te socorra a germinar, tú concibes el espacio en el que habitas, eres dueño de tus sentimientos y emociones; pero hay un límite, este no te permite proseguir, se apropia de ti y poco a poco toma un pedazo de todo tu ser hasta rebajarlo y comprimirlo. En estos momentos todo es completamente distinto te controla, no sabes cual es la mejor decisión, hay varias, pero entre todas esas eliges la peor...

Este es el mas claro ejemplo de mi vida, en el que te das cuenta que no todas las decisiones que tomamos son buenas; yo escuche una frase, la cual me hizo cavilar «La luz siempre sale entre la oscuridad» como también me percaté que no todo en la existencia del ser humano es mala, que hay personas que pueden ayudar, esas perfectas consejeras que logran sacarte de los colosales errores antes de cometerlos, pues es común arrepentirnos, demasiado tarde...

Era un día nublado, los rayos del sol estaban latentes tras el color negro en el ambiente, magnífico y concordante a estado de ánimo […] Caminaba por el taciturno pasillo del hospital; llevaba una bata blanca puesta, mi rostro afiligranado de lesiones y raspones vendados, mis pies estaban descalzos y podían percibir el piso gélido, mis ojos emergían una sustancia que corría mis mejillas desvaneciéndose en mis labios.
Había recibido el golpe más incisivo: La persona que mas amaba, había caído en un sueño, pero no cualquier sueño, un sueño eterno, yo quería imaginar y aferrarme a la idea de que al verlo postrado sobre aquella cama solo estaría descansando para después volver a abrir sus parpados, pero esta ilusión era derrumbada. Asimilar su partida era difícil, ya no me brindaría su cariño físicamente, sus besos ya no haría flanquear en los míos […] « ¿Que haría yo sin su presencia?... mi alrededor será cruel sin su presencia... el sentido de mi vida sin él se extinguirá» pensaba esto sin dejar de caminar instintivamente […] Un sentimiento invadía mi alma: La culpa.
Sin tener el más mínimo conocimiento de lo que hacia, abrí una puerta, sin saber a donde me conduciría, solo seguí mis impulsos, esta daba a la cúspide del edificio en el que se apreciaba que la luz del día se alejaba dando paso a la sombría noche; el viento soplaba vehemente con un toque de arrullo, volaba mi cabello y acariciaba cada poro de mi cara, mis ojos se cerraban y mis oídos estaban a alerta tratando de captar el mensaje que susurraba en mi oído, quería escucharlo «Hazlo, hazlo» Ordenaba, sentí como mis piernas obedecían dando precarios pasos, deteniéndose después cuando sentí un balanceo, en el que el equilibrio era escaso...

Un ceñir en mi cintura detuvo mi constante fluctuación, no tenía vitalidad y con dificultad abrí los parpados, un avistamiento borroso que distinguía una silueta frente a mi...

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