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domingo, 31 de mayo de 2009

••Capitulo 51••

Cada vez mi desfallecer ensalzaba, calles inhóspitas y negligentes era lo único que se topaba en mi andadura, los faroles apenas y alumbraban las banquetas con una luz fina y endeble, se decía que el sábado por la noche era el día de la semana en que los dipsomaníacos y delincuentes pendoneaban, eso me causaba una dosis de desasosiego, examinaba todos mis alrededores con una expresión de arrepentimiento por ser tan porfiada.
Me embracé a mi morral trepidada por conforme me internaba mas en la ciudad yerma sin “gente de bien” […] -Shh- escuché, mi corazón pulsaba horrorizado, miré de soslayo hacía el callejón, encontrándome con una figura sospechosa recargada sobre la pared, no hice caso y apresuré mis trancos […] Sus pasos detrás de mi me escoltaban.
-No te vallas- propuso una voz gutural. -No te haré daño preciosa- faené por correr, pues no había nadie a quien pudiera pedir socorro, pero mis ineptos pasos me perfidiaron y no tomaron la velocidad suficiente e inesperadamente hicieron el tipo me acorralara.
-Toma, no tengo mucho dinero, pero me déjame ir- estiré mis manos entregándole mi morral.
-Te equivocas muñeca, no quiero dinero, si no…- atiborró de mi brazo y me atrajo a su cuerpo con tropelía, yo solo me titubeaba lloriqueando.
-No, por favor- imploré.
-¡Cállate!- gritó, sacó de su bolsillo una navaja de filo pulido, mi respiración era mas honda, las lágrimas profusas, por la mente me pasó la mas obvia apercepción de lo que iba a advenirme, una chica inválida no lograría salir sana y salva con un criminal; también hice mi testamento conceptual, el sarcasmo no se habilitaba a la circunstancia, pero ¿Qué mas hacía? Con llorar y gritar no ganaría nada, mejor emplear esos minutos en mis pertenencias distribuidas a cada miembro con equidad.
Percibí como la cuchilla de su faca bajaba delicadamente por mi pierna, mientras tanto su nariz olfateaba mi cuello.
-Suéltala- en cuanto escuché eso sentí como una luz celestial me refulgió, el individuo se distrajo y con eso aproveché para lacerarlo con mi rodilla entre las piernas quien adolorido e iracundo me libró.
-Maldita mocosa- blasfemó.
-¡Joe!- exclamé, jamás me había dado tanto regocijo al verlo y en cuanto lo tuve cerca me empiné a él exprimiéndolo en un abrazo que fue correspondido […] Me soltó cuando el hombre se acercó, le dio una puñalada nervuda en el rostro tirándolo al suelo atolondrado.
-Vámonos- tiró me mi mano.
-Espera- junté mi morral y le di una patada en el estómago al idiota, no era bohemia y me desquitaba ¿Cómo se atrevía a tocarme? Y eso le pasaba a todo el sinvergüenza que me confinaba sin mi unanimidad.
Caminamos hasta la esquina en la que estaba aparcado su auto.
Abrió la puerta, entré y él giró al lado contrario, accedió, insertó la llave e inició la partida.
-¿Cuándo dejarás de ser tan loca? Te podría haber pasado algo peor- dijo en un suspiro con una mirada autoritaria y encolerizada.
-Pues… no hubieras venido… lo tenía todo bajo control- repuse ofendida, no tenía la mas minúscula idea de lo que excusaba, y en realidad su llegada había sido una bendición.
-Si, se nota… llorona- objetó irónico.
Me quedé boquiabierta y ceñuda ante su comentario.
-Lo único que hiciste bien fue golpear al tipo como a mí, tu sabes donde, me imagino como le habrá dolido al pobre- opinó.
Me quedé callada, era mi “héroe” pero eso no quería decir que lo iba a alabar, eso iba en contra de las leyes de la altanería.
-Gracias- dije cortante con la cabeza gacha.
-¿Qué?-
-Gracias- repetí.
-No te oí- si, eso ya era juego, no era una grabadora, ni mucho menos tenía micrófono para nombrárselo al sordo.
-Si oíste-
-No… pero me debes una- sonrió.
-¡Ja! Ni creas, yo no…-
-Vas a hacer lo que YO te diga- me interrumpió, lo miré extrañada y absorta.
-¿Qué?, ¡Estas loco! ¡Yo no pienso ser tu… tu esclava!- reclamé ¡Vaya que ser salvada costaba, y muy caro!
-¿Quién dijo que serías mi esclava?... Más bien pensaba otra cosa- despegó la vista del camino y me consagró una sonrisa pintoresca…

viernes, 29 de mayo de 2009

••Capitulo 5O••


-Ahora que sabes lo que siento, no veo el alegato de tu huída, tu rechazo- musitó incontinente en mí oído, una tonada que imantaba en mí endógena, aprehendiéndome y dejando salir en boga mis más arcanos pruritos.
Su respiración cálida abrigaba mi cuello preparado para atacarlo con maña igual que un león a su presa, solo que su pillaje era un fácil bocadillo esperando con ansia la llegada del depredador para ser devorado.
Una vez que esta parte de mi piel era extraída en uno de sus besos apetecibles me viré para quedar frente a frente y engullir sus labios con un control desorbitado.
Mis brazos circunscribieron su cuello y los suyos a mi cintura haciendo una presión mayor a medida que aceleraba el compás del besuqueo.
Sus manos acariciaron mi envés en un camino que iba y venía por la línea de la columna vertebral, cada vez que hacía esto alzaba el borde de mi blusa dando paso a una caricia sublevada por debajo de ella […] Esta prenda fue despojada de la noche a la mañana; ahora un espacio máximo pero no asaz era palpable por la parte inferior de sus manos.
Su lengua proclamaba una contienda a la mía…. la lucha era reñida aún el ganador estaba ecuánime, se definiría un empate.
Tomé el bordillo de su playera y comencé a subirla lentamente haciendo un contacto en su piel que me soliviantaba, mientras esta salía por su cabeza y tapaba su cara admiré su muy trabajado abdomen con una punzada de incitación, la saqué y me enfoqué en su cuello mordiendo cada mancha pigmentada que se embozaba en el sin dejar escapar ni uno […] Soltaba un tenue gemido que despertaba el ser depravado que tenía dentro con una actitud irreconocible, la pasión.
Miré de nuevo sus deslumbrantes ojos de excelso bruñir con una sonrisa que se curvó en nuestros labios la cual implicaba genuina intención impúdica.
Sus pasos estrambóticos y rudos conducían mi cuerpo a la pared más conexa, estampándome acicaladamente sobre ella; tomó por debajo de mí rodilla —La articulación interna— y la levantó para hacerla cercar su cintura, dejando el peso de mi cuerpo recaído en una sola tal como una garza o una bailarina de valet con un equilibrio magnífico esto le permitió masajear mi muslo con desenfreno.
Entretanto mis ojos se arrullaban, de nuevo periclitó por mi cuello, que dilaté dándole un terreno para un mejor un abastecimiento de acuosos besos que me bañaban de un encendimiento inmoderado, despaciosamente recorría mis hombros con una acotación, el tirante de mi sostén, sus dedos índice y cordial lo dejaron caer a mitad de mi brazo y siguió con su jornada, lo mismo sucedió con el otro. Sus manos excursionaron mi espalda con una meta que se veía en proceso cuando desabrochaba los broches de mi sostén. Un ápice se adueño de mi cuerpo, el nerviosismo ya era un complemento un agasajo…
-No… espérate- pronuncié ajetreada volviendo a pararme en mis dos piernas y tapando mi pecho en un abrazo a mi misma, ojeando al suelo con vergüenza e incluso con el almacenamiento de sangre en mis mejillas y una sensación de desliz.
-¿Tienes miedo?- preguntó buscando mi mirada.
-Es que no es solo eso… esto se debe hacer solo si existe un sentimiento mutuo… yo… yo… aún no se…- tartamudeé.
-Tranquila- corrió un mechón de mi cara sosteniéndolo detrás de mi oreja y levantando mi cara con su dedo pulgar en mi mentón.
-Solo… necesito tiempo… para asimilar esto- sollocé sin lograr reprimir la corriente de agua salada, me sentía ingenua al llorar, pero en ese momento luchaba con una torrencial borrasca de un estado de ánimo armado por una conmoción que escoñaba mis impulsos dejando solo el hoyo en el que languidecía.
Salí de asediar y volví a acomodar mi ropa un tanto arrugada por la psicosis de mi reciente actuar, asimismo parodió mi actuar y colocó su playera en su tronco, cabalmente donde debía estar, y no el es suelo.
-Perdóname… de nuevo- murmuró cerca de mi hombro.
No era muy típico de mí el ser tan indulgente con una persona, pero debía mantener esa actitud dura y cruel […] El talón de Aquiles fue extirpado a la luz y era el hecho de su instigante camelar, ese que alocaba el dispositivo de regulación haciéndolo dar volteretas hasta desazonar.
Recobré mi amargura y atiné a su mirada -Solo mantente alejado de mi, yo no puedo sentir nada por nadie- recalqué el «Nada» y sonreí irónica.
-Eso lo veremos- pugnó con brío, profetizando mi futuro en una sola frase.
Tomé mi morral y me cursé con pasos fornidos hasta la puerta roté el picaporte y la abrí con un suspiro hastío, apreté los ojos y incliné mi cuerpo para salir.
Azoté la puerta y deambulé por la colonia hasta la calle principal esperando el autobús.
-Diablos- barboteé después de infinitos minutos en los que no pasaba ni un ánima, pero a las 11:OO de la noche —Casi otro día a diferencia de una hora— no era muy usual ver a una adolescente de 18 años —Muy pronto 19— rondando solitaria por las nocturnas tinieblas de las calles y callejones.
Arriesgándome a cualquier peligro eché mi paso a circular, tal vez no con la valentía, pero si con el deseo de tirarme en la cama y dormir entretenida en un mundo de sueños y no a la vida real, que era mas agonizante y delirante que una ensoñación color de rosa…

martes, 26 de mayo de 2009

••Capitulo 49•• (2ª parte)

Sus húmedos besos bajaban para refugiarse en mi cuello dejando estelas anodinas embaladas por la situación. Sus manos que por indeterminado tiempo se mantuvieron sosegadas revivían de su lápida para reconcomer mi piel con una mansedumbre que no me remolía en lo más nulo, que me llevaba a recrear un deleite.
Mis manos agarraron con sutileza sus mejillas para buscar su castaña mirada y eslabonarla con la mía, con el objeto a mensurar la euforia con la que me dedicaba la palabra más importante del ser humano, la que ilumina el sendero de la oscuridad, la que emancipaba de los adversos y la que gestaba todo compungir en un rebosante latir eufónico, descifraron sin ambages la misiva, la frase que englobaba cinco letras ejercía con efectividad en sus pupilas ya nada enredaba mis pensamientos, la razón de sus actitudes estaban ahí.
¿Algún día saldrán enunciadas estas palabras de mis cuerdas vocales dirigidas a él?
Esa era mi inquietante pregunta, ¿Lo amé, lo amo, lo amaré? ¡Quién me sacaría de esa duda!
Sin darle más rodeos a mi mente y rendido dinamismo capturé su labio inferior realizando una presión rasa con mis dientes para embargarme con el regusto que impregnaba cada desenfrenado beso que me brindaba…

¿Un vibrador?
Recordé el teléfono ¡Mi madre! La persona que me desató con su magia de la locura a la que estaba expuesta, me separé de él y volví a una postura sentada, busqué el teléfono entre los bolsillos de mi falda sintiendo como el teléfono se sacudía mas fuerte con cada segundo.
-Hola- respondí jadeante.
-Hija, ¿Estas bien?... ¿Estas… agitada?- abrí los ojos al ver que su oído captaba TODO.
-Si… es que estaba corriendo- mentí.
-¿Y eso?... no se supone que tu ibas a hacer una investigación, a menos que sea deportiva entendería el motivo de tu corrida… tan tarde- ¿Tarde? ¿Qué hora era?
-Si, pero… mi amiga me retó y… pues me ganó… creo que debería practicar en mi condición física, la hora no importa- tartamudeaba como una torpe.
-Que rara eres, pero no quiero que te demores- ordenó.
-Si, voy para allá, adiós- colgué la llamada y miré el reloj del teléfono, 1O:26 p.m. marcó.
-¿Era tu madre?- la voz que me aterrorizó teniendo el conocimiento de mis actos, la piel se me atiesaba.
-Si- dije con un hilito de voz y la cabeza agachada mirando “el suelo”.
-¿Y estas con una… amiga?- dijo reprendiéndome.
Asentí con la cabeza aún con la mirada perdida.
Tragué valor -Si, y es mejor que me valla porque me va a regañar mi madre- giré la perilla y salí corriendo por los pasillos vanguardistas, las escaleras fueron un reto ya que los millones de escalones y mis ineficaces pies casi mi hacían caer.
Antes de pisar el último peldaño sus brazos me detuvieron en un ceñir por la espalda…

lunes, 25 de mayo de 2009

••Capitulo 49•• (1ª parte)

Esta es una pequeña introducción de lo que será el capitulo 5O, o sea una 1ª parte, ¡Creo que les va a encantar! podría haber hecho hoy esa parte y complementarla mañana pero decidí darles un pedacito y no dejarlas tan "picadas" con este también se quedarán así pero digan que se los adelanto ¡Eh! soy tan mala que no les pondría nada pero esta vez mi subconciente me ordenó «Pónselos, pónselos, PÓNSELOS» y pues aquí me tienen jajaja, me ganó.
Dejen comentario ¡Eh! ya saben TODO y de preferencia una idea de lo que piensan o les gustaría que pasaría en la 2ª parte.
¡Goodnight & Goodbye!
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Concerté seguirle la jugarreta pues mis vislumbres no eran aún comprobadas.
-Oye, Joe, ¿Entonces a las dos, a mi amiga y a mí nos gusta el mismo?-
-Si- afirmó.
-¿Y mi amiga sabe con convicción lo que siente por ese chico? O ¿Es simple atracción?-
-Bueno… así que sepa bien… no, pero está segura que no solo le atrae, si no… que… es algo innovador lo que fructifica dentro de ella-
-Oh… y si por alguna razón… no se… el chico no crea sentir “algo” por ninguna de las dos-
-Ah… pues no se porque el andaría besándose con tu amiga, si no es correspondido, como tu mencionaste, quiero decir que el no puede estar aceptando cada beso que tu amiga le de, porque podría pasar que ella al último lastime tus sentimientos y los de él- me sorprendían tanto sus palabras y más porque en ellas se encontraba el mensaje subliminal que me difundía, no quería testificar que esa persona era yo, pero percibía como un monigote me golpeaba la cabeza con ímpetu como queriéndome desatar la venda que me enmoquetaba los ojos y gritándome furioso «¡Cabeza hueca, no seas tan tonta!» admito que las ganas por apretujarle el cuello por ser tan deslenguado conmigo eran excesivas pero solo era mi conciencia.
-El solo esta confundido, necesita darle tiempo a las dos para precisar si puede existir un sentimiento mutuo… solo que las posibilidades son pocas- respondí con lisura.
-Tú no entiendes- sus ojos acribillaron los míos -No se si pueda resistirme a tenerte… así de cerca y…- su respiración se aglomeraba a la mía, su aliento mentolado era sustraído por la inhalación de aire por mi garganta, como un sedante, ya que mis parpados se cerraban a la par de los de él, sin abstenerse; mi corazón pirueteaba hiperactivo y mis músculos estaban inmóviles.
-Joe… no…- pronuncié entre suspiros, pero interrumpieron sus labios actuando contra los míos, débiles y temerosos, sucumbidos por el efecto de su poción.
-Te amo- susurró en mis labios, el inferior tremoló al escuchar una palabra renaciente en mis entrañas que atemorizaba en un sentido gallardo.
Abracé de su cuello, mis movimientos corporales estaban embrujados; encaminé sus rebordes exteriores carnosos hasta los míos para volver a disfrutar el sabor exquisito que me inyectaban un insatisfecho revuelo.
Lenta y suavemente enredé mis dedos en sus mechones destocando su alborotado peinado, su mano entró en una búsqueda prospera para encontrar la mía, entretejo nuestros dedos…

domingo, 24 de mayo de 2009

••Capitulo 48••

-Personales- agregó, ahora si tenía que mantener presa a mi curiosidad, era inteligible que las razones “personales” eran privadas, y preferí hacer como si la lengua me la hubiera comido el gato, solo en seguir preguntando, claro, conversaciones ajenas a esas, eran recibidas.
-Bueno… comencemos… ¿Si?... muéstrame lo que hiciste- encargué, él se dirigió a una mesita que contenía cantidad de hojas, me las dio en manos y revisé con recato el escrito, una a una cada hoja, las faltas de ortografía no hacían falta en el documento, pero referente a la investigación estaba… perfecta, mejor de lo que esperaba.
Pasaban los segundos, minutos, horas, un prolongado tiempo el que nos tomó el ordenar y juntar ambos trabajos para tener una tesis limpia, ordenada y correcta. Aún no terminábamos, pero eso si, mi necedad nos llevó a continuar, sin importarle como el tiempo volaba y el sol daba su despedida para saludar a la luna y a las luces diáfanas esparcidas a lo largo de las y tinieblas de la noche.
-(tn)… ¿No crees que ya es un poco tarde?- arraigó con su mejilla puesta en los nudillos de sus manos y los parpados entrecerrados.
-Ya pronto acabamos, solo faltan unos cuantos párrafos- abjuré, lo que quería era terminar lo más rápido posible, a mi consideración era poco el tener que pasar diez hojas pasadas en limpio. Al igual que a él, mi cansancio me carcomía…

-Al fin- dijo en señal de salvación y libertad alzando los brazos y con una sonrisa galardonada.
Me puse de pie con la brazada de hojas. El elucubrar que iría caminando por las calles con un cargamento pesado de 5O cuartillas me daba pereza y eso manifestó mi mueca.
-Si quieres puedes dejarlas aquí- recomendó, preveía que mi expresión lo decía todo y su compasión estaba a mi servicio ¿Por qué desperdiciarla?
-Esta bien- afirmé. -¿Dónde las pongo?-
-Oh, en mi habitación-
Giré mi mirada por toda la casa y volví a su mirada -¿Dónde esta tu habitación?- sonreí apenada, lo mas posible era perderme en el laberinto y necesitaba de un asesoramiento experto.
Risoteó -Sígueme- caminó ascendiendo por las dilatadas escaleras conmigo detrás, el último escalón fue un alivio ya que mis piernas se entumían a medida que avanzaba, el pasillo llevaba la similitud de un hotel, puertas y mas puertas lo componían.
Giró la manija de una puerta, por el aforo y el desorden que danzaba dentro, podía decirse que era su habitación.
-Disculpa el desorden- ¡Qué cínico era! Dejé las hojas sobre lo que parecía ser el colchón, pues no era fácil distinguirse entre el cuchitril.
-Deberías recoger…- me agaché para tomar una prenda muy cuidadosamente con la yema de mis dedos y una expresión repugnante -Esto- reí al ver como sus mejillas se tornaban coloradas ante sus boxers entre mis dedos.
-¡Oye! ¡Eso es mío!- los quitó con violencia y arrojó a otro punto, si la escoba no era de su conocimiento, mucho menos el orden.
-Si fueras mas responsable en el aseo de tu aposento no te pasarían estas cosas- le burlaba con gozo.
Me fulminó con la mirada -Mejor ya vete- se aproximó a mi y jaló de mi cintura, yo recaía todo mi gravamen para evitar que sus fuerzas le ganaran a las mías, pero sin planearlo ambos cuerpos fueron conquistados por un vértigo, el embistiendo encima de mi, y yo en un montón de ropa que amortiguo mi caída atroz.
-¡Quítate!- exclamé.
-No- las palmas de sus manos se posesionaron en el piso una a cada lado de mi cabeza mientras sus brazos reforzaban su torso. Iba a gritar ociosamente puesto que no había nadie en la casa, pero mi olfato detuvo mi atronadora señal de auxilio.
-¿A que huele?- mi nariz buscó lo que tan mal olía, y se encontró con la bazofia de lo que debió haber sido pizza en el pasado. -¡Que asco!- refunfuñe.
-Se ve apetitosa ¿No?- bromeó o eso creía.
-¡Ya déjame ir!-
-Te dije que no- pugnó.
-¡¿Ah no?!... si no te vas a quitar mejor dime todas las repuestas que me debes-
-Claro, soy todo oídos- yo esperaba que terminara huyendo —Otra vez— pero bueno tenia que aprovechar que después de tanto esperar por fin estaría mi orden de respuestas... aunque era incómodo atender las aclaraciones de una persona que tienes sobre sí, sobre la propia persona que escucha.
-¿Por qué me tapaste la boca cuando iba a decir que ibas a volver a besarme?-
-Fácil, porque estaba Jason ahí-
-Si, pero, ¿Que tiene que ver Jason?-
Vaciló unos segundos -Pues él… siente… algo por ti- dijo serio con una expresión amarga.
-Bueno… y ¿Qué problema tiene que el sepa que su “mejor amigo” lo agujere por la espalda?... no quiero decir que yo también sienta algo… un ejemplo, a mi no me gustaría que mi supuesta mejor amiga se estuviera besando así, tan campante con el chico del que estuviera enamorada, y mas si ella sabe mis sentimientos hacia el- expresé a mi forma de apreciar “el triángulo amoroso”.
-Emm… digamos que hipotéticamente tu amiga y tu están enamoradas del mismo chico, ¿Que harías?, ¿Luchar por él o dejarle el campo libre a tu amiga?- fruncí el ceño azarosa.
-Buena pregunta- mordí mi labio inferior -Pero… ¿A qué viene?-
-No, no, a nada, solo me gusta conocer opiniones- balbuceó nervioso.
-Eee… creo que si soy correspondida si haría lo que fuera por su amor-
-¿Y si estuvieras en el lugar de tu amiga?- preguntó.
-Mmm… pues lo mismo, solo que al revés, aunque no sería justo y tal vez al ultimó quedara como el perro de las dos tortas, es decir sin nada o nadie… pero nadie manda al corazón, se rige solo, escoge y el hombre solo lo siente-
Se quedó callado, muy pensativo, en eso acomodé la referencia que tenían sus preguntas a la situación, solo que cambiadas, dos hombres, amigos, y una chica, ¿Yo?...

viernes, 22 de mayo de 2009

••Capitulo 47••

(Tn)••--

-Mamá... tengo que ir con una compañera a realizar una investigación- intenté parecer lo más adusta posible, embelecar a mi madre era un proceso intrincado; conocer su modo de ser me daba mucho que pensar y esto concluía con una “mentirilla piadosa”.
-Y… ¿A qué hora llegaras?- pregunto con cierto recelo lo que me hizo crear un nerviosismo que erizaba cada vello de mi piel.
-No lo sé- bisbisé.
-Quiero que hagas algo, llévate mi teléfono, por si algo se ofreciera, solo quiero asegurarme de que estarás bien, que no te pierdas, no conoces la ciudad y…-
-Mamá, confía en mi, no soy una niña, se cuidarme- sostuve, execraba el trato hacia mi sobre protector, estaba en la edad, la etapa en la que te desarrollas mentalmente, y una idea exhumada era la de alcanzar mi independencia, dejar de depender del mayor para tomar decisiones propias y sobre todo ampararme por mí misma.
Puso la mirada en blanco -Okay, solo llevate mi teléfono- dijo rendida.
Sonreí atemperadamente y subí a mi habitación para tomar mi morral con las hojas de trabajo que realicé días anteriores con sumo esfuerzo, solo deseaba que Joseph hubiera tomado ese mismo esmero en su parte de la tarea.
Llevaba puesta una blusa de resaque con un estampado psicodélico y una falda de mezquilla aproximadamente de 8 dedos arriba de la rodilla, puesto que la mañana del sábado era un ardoroso ambiente, la radiante luz del sol quemaba con solo un toque directo a la piel en un lapso exiguo.
Descendí por las escaleras en una zancada rectilínea a la puerta.
-(tn) el teléfono- nombró antes de que girara el picaporte.
Suspiré agudamente y llegué hasta a ella, arrebaté el teléfono de sus manos y salí de la casa sin siquiera despedirme de mi madre con uno de sus empalagosos besos que solía darme —Los detestaba—
Después de una larga caminata di con la dirección, una colonia de personas con alto valor monetario, reflejado en lujosas casas con jardines gigantescos.
Me preguntaba si no me había equivocado y mi memoria fallaba cuando presioné el botón de la contestadora que estaba a un costado de un barandal inmenso.
-¿Quién?- respondió una voz distorsionada detrás del aparato, era parecida a la de Joseph, así que con pena dije, tragando saliva para refrescar mi garganta seca.
-¿Joe?... Soy (tn)-
-Lo siento, pero aquí no vive ningún Joe- sentí que la vergüenza de me subió hasta la cabeza.
-Perdón, pensé que…-
Oí como rieron ¿Pero que le causaba tanta gracia al tipo?
-Soy yo, enseguida te abro-
Enojada grité por el aparato: -¡Ni los fines de semana dejas de ser tan fastidioso!-
-No… seré fastidioso perpetuamente- afirmó una voz ahora mas afinada, ya no era desentonada, el ya no uso de la contestadora la cambiaba mejor haciéndola melodiosa, estaba dentro encajando la llave que abriera la cerradura.
-Pasa- sonrió dándome el paso, me quedé admirada ante la belleza del edén que rodeaba la casona, flores coloridas y con una notoriedad de un cuidado perfecto, con un verde césped acoplado a la maravilla visual y para añadir una boscosa zona, con árboles de sombra acogedora.
-Vamos, por acá- su manó enlazó la mía, una leve descarga eléctrica vagó por mi cuerpo cuando hizo esto, después, una extraña sensación quedó como pleonasmo.
Entramos al sofisticado inmueble indescriptible con la gran maravilla con la que estaba adornada, un buen gusto por parte a la persona que había decidido el acomodo de cada mueble, tomando un lugar exacto en todos los rincones, esa era la entrada; vaticiné que ese era solo el principio a lo que contenía todo el lugar.
Joe no decía nada, solo me veía tal vez con la cara de absorto que tenía dibujada, la misma con la que yo lo observé cuando me enteré que la escoba no era su fuerte —Uno no veía a menudo tanta opulencia—
-¿Te gusta cierto?- preguntó deteniendo a mis ojos vagos.
Su mano me indicó el sillón, me senté y recorrí de nuevo con la mirada los parajes, hizo lo mismo a un lado mío recargando su codo en el respaldo.
-Es lindo… Pero… ¿Y tu familia?... ¿Vives solo?- interrogué con avidez.
-No… mi familia salió hace una semana, también el torbellino de la casa, Frankie- repuso mirándome con sus castaños ojos penetrantes.
-Bueno… ¿Y por qué estas aquí?... digo… ¿Por qué perder la oportunidad de no venir a la escuela por algunos días?... sinceramente, no creo que atrasarte en las clases sería un motivo adecuado para ti-
-¿Consideras que no me interesa la escuela?- arqueó una ceja con una sonrisa.
-Tal vez piense eso- admití desafiante.
-Pues quizá tengas razón, tengo… otras razones-
-¿Cómo cuales?- sin programarlo mi subconsciente controlaba las preguntas que suscitaba mi metijona mente, como también llevaba una guarnición de mis movimientos, mi espalda se inclinaba poniéndose en guardia retándolo a los balazos de preguntas y respuestas que remataba uno sobre el otro…

miércoles, 20 de mayo de 2009

••Capitulo 46••


Sus ojos comenzaban a abrirse asemejando los botones floreciendo con una fascinación expectante.
Cuando distinguió mi cuerpo tomándola, las membranas movibles de sus ojos hacían una oscilación vertiginosa, con una chispa de incredibilidad.
-Suéltame- gritó fría zangoloteándose.
Acaté rápido, y claro si por mi hubiera sido la tendría abrazada toda la eternidad, pero había un obstáculo, Jason, la amistad de un amigo que estaba en juego, a punto de arrojarse por la borda con cualquier error.
-De seguro este es otro de tus intentos por bes…- tapé su boca antes de que pudiera completar dicha frase, ella no estaba enterada de la presencia de Jason pero con o sin el sabía que (tn) gritaría eso a los cuatro vientos sus berrinches saboteando mi papel de persona fiel a un amigo.
-Cállate- musité.
Su mirada desconcertante se clavó en mí como una estaca.
-¿Nos vamos?- indagó Jason con una sonrisa de oreja a oreja, me preguntaba si era tonto como para no darse cuenta de la realidad de una tercera persona, o sea yo “enamorado” de la misma chica que el, o si de plano yo actuaba tan bien como para ganarme un Oscar, pero preferiría entre varias opciones la segunda, no era conveniente que el supiera de mis sentimientos aferrados y convalecientes.
Jason dio media vuelta y echó a andar su paso, (tn) tocó mi brazo antes de que yo también lo hiciera y murmuró:
-Quiero que me expliques-
-Lo haré luego- arqueó una ceja no muy conforme a mi respuesta, para esto debía convencerla lo antes posible. –Lo prometo-
Suspiró vencida y adelantó su paso.
Durante las aburridas clases de geometría en las que el maestro explicaba las propiedades del espacio con un pantógrafo, daba vueltas a mi cabeza explorando el cúmulo de ideas con razones para darle la respuesta a (tn), no estando tranquilo de que ella dejaría pasar un argumento comprometido.
El día transcurrió común y corriente, sin prestar atención —En una de mis materias preferidas — por buscar una satisfacción a una incertidumbre que al final no hallé.
Era la última clase para regresar a las casas, una vez rematada salí escabullido evitando toda clase de llamados, sobre todo uno el de (tn).
Salí al aparcamiento, me percaté, mirando a todos lados, de que nadie me notara, saqué las llaves de mi auto y me encaucé hasta el.
-Pensé que nunca vendrías- una aldabada.
Ahí estaba ella, reclinada en una de las puertas de mi auto, con los brazos cruzados, la pierna izquierda enrollada sobre la derecha y la mirada impúdica.
-¿Qué ocupas?- pregunté imparcial sin mirarla a los ojos.
-Vine a cobrarte- barboteó.
-No tengo tiempo para tonterías- registré entre mi llavero la llave que abría la cerradura de mi auto, mis dedos se volvían de mantequilla gracias al nerviosismo, cuando al fin pude encontrarla la introducí con dificultad viendo como mi mano titiritaba.
-Es enserio, quiero oírte- su mano asió la mía deteniendo la inclinación de mi mano cogiendo la llave para girar el broche que abría la combinación de la puerta.
-En otro momento, de preferencia que no sea aquí, en la escuela… si quieres podemos ir a otro lugar ahora- bufó.
-Ahora no puedo- dijo en un quejido soltando mi mano y entrechocando esta en la palma de su mano contraria.
-Mmm… tenemos que hacer la investigación de Química, tal vez en esos días hablemos- aconsejé.
-Había pensado algo, yo hago mi parte, tu la tuya y nos juntamos un día… ¿Qué tal el sábado?... para complementarla-
-Me parece perfecto… ¿En tu casa?- mi pregunta la llevó a un sobresalto.
-¡No!... en la tuya-
-Esta bien, ¿Paso por ti?- inquirí.
-No, yo puedo valerme por mi misma, solo dame la dirección y llego ahí el sábado- le indiqué la dirección y ella pareció anotarla en su memoria.
-Adiós- se despidió.
-Adiós- respondí con una disimulada sonrisa, y un suspiro melancólico grabando cada uno de sus pasos que indicaban cada segundo una lejanía…

domingo, 17 de mayo de 2009

••Capitulo 45••

Contemplar su rostro por un largo tiempo me inmergía en esa curiosidad de averiguar el sabor de sus labios rosados, no pude contener esas ansias y en un movimiento lento me acerqué a ella alcanzando un roce de narices… Joe••-- Era un chasco de mi propio ser el estar con Allison cuando sabía, no con convicción, pero conocía la existencia de una atracción o algo más insigne por otra persona, era un imbécil empedernido que no se daba cuenta de la inmutación de cambios con giros circunvalantes. Salí del salón dejando a Allison con la palabra en la boca, necesitaba aclararme para después tomar decisiones correctas, jamás la errónea, metí las manos en los bolsillos de mi pantalón y rondé por todos los alrededores buscando soluciones en una hazaña enveredada sin darme cuenta de la singladura de mis piernas llegué al jardín, con un reservado hábitat, la luz diáfana de las líneas calurosas que despeñaba el sol a medio día iluminaban la hermosa y pacífica zona verdosa. En mi caminar de reflexión encontré algo o mejor dicho a alguien y para ser mucho más específico personas, mi mejor amigo y (tn) abrazados en una banca alejada a mi acuartelamiento y a milésimas de distancia adecuada para un besarse, a ella se le veía de lo mas calmada, solo conmigo era una fiera en guardia preparada para atacar en cualquier oportunidad, súbitamente sentí como me hirvió la sangre, ¿Celos? Caminé a una velocidad extranormal hasta situarme justo al frente. -¿La están pasando bien?- pregunté almacenando la ira que circulaba por cada vena de mi cuerpo. Jason dio un saltito asustadizo levantando la cabeza antes de besarse, pero (tn) no respondió, mantuvo los ojos cerrados, estaba dormida en los brazos de Jason, ahora captaba el porque de su pérdida de instinto. Arqueé una ceja y crucé los brazos dirigiendo una mirada reconvenida a mi amigo, quien de inmediato se puso nervioso y viró su cabeza a todos lados detrayendo mi rostro retador. -¿Qué aprovechado eres?- llevé la mirada a un punto lejano y reí disimuladamente. -¡Oh!... vamos Joe, solo iba a ser un besito, chiquito- rogó como evasiva. -Si estuviera despierta, no saldrías vivo- reí. -¿Y tu como sabes?... ni que la conocieras tanto… o que ya la hubieras besado y fueras un experto en sus reacciones- dijo defendiéndose, pero para mi fue una acusación, un preso culpable, culpable, culpable, al que no tenía otra opción que mentir para parecer inocente. -No… son solo… hipótesis mías- sentí como las gotas de sudor brotaban de mi piel. -Eres muy observador, deberías ser detective, creo que es exactamente lo que haría ella, golpearme hasta partirme en pedazos- aseveró con temor, mientras yo salí descodado de la gran piedra que me aplastaba. -Aunque con esta carita ¿Quien se resiste?- frisó con ternura las mejillas de (tn) con la yema de su dedo pulgar, otra vez ese monstruo verde me poseía. -Bueno Jason, ya déjala, no vaya a ser que se despierte y yo terminé yendo a tu funeral- discurrí. -Que buen amigo eres, siempre protegiéndome, por algo eres mi mejor amigo, no que digo amigo, mi hermano- —Ya no sigas— imploraba, los resentimientos me volvían una inmundicia, pero yo no pedí que fuera ella la que me hiciera sentir algo nuevo, renovador, que por cierto tenía que tantear si no me estaba equivocando y solo fuera otra confusión mas y no un concebimiento. Sonó la campana y comencé a andar. -Joe, ¿Como me la quito?- preguntó en un tono de un menor demasiado chiqueado. -Yo que se, pégale para que despierte- expresé sarcástico, en verdad no quería eso, pero era una forma de desviar los recelos que tal vez zascandileaban en Jason. Apachurré los parpados, los abrí y me acerqué a el. -Haber te ayudo- tomé a (tn) de los brazos, era igual a una muñeca de trapo, habitante del limbo, es decir que vivía sin pena ni gloria. Su peso se me vino encima que casi me hizo caer al suelo con ella arriba de mí, pero gracias a la agilidad de mis brazos alcancé a tomarla por la cintura…

sábado, 16 de mayo de 2009

••Capitulo 44••

Refregué mis párpados con el dorso de la mano, enfocando con precisión la figura perfecta que se dibujaba frente a mi nubosa vista.
-¿Qué no te enseñaron que observar a las personas dormidas es de mala educación?- articulé en un ahogado bostezo.
-Cierto podría llevarme un gran susto la próxima vez- sonrió burlesco.
Fruncí el ceño y enderecé mi espalda encorvada.
-Que tonto eres- le di un manotazo en el pecho, me puse de pie y caminé frenándome al escucharlo con su voz sesuda antes de cruzar el arco de la puerta.
-Quiero aclarar lo que pasó ayer- dijo serio, solo escuché el chirrido de la silla al pararse, sus pasos obtenían hacer dispar al silencio furtivo que radicaba.
-No quiero hablar de eso- traté de aparentar desinterés -No hay nada que aclarar, eso estuvo mal, tu… tu tienes novia y yo…- sollocé, no pude continuar, sin pensarlo mis pupilas se inundaban en una capa húmeda, mi pronunciación se cortaba y una lágrima salió traviesa resbalando por mi mejilla, por suerte miraba al frente dándole la espalda, así no pudo notar mi llanto cohibido.
-¡¿Tu qué?!... Acaso tienes algo o alguien que te impida…- calló, un coraje me invadió con el solo imaginar el complemento a la frase.
-¿Amar?... ¿Esa es la palabra que buscabas?- me volteé quedando frente a el y su mirada petrificante. Al ver que su respuesta no salía de sus labios proseguí yo. -¿Sabes que es lo peor?... que esa palabra no encaja ni encajará en nosotros- un nudo en mi garganta se formaba obstruyendo la emisión de sonidos provenientes de ella.
-¿Quién te lo asegura?- sonó desafiante y firme, de nuevo me dejó afásica y otra duda mas se agregaba en mi planilla abstracta. ¿Tenía ilusiones conmigo o simplemente lo hacía por contradecirme?
La dislalia era una enfermedad que con el pasar de los días cobraba fortaleza y eso me llevaba a parecer una torpe en mis argumentos -Tu… tu… si… sientes…-
La tardanza de mi pregunta y la inoportuna llegada de un miembro muy sofocante, la chica de pelo castaño con la voz exageradamente fingida en un todo chillón había hecho presencia y exactamente en una pregunta con una posible contestación impresionante.
Llegó abalanzándose en el cuerpo de Joe y rodeándolo con sus fideos brazos con la destreza para estrujarlo con una fuerza anormal.
Lo besó y el no hacía esfuerzo por quitársela de encima, pero ¿Como se la va a quitar? Es SU novia y puede hacer lo que quiera con ella, no era tema de mi incumbencia el interponerme en una relación “feliz” asimismo el verlos juntos me hacía querer eximir ese sentimiento por haber besado de esa forma tan esquizofrénica a una persona no libre me comprimía.
-Creo que mejor me voy- dije en un hilito de voz, a Allison pareció alegrarle no se si mi huída o una mal interpretación de “celos”.
Salí forzando mis energías aletargadas al caminar cuidando esta vez de no tropezar y quedar en ridículo de frente a las personas que merodeaban por los pasillos.
-¡(tn)!- me estremecí con el chirriante saludo de Jason quien me llegó a hurtadillas por la espalda exaltándome por el regocijante saludo.
-Hola- saludé inanimada.
Inclinó su cabeza y examinó mi cara con avidez.
-Te vez cansada ¿Tienes sueño?-
Asentí levemente con los ojos entornados.
-La solución sería descansar- sugirió, enarqué una ceja con una expresión amarga.
-¿Enserio?- sostuve irónica, pero es que me estaba dando por misma lógica lo que se debía hacer después de un sueño poderoso.
Risoteó y rascó su nuca con una amplia sonrisa.
-¿Qué haces?- pregunté exaltada mientras tironeaba de mi muñeca, pero no hubo respuesta, una dislocación del hueso que unía a mi mano y mi muñeca estaba por próxima.
Pasamos entre todas las mesas llenas de estudiantes lejos del chismorreo, saliendo al jardín donde habitaba un silencio sosegado.
-Toma asiento- ordenó amable, obedecí sentándome en una banca algo deteriorada pero capaz de sostener el peso de una persona de no mas de 1OO kilos.
Imitó mi acto y se posó a un lado mío, el sueño me hacía cabecear consecuentemente cuando se vio interrumpido por los brazos que rodeaban mi cuerpo.
-¡Oye! ¿Que haces?- grité empujándolo.
-Recuerda que siempre tendrás un pecho acogedor para dormir- me estrujó aún mas robando el oxigeno de mis pulmones.
-No necesito nada- pronuncié molesta con el escaso aire que me quedaba y logré salir de sus brazos.
Puse mi codo apoyado en mi rodilla y reposé la cabeza en la palma de mi mano, cerré los ojos y me dejé llevar, en milésimas de segundos ya el sueño me había vencido.

Jason••--
Me quedé ceñudo percatándome que no quería nada de mi —Vaya que era difícil la chica, pero el que persevera, alcanza— solo miré de soslayo y noté que estaba profundamente dormida, me acerqué a ella y la abracé, era parecida a un animal dócil, claro estaba dormida, por eso se refugiaba en mi pecho involuntaria, olfateaba su aroma tan exquisito y me quedaba ido ante su terso y suave rostro atiborrado de magia y belleza pura...

miércoles, 13 de mayo de 2009

••Capitulo 43••

Durante mi desvelo las nubes rechonchas instilaban la menudencia de gotas sobrantes, golpeando los cristales de la ventana en una tonada asidua. Con el tiempo tan prolongado que tenía despierta era posible el ir formando un esbozo de lo que serían mi cara con ese oropel de bolsas moradas bajo mis ojos como resultado a la vigilia, anexo a una jaqueca. Paulatinamente los rayos del sol se filtraban por las cortinas color hueso que adornaban el ventanal, pregonando la llegada de un nuevo día; desde mi alcoba podía escucharse a la infinidad de gente madrugadora declamando ferviente «Buenos días» —¿Qué tiene de buenos?— cavilé; parecía viejita cascarrabias con esa frase tan negativa y déspota, pero ¿De qué manera podría sentirse una persona en la que el día anterior fue apedreada por un montón de emociones y no durmió a causa de eso? Como era lógico tampoco mi albedrío por levantarme e ir a la escuela estaban a mi disposición, solamente era menester un día en compañía de: nadie. Recordé a mi responsable madre, iba a ser una jornada complicada el convencerla para quedarme en casa, para eso planeé la mejor excusa que se me pudo ocurrir, o eso creía, era muy común y anticuada pero igual podría funcionar si se efectuaba correctamente —Fingir que estaba enferma— bueno, era una justificable indisposición el estar mas de 7 horas sin dormir. Pasaron unos cuantos minutos, dudaba de mi subterfugio y más porque no era fácil engañar a una madre con un sexto sentido desarrollado, esa mirada penetrante era el único recurso que utilizaba y como producto una estúpida sonrisita mía que desechaba mis planes. Sus pasos se oían por el pasillo que daba a mi habitación, tomé valor, seguridad y la poca facultad que tenía en la actuación, se abrió la puerta y aparenté una cara moribunda y demacrada. -Hija ¿te sientes bien?- preguntó alarmada al verme, todo estaba marchando a la perfección. -No... Me duele la garganta y todo el cuerpo- falseé una ronca voz, mi madre me disparaba una mirada muy semejante a la que hacía cada vez que veía un perrito abandonado en cada esquina, la mirada misericordiosa. -Supongo por la lluvia de anoche- agregué. -Oh, cierto- se sentó a un lado mío y subsistió pensativa.
-Oye, no se me olvida que tu y yo tenemos una platica pendiente- me dejaba estupefacta la memoria excelente que poseía, a pesar de que hubiera estado amodorrada, ella y todos sus sentidos recababan la información para ser daba al día siguiente y bombardearme. -El Director me dijo que te habías quedado castigada con un muchacho por pintar a una maestra... eso es algo que no sucede a menudo, además ¿Viste a la hora que llegaste?... ¡Eran pasadas de las 11:OO! ¿Pues qué estabas haciendo? ¿Donde estabas? ¿Con quién estabas? ¿En que te viniste? o ¿Quién te trajo?- demasiadas preguntas me atolondraron. -¡Ay mamá... estoy enferma y tu con tus interrogatorios abusivos!- torné la voz áspera, que por poco y se me venía encima la mentira. -Esta bien, solo contéstame una- intuía que entre todo su cuestionario sacaría la peor. -¿Con quién estabas?- ahí estaba, la pregunta que me entiesaba de pies a cabeza. -¡NO ESTABA CON NADIE!- ¡Upss! mi escala ya no cotejaba con "Mi enfermedad" -¡Con que enfermita, eh!- dijo irónica, se cruzó de brazos, me tragaba con los ojos. -Es que... no dormí NADA ayer- inferí. -Ese no es motivo para quebrantar tus obligaciones- me molestaba la manera como se comportaba, cuando deseaba que se pusiera en los pies de una adolescente, NO, era toda una figura materna, con una demasía de severidad. Esbocé una mueca de descontento y me levanté, hice lo de siempre, aunque no de ánimos y fui a la escuela con una línea curveada ayusa. En los pasillos casi me estampo en la máquina de refrigerios, y todo porque el sueño ya formaba una parte acuciante. La clase en que me tocaba sentarme al lado de Joseph fue... fácil, con mis ganas de dormir era imposible el poder escuchar un palabreo, lo único que percibían mis oídos era el runrún de su voz, incluso unos 15 minutos de clase fueron un descanso, no muy suficiente, pero no fui descubierta por la maestra, quien ya estaría retándome, Joe no me delató, solo cerró el pico y me dejó estribar sobre el pupitre.
La chicharra estrepitosa finalizando la clase atontolinó mi audición, todos salían al receso para disfrutar de un desayuno, mi vista turbia no lograba identificar a la silueta tan cercana...
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Ya se, nove con un día de retraso, no se me ocurría nada!
Pero saben con este que acabo de escribir se me vino a la mente algo para agregar!
Que obviamente será el capitulo de mañana!
Bueno me voy, dudas, aclaraciones, sugerencias, opiniones, TODO en un comentario!
;•D

lunes, 11 de mayo de 2009

••Capitulo 42••

Cuando el taxi emprendió marcha se perdió el vínculo visual que existía dejando solo que las rápidas imágenes de la ciudad nocturna deslumbraran mis ojos con las múltiples luces fulgorosas.
El viento ligeramente frío que soplaba aún mas fuerte con la velocidad del taxi acariciaba cada poro de mi cara y alzaba también los mechones de mi cabello.
Deseaba que los recuerdos se convirtieran en cenizas y estas fueran voladas por el aire para poder comenzar de nuevo, pero con la pena del mundo, solo eran ideas obsoletas que fluían de mi mente, «El pasado es pasado y nunca podrá cambiarse» me repetía a mi misma por enésima vez para no adentrarme mas en ilusiones ficticias.
La voz del taxista preguntándome el lugar al que me dirigía logró liberarme del embrollo que por una tajada tiempo me transportó a un mundo reflexivo, le dije la dirección y enseguida llegamos, se estacionó, pagué y abrí la puerta del coche, para mi desgracia, en cuanto puse un pie fuera, las nubes destilaron sus gotas álgidas y ni menciono cuando salí completamente porque se soltó un aguacero que me empapó en la cantidad de segundos que toma arrojarte una cubeta de agua llena encima.
El taxi se fue y me quedé parada, no servía de nada correr hasta la entrada de mi casa "para no mojarme" si ya me había bañado la lluvia.
-Genial- musité sarcástica. -¿Algo más?- añadí, pero me arrepentí, pues una granizada cayó repentina y me golpeaba la cabeza y ahora si había una razón sensata para correr y protegerme, un minuto más y la pedrisca me mataría.
Abrí la puertita de la cerca y me resguardé con mi mochila sobre la cabeza para evitar morir descalabrada por las bolas de hielo que desprendía el cielo, corrí a toda prontitud hacia la puerta principal, hurgué mi mochila y para colmo no encontraba las llaves, bufé airada y percutí la puerta.
-¡Mamá!- grité con el aliento a todo lo que daba para que me abriera.
-Voy, voy, voy- redundó mi madre desde adentro, su tono parecía adormilado.
Abrió y entré casi atropellándola, efectivamente aún abundaba el sueño en ella, sus ojos entrecerrados, la cara inexpresiva y los pasos torpes adjetivaban a su sueño excesivo.
Antes de que despertara en su totalidad ascendí por las escaleras para esquivar un reclamo, cuando iba a la mitad oí su regaño desganado. -Ni creas que te escapas de esta ¡eh!- miré para abajo y vi como refregaba su ojo derecho con su mano empuñada mientras bostezaba. -Mañana hablaremos tú y yo-
Seguí subiendo y entré a mi habitación, tiré mi mochila quien sabe donde y tomé un baño con agua tibia, con esto prevenía a pescar algún resfriado...
Pensaba una y otra vez en el día tan ajetreado que viví, cada experiencia se podía resumir en una sola palabra: desdén, pereza, curiosidad, discusión, regaño, visita, castigo, trabajo, aseo, confusión, ingenuidad, enojo, recuerdos, revelación, peculiaridad, amabilidad, interrogatorio, flirteo, besuqueo, inseguridad y volvemos a CONFUSIÓN, parecía que en mi "fantástica vida" solo existía esa palabra.
Esa noche no logré conciliar el sueño, el insomnio era mi líder, él, Joseph era mi verdugo, la guillotina eran mi perplejidad y mis cadenas, las que me amarraban y a las que estaba predestinada a arrastrar toda la eternidad como alma en pena eran esos pensamientos, dudas y consternaciones.
Auguraba que desde ahí ningún día sería "normal" y que todos, absolutamente TODOS estarían cargados de emociones inéditas...
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¡Hola!
En este espacio quiero que me digan que les gustaría que pasara, lo que no les gusta (me refiero a la novela) , lo que les fascinó, que le faltó y ya no digo mas porque ya no se me ocurre nada, pero quiero saber opiniones, ideas, comentarios, dudas, aclaraciones, denuncias, jajaja, no esa última no ¿O si? bueno si tienen alguna dejenla, jajaja
Bueno yo me voy, con un gran saludote para ustedes y un gracias, que no es bastante pero igual se los doy!
Adiós, y dejen lo que mencioné arribita eh! ;·)

domingo, 10 de mayo de 2009

••Capitulo 41••


Un cosquilleo peregrinó todo mi cuerpo, estaba transigiéndose, y eso concluyó cuando sus labios procedían con los míos, ahora ninguna imagen de mi pasado interfería, solo la mía y la de el besándonos, como si hubiera borrón y cuenta nueva en mi mente y recuerdos, como si ese orgullo pertinaz de ambos se rebajara, o como si en realidad fuera un sentimiento recíproco.
La diferencia entre esta y la primera vez que me beso en un sábado agitado en el que mostraba resistencia, y que algo no me permitía continuar era que en yo era la que tomaba la batuta, la que regía a la situación.
Su mano se posaba en mi mejilla, ludiéndola dulcemente con las yemas de sus dedos, después tomó de mi cuello y afianzó más sus labios contra los míos agenciando un beso mas profundo, su lengua jugueteaba con la mía y ambas exploraban las cavidades bucales contrarias.
Me reclinaba tratando de encontrar una comodidad mas placentera, y así fue, mi cuerpo yacía sobre el asiento y el sobre mi, con sus brazos acorralándome, no había nada que impidiera la contracción de nuestros labios, a menos de que uno de los dos terminara rehusándose a seguir, y ese alguien debía ser yo, pero no respondí, solamente me dejé deplorar.
Yo no creía sentir algo mas por el, pero sin embargo era inapelable que esa adrenalina sobresaliera, como también el bloquear que mi subconsciente me pidiera con fervor el continuar...

Mi piel se puso en seco cuando percibí su mano rozando mi vientre por debajo de mi blusa.
-Basta- ordené. Arrojé su cuerpo con mis manos en su pecho para poder salir de sus brazos.
-Esto no... no es correcto- tragué saliva con una sensación ruborizada y abrí la puerta del auto, a punto de salir despavorida con el fin de salir huyendo y no tener que cruzar ni una palabra sobre lo ocurrido, pero su mano me frenó por el brazo.
-No te vallas- rogó.
Me quedé boquiabierta, trataba de copar el mayor aire posible para considerar que eso no era un sueño.
-Es que... eso fue un error- sollocé pero sin derramar lágrima alguna.
-Lo se, pero...- se quedó enajenado, buscando la respuesta que pudiera describir lo que hicimos, pero, nada, ni a mi me cabía en la cabeza como fue que pasó.
-Vamos Joe, tu y yo no sentimos nada ninguno del otro, solo... fue un impulso y... nada mas- fue lo único que me llegó para terminar con la conversación tan incómoda, pero que también me dejó mucho mas embarullada, me zafé de su mano, sujeté con fuerza el tirante de mi mochila y salí del coche, miré de nuevo su rostro abatido, cerré la puerta y caminé de nuevo hacía la avenida, con mi fe imploré la llegada de un taxi; Dios me había escuchado, señalé con mi mano, por ventura notó mi presencia desolada y subí cerrando de un portazo la puerta trasera, el taxista me fulminó con la mirada, pero no le dí importancia, mi vista y atención solo apuntaba a un sitio, observando entre la oscuridad como su silueta se transparentaba por el cristal, fue hiriente el vernos a los dos igual, sin saber nada, sin tener nada claro...

viernes, 8 de mayo de 2009

••Capitulo 4O••


Sus pupilas bailaron en un vaivén desesperado.
-Creo que ya es hora de irnos- alzó su mano indicándole al mesero nuestra mesa, enseguida se acercó, Joseph pidió la cuenta, insistí por pagar yo, aunque fuera solamente lo que yo había consumido, pero se negó y terminó pagándola el, salió a paso apresurado y yo me rezagué por unos metros buscando mi mochila en la silla.
-Y luego quién dice que uno cambia la conversación ¡eh!- reclamé un poquito atufada al mismo tiempo en que salí corriendo mientras observaba como se alejaba cada vez mas.
Pude escuchar como rió entre dientes mientras caminaba delante mío, pero no tardé mucho interponiéndome en su camino, me puse al frente de el y lo miré fijamente a los ojos.
-¡Quiero que me digas!- reproché como una pequeña, por poco y hacía un berrinche por el simple hecho de escuchar su replica.
Ignoró mi orden y se dirigió a su auto.
Subimos simultáneamente pero eso no se iba a quedar así, como que me llamaba (tn) Johnson.
Sobrecargué el peso de mi cabeza en mi mano, pues la articulación de mi brazo se apoyaba en el borde de la ventanilla, sonreí mordiendo mi labio inferior, lanzándole los famosos "Ojitos pizpiretos" y podría decirse que es la táctica para sacarle la verdad al sexo masculino, aludiendo a la persuasión por medio de los encantos femeninos.
-¿No vas a decirme?- inquirí antes de que pudiera encender el auto. -¿No crees que es malo dar consejos y no seguirlos tu mismo?- agregué con el mismo tono seductor.
Suspiró. -Esta bien, ¿Qué quieres de mi?- me devolvió la vista y casi se queda atónito cuando contempló mi táctica en acción.
-Solo que me contestes lo que te pregunté adentro, dime... ¿Tu te preocupas por mi?-
-Emm... ¿Por qué dices eso?- entrecortó sus palabras, parecía que estaba funcionando mi teatro.
-Tu lo dijiste- le recordé susurrando en un tono sugestivo, me sentía ridícula ejecutando ese tipo de cosas, no era algo mío ese índole con el que todas nacemos, algunas lo tienen mas desarrollado que otras, definitivamente yo era principiante en ese arte.
Se mostró perplejo por varios segundos, era entretenido el verlo en esos aprietos.
-Ah... es que... yo... yo lo decía por las OTRAS personas- proliferaba nervioso, su transpiración hacía comparsa; no sabía si eso era a causa de mi embaucamiento o de verdad le estaba asustando la forma en que me comportaba.
-Oh- dije actuando como si me acongojara -Entonces... ¿no te importo?-
-Emm... si... digo no... No mucho- no fue muy convincente la respuesta que dio, ¿era si, no o no mucho?, su modo de pronunciar y la expresión de su rostro no lo ayudaba mucho, ¿Entonces con eso yo podía aseverar que si le importo?
Mi debutación cada vez crecía, necesitaba continuar.
Me acerqué a el sutilmente, su respiración estaba en una distancia muy escasa, a el parecía no importarle en lo más mínimo, mi actuación se estaba volviendo en una MUY buena actuación, ese don lo desconocía, la verdad no sabía que trataba de buscar seduciéndolo, ¿diversión, por ver sus reacciones? ¿Perder la dignidad? ¿En verdad deseaba hacerlo soltar la sopa? ¿O qué? La única conclusión verosímil por la cual yo deduciera que todo eso era raro y extraño era descubrir que había bebido en ese Restaurant y que eso hubiera provocado un efecto irreconocible en mi, o ¿Qué mas? Con ese jugueteo yo misma me enmarañaba más...

jueves, 7 de mayo de 2009


Hola!

Perdón por no haber subido nove hoy!
Es que ustedes saben con lo del chat pz no concentrarme podía, pensando en Joe a cada rato, ahh! y Aww! se veía tan lindo! Claro que Kevin y Nick no se quedaban atrás eh! Amé sus camisas, sobre todo la azul de Joe y su peinado nuevo! Y bueno aunque no les entendí absolutamente NADA! bueno una que otra palabrita si, pero lo importante es que los vi! ;-D
Bueno también quería aprovechar esto para darles las gracias a todas las que dejan sus comentarios, no piensen que me enfadan, al contrario me alegra un mil verlos todos los días y aún mas cuando son muchos!
Gracias a las que frecuentan dejarlos! XD adoro saber sus opiniones, ya saben yo las escucho o en este caso las leo jajaja díganme si les gusto, que les gusto, que no les gusto, que les gustaría que pasara, etc TODO!
¿Ok? Ahora si me voy, y mañana si hay nove, espero, la inspiración, ya saben, pero creo que con eso del chat ya me llegó demasiada! jajaja

Buenas noches, las quiero mucho!

miércoles, 6 de mayo de 2009

••Capitulo 39••

Recargué ambos codos sobre la mesa y apoyé la cabeza en mis manos, no soportaba ver su cara frente a mi, así que entorné los ojos, y con esto la calma volvía a mi ser mis músculos se destensaban tanto en la posición en la que radicaba, era imposible que el sueño irradiara dentro de mi.
-No se porqué haces esto- censuré inconsistente.
-Ni yo... creéme- su replica desconecto mi laxo, yo rebosaba de infinitas dudas en consecuencia a escucharlo, cada frase que recitaba tenía un significado interno para mi, partiendo desde lo mas tonto y sin importancia, deteniéndose en el punto medio que era lo que en verdad me hacía emborrascar y el final y mas eminente, el rastro de la intriga que sembraba.
-¿Por qué lo dices?- cuestioné.
Negó con la cabeza levemente y esbozó una sonrisa pusilánime.
-Pues como dije, no lo se- mordió sus labios, otra duda inacabada, esta vez no me contuve y expresé lo que sentía:
-¿Qué quieres lograr... ¿Hacerte el interesante? ¿Sabes? ¡Estoy harta de que siempre me digas las cosas a medias! ¡Tu jueguito se acabó y yo ya no participo en él!- me revelé con sinceridad.
-Y que hay de ti, ¿eh?- dijo airado, como si mis acusaciones hubieran causado un efecto negativo en el, erguí mi espalda, con efectividad quería saber que me involucraba a mi en el tema. -Te cierras con las personas, no permites que nadie se te acerque, tu rostro a simple vista refleja que algo te oprime, te he preguntado en ocasiones si algo te pasa, como hace un rato cuando te pregunté si llorabas, y ¿Qué hiciste? cambiaste de tema, no entiendes que hay personas a las que les preocupas, en cambio tu, no te dejas ayudar, si nos comparamos verás que yo tengo la razón- su disertación me dejó sin palabras, todo era cierto, me encogí de hombros, puse la mano sobre la mesa y desvié la mirada a un punto inexacto.
-Aquí están sus ordenes- anunció el mesero, mi atención estaba en otro lado, el hambre podía esperar.
-¿No vas a comer?- esta vez su voz era suave. Hubo un silencio incómodo.
-Perdóname... perdóname si dije algo que te haya molestado- murmuró, alcé la vista y lo miré a los ojos, unos ojos apenados.
-Perdóname tu a mi, tienes razón, si hay algo que me oprime pero verazmente... no creo que seas la persona indicada para contarte esto... es... difícil- una voz débil pronunció esto, estaba derrotada, nunca nadie me había tratado de esa manera, no fue mala, si no que me hizo reflexionar como era mi actitud con la gente que me rodeaba y en especial con el, sentía atribulación por ser tan ingrata.
La conjetura de sus labios dibujó una sonrisa su mano toco la mía y la acarició con ternura como muestra de apoyo, yo simplemente traté de bosquejar una sonrisa -Come- ordenó entrañable.
-Gracias- bisbisé.
-¿De que?- arqueó una ceja.
-Por ser así conmigo, ¡ah! y también te pido perdón por haberte dicho que lo malo en mi vida era haberte conocido, me equivoqué, agradezco a Dios que te hayas cruzado en mi camino- fui humilde, no estaba al 1OO% consciente de lo que decía pero había seguridad en esas palabras, y quizá no debería haberlas dicho así, pero no podía regresar el tiempo solo para cambiarlas. No se porque pero me pareció que su rostro se iluminó con un tipo de felicidad. Comimos sin dirigirnos la palabra y era epatante porque el motivo no era un enojo. Durante ese intercambió de miradas mutuas, ¡pero no piensen mal! no eran miraditas amorosas solo... no hay palabras, no se me ocurre ninguna que lo describa pero les aseguro que no era nada de eso que se imaginan, bueno, analicé con gran lujo de detalle las palabras que me brindó, ese manifiesto que cambió mi forma de pensar, proviniendo una frase.
-¿Oye?- lo llamé.
-Si, dime-
-¿Tú te preocupas por mí?-

martes, 5 de mayo de 2009

••Capitulo 38••

-Ya verás- dijo sin apartar la sonrisa de su rostro, por un instante pensé que mis gritos harían un ambiente tenso en aquel auto, pero algo me llamó la atención y eso fue voltear mi cara enfurecida que con lentitud se desvanecía cuando mis ojos señalaron su rostro; su mirada puesta al frente y su sonrisa reluciente me rememoraba a viejos y bellos momentos, contemplé esa imagen, la ilusión hacía confusa a mi vista, su rostro se transformaba mágicamente a uno muy grabado en mi memoria, el de Jonathan.
-¿Tengo algo en la cara?- su voz aterciopelada me liberó de la burbuja que me atrapó, desvendando mis ojos.
-No... Todo esta bien- mi hilito de voz combinó con mis ojos transparentes, trasladé mi mirada a mis dedos, jugaba con ellos entrelazándolos como indicio a mi triste y apenado sentir.
Noté que mi hazaña y promesa no estaba en marcha como me lo había propuesto ¡No estaba logrando nada! ¿Qué caso tenía prometer y no cumplir? No era una cobarde de eso estaba segura como también era una persona estricta consigo misma y una regla importante era: Ser fiel a mis promesas. ¿Entonces por qué perdía esa rutina? ¿Por qué me daba por vencida de nuevo?
Limpié mis ojos para encubrir el lagrimeo leve que se formaba en ellos.
-¿Estas llorando?- preguntó compasivo, mi afán por mitigar ese sentimiento de añoración ante el fue inútil, solo me quedaba una alternativa, desviar el tema, y la oportunidad se presentó cuando aparcó el auto.
-¿Donde estamos?- miré a todos lados que casi mi cabeza daba un giro de 360º, y esto con la esperanza de haber logrado romper ese incómodo rato y otra nueva encontrar mi respuesta en una persona que no fuera el, percatarme por mi misma.
Vi por el retrovisor, la ansiada respuesta había llegado, las luces de neón lo decían todo.
-¿Para qué me trajiste a un Restaurante?- sé que mi pregunta fue de lo más tonta, y todo apuntaba a mi estómago rugidor.
-¿A qué se viene a un Restaurante?- reveló irónico, otra razón mas para decretar que él leía mi mente, o tal vez mi pregunta fue tan patética que cualquiera se hubiera dado cuenta que noté mi estupidez.
-Pues no pienso entrar- crucé los brazos e hice un puchero, como lo mencioné —Mi terquedad destrozaba barreras—
Rió a carcajadas, un plan malévolo ideaba su cerebro.
Antes de que pusiera en acción tal plan, abrí la puerta y tomé mi mochila y salí corriendo hasta la avenida, un taxi debía caerme del cielo, pero dicen que cuando mas deseas algo, mas tarda en llegar.
-Creo que tu intento por escapar- silbó simulando una caída y completó -Falló- eché un vistazo girando un poco mi cabeza y formado una capa traslucida con mi cabello, se encontraba a una distancia aproximada de 5 metros de mi.
Pude sentir como su presencia y su perfume inconfundible se acercaba, tanto que podía percibir como su cálida respiración rozaba mi oído.
-Tu decides, ¿Por las buenas o por las malas?- su voz fue seductora, respingué la nariz y arrugué mi frente, y me borneé encontrando su esbelta figura.
-Ninguna- pronuncié haciendo énfasis entre cada sílaba con ayuda de mi lengua y labios.
Arqueó una ceja, parecía estoico.
-¿Qué... qué haces?- exclamé tartamudeando cuando mi cuerpo se elevaba, me cargaba en brazos como si fuese un bulto de tan solo cinco kilos, caminó mientras lo golpeaba en el pecho gritando una y otra vez un "Bajame" ignorado por el, me introdujo en el lugar a costa de mi voluntad.
-Bienvenidos- recibió cordialmente la voz refinada de un hombre.
-Ya puedes bajarme- murmuré, hizo caso y me bajó, pero ¡Vaya que era precavido! apretó con brutalidad mi muñeca como si una liga me comprimiera, la sangre ya no corría por mis venas en este punto, vi como mi brazo tomaba colores y en especial un color morado.
-Buenas noches... mesa para dos, por favor- su porte de caballero ni él se la creía, un vagabundo era mas educado que el, al menos ellos si sabían tratar a una dama.
-Pasen por aquí- dijo el señor dirigiéndonos a la mesa, así me llevó, jalando de mi muñeca sin importarle ninguno de mis quejidos, el martirio acabó cuando llegamos, me soltó y me senté, froté mi mano, la cual punzaba con intensidad, mis huesos estaba estrujados, adoloridos, fracturados.
-Yo te dije, tu escogiste la mala- su comentario me llevó a mirarlo irritada, unos ojos infernales que causaron su miedo.
Mi cuerpo arrojaba chispas, esa furia que me invadía pronto recaería en el, su sonrisita burlona era un alimento a ese coraje exagerado, el con sus actos aplicaba la magnitud de su muerte entre mis manos, es decir, el decidía como quería morir, como quería que YO lo matara.
-¿Qué desean ordenar?- un mesero llegó, Joseph tomó el menú que este le entregó al igual que a mi.
Era desesperante tener al mesero a un lado y mas con mi estado, parecía como si nos presionara a elegir un platillo rápido, y si no se alejaba de ya, el sería mi víctima.
Joseph revisaba la cartilla totalmente apaciguado, como si la vida no le corriera.
-Yo quiero... Spaghetti- seleccionó su orden y me miró enarqueando una ceja -¿Y tu?- se dirigió a mi dejando una estela de burla.
-Lo mismo- dije cortante, no podía creer que mi estómago me controlara, yo no pensaba comer nada, pero ahora me hacía hablar, un caso ilícito: El hambre es más fuerte.
El camarero anotó las órdenes en una libretita y se alejó caminando con elegancia, a un paso constante y una postura crispada y recta, mientras Joseph me observaba cauteloso...

domingo, 3 de mayo de 2009

••Capitulo 37••

-Parece que terminamos- enunció en un tono agotado, pero no estaba mas agotado que yo, estaba exhausta y eso despertaba mi apetito, mi organismo rogaba por un alimento y tanta era su necesidad que ya comenzaba a rugir quedito en mi interior.
-Si- Mordí mi labio inferior con un semblante de preocupación, angustia de que mi estómago se cansara de esperar y manifestara con gran estruendo sus ganas por ingerir algo.
-¡Wow!- expresó con un toque de sorpresa, mis recelos salían disparados con la idea de que el pudiera descubrir el ensordecedor sonar de mis intestinos gruñendo.
-¿Qué paso?- pregunté con temor.
-¿Ya viste la hora que es?- mi ser dio un respiro de alivio cuando conjeturé que mis sospechas eran inciertas.
Vi como su dedo se elevaba por el aire apuntando al reloj acomodado frente a nuestras narices, mis ojos lo siguieron hasta posesionarse en las manecillas del reloj, las cuales caminaban apresuradas, pues tal fue mi sorpresa al ver que el día se iba tan de prisa.-¡Las 5:3O! grité, en eso comprendí a mi pobre estómago.
Recogí mi mochila y recorrimos juntos los pasadores taciturnos, en los que solo quedábamos Joseph y yo, me sentía como si después de tantos años, saliera de la cárcel en la que había vivido y presenciado miles de torturas, la libertad era fabulosa.
Salimos juntos del inmenso Colegio, el cielo parecía pintado de acuarelas de matices bermejos de la tarde.
Nuestras distancias se volvían más lejanas, se acercó a su auto y abrió la puerta.
Suspiré -Esperó que el camión no este lleno- mascullé hablando conmigo misma.
-Bien... ¿Te llevó?- alzó la voz desde su estancia, riendo con bigardía, las opciones surgían de mi mente y eran dos principales: irme en el camión, y caminar millones de kilómetros hasta mi casa acompañada de un león habitante de mi estómago o ir con el, y seguramente teniendo que soportarlo.
Por un par de segundos hice decisoria, y creo que la primera era la mejor.
-Entonces me voy- afirmó abatido después de ver como perdía el tiempo con una persona tan indecisa como yo.
-¡No!... ¡Espera!- debía haber estado loca, finalmente el victorioso de la guerra era el, y eso quiso demostrar su sonrisa, por primera vez en su tiempo conmigo era persuasivo.
Me acerqué hasta su auto, con un sentimiento de vergüenza, llegaba a ser tan terca que nadie podía conmigo y como las primeras veces siempre suceden, alguien había llegado a convencerme y quitarme por tiempo limitado el orgullo que solía poseer.
Subimos al auto y este arrancó, durante el camino frotaba mis sienes con los ojos entrecerrados.
-Apuesto a que tienes hambre- aseguró, lo que hizo que mis ojos se abrieran como platos, ¿Leía mentes o barrigas hambrientas?
-No- mi voz se deformaba que echaba a perder mi intento por disimular y contradecir a sus palabras.
No fue suficiente que mi lengua hablara porque mi estómago también lo hizo, fue horrible, y no tanto porque me tachó de mentirosa, si no porque me dejó al descubierto enfrente de él, de Joseph, no cabía duda que, el bochornoso momento del año era mío.
Sentí como mis mejillas succionaban la sangre volviéndose rojas, color fresa.
-¿Tomo eso como un si?- preguntó riendo entre dientes. ¿Y yo debía tomar eso como un cachondeo?
No respondí, sentimientos encontrados gozaban de mi, vergüenza, cólera, enfado, entre otros.
-Esta bien, el que calla otorga- me le hubiera arrojado encima, pero se salvó ya que conducía, y yo tenía como obligación retener esa violencia excesiva.
Llevé la mirada al cristal delantero del auto, las calles se hacían conocidas a mi memoria, eso me indicaba que mi casa estaba cerca y pronto esa tortura terminaría.
Pero hubo algo que me desconcertó.
-¡Por aquí no es mi casa!- reclamé al ver como doblaba a una avenida desconocida.
-Lo se- rió, algo ocultaba.
-¡¿A donde demonios me llevas?!-

viernes, 1 de mayo de 2009

••Capitulo 36••

Las horas corrieron en un santiamén, el castigo debía ser ejecutado, me volví a encontrar con (tn) en el Laboratorio, aún se le veía enojada, como también la misma confusión que habitaba en mí, perduraba.
La maestra estaba sentada con su espalda perfectamente recargada en el respaldo de la silla, y una mirada penetrante con eficacia para asustar a cualquiera que atravesara su camino, pude percatarme que algunas manchas verdes adornaban aún su rostro, mi risa quería ser un acompañante a tal escena, pero conocía con gran acierto que había consecuencias ocultas detrás de mi burla, así que tuve que contenerme.
-Ya hablé con el Director y me dijo que limpiaran este desorden y además harán un castigo dicho por mi- hablaba de una manera aséptica, que con solo expeler el aliento congelaba.
-Así es- contestó (tn) agachando la cabeza y encogiéndose de hombros.
-Bueno, quiero un reporte de 5O cuartillas hecho por los dos acerca del proceso de Galvanizado, para el Lunes, o sea que tienen exactamente una semana para entregarlo- se levantó de su silla tomando sus libros y su bolso y caminó con donaire hasta salir del salón, donde no quedaba ni un alma, a excepción de (tn) y yo.
(Tn) levantó la mirada, suspiró profundamente. -Mientras mas pronto acabemos, mejor- dijo sin siquiera mirarme y se dirigió a un pequeño cuartito, sacó una cubeta y utensilios de limpieza que en mi vida había usado, sabía como se llamaban, pero no como funcionaban.
-Toma- me pasó una escoba, era algo novedoso el tener eso entre mis manos.
-Emm... y ¿Cómo se usa esto?- me daba pena preguntar eso, ella pensaría que era el mas tonto del mundo por no saber como darle uso a tal objeto.
Se rió con discreción, y después de eso puso los ojos en blanco para hablarse a si misma. -Por Dios, esto va a ser más difícil de lo que pensé
-Se acercó a mi y tomó mi mano derecha, no se porqué pero mi piel se estremeció cuando su mano hizo contacto con la mía.
-Pones esta aquí- la puso en la parte de arriba del palo. -Y la otra...- me rodeó con sus brazos por atrás sin soltar mi mano y busco la otra y la situó en un extremo mas abajo de mi otra mano -Aquí- comenzó a mover mis brazos de un lado a otro sin dejar de hacer presión con sus manos sobre las mías.
-¿Y así es como se barre?- giré mi cabeza y me encontré con su mirada a un costado de la mía.
Jason tenía razón sus ojos centelleaban mucho mas que la Vía Láctea, con el brillo singular de infinitas estrellas, capaces de transportarte a un mundo completamente distinto.
Pareciera que el tiempo se había detenido, las miradas conectadas una a la otra, podía ver mi reflejo en sus pupilas, como extraordinarios espejos.
Poco a poco ese reflejo se perdía, por una capa cristalina...

(Tn)•-- Desvinculé mis manos enseguida de el y me giré para quedar de espaldas y ocultar las lágrimas que ya corrían por mis mejillas, ¿Qué me hizo llorar? No lo se.
-Si así es como se hace- pronuncié haciendo el mayor esfuerzo por que un sollozo no saliera de mis cuerdas vocales.
Joseph no preguntó nada, era raro de el, ya estuviera inundándome de preguntas pero ahora no...
Limpiamos, aunque creo que el ensuciaba mas, deseaba poder decirle "Si no ayudas, no estorbes" pero veía que ponía de su parte para que le saliera bien la barrida, con el tiempo la experiencia se gana, y el era un principiante en el arte de la limpieza, ¿Qué había de malo con que lo intentara? Y además ninguno de los dos entablábamos una platica, o una pelea, a mi me hacía suponer que era por lo de hace un rato, eso era un nudo en nuestras gargantas...

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