-No pensarás que dormiré tanto- repliqué tajante. -Ahora mismo quiero que me digas eso que planeas ocultarme- exigí cruzando los brazos y mirándole con diplomacia.
-No es nada importante-
-Claro que lo es- me opuse. -Se trata de mi madre ¿No es así?- su rostro estaba pasmado y su lengua había escapado, llevé mi mirada hacia todo mi público en busca de respuestas. -¿Lo es?- reiteré, el silencio era apabullante, y tomé como legal la frase «El que calla otorga» -Díganme que paso con ella- reivindiqué.
Entre todos los presentes señalé uno en especial, la intranquila cara de Nicholas sudaba, y dentro de su cavidad bucal había una lucha de sus palabras y su silencio, arqueé una ceja y sus palabras salieron despavoridas de su lengua. -Encontraron su auto despeñado en un barranco- pronunció atropelladamente que apenas pude entenderlo, Joseph se recuperó y se viró vehementemente clavando una mirada colérica a Nicholas.
-¿Qué?- modulé su aliento.
-Querida- Denise se paró y se acercó a mí pasando su brazo por mis hombros. -Tienes que ser fuerte- estimuló.
-Pe… pero explíquenme- balbucí.
-Lo que pasó es que lograron encontrar su auto a las afueras de la cuidad, en una zona no muy transitada, estaba desbarrancado y necesitaron un equipo especial para bajar, se encontraron con el vehículo totalmente destrozado, y calcinado a causa del hidrocarburo, hicieron unos análisis para identificar las cenizas del cuerpo, pero no las encontraron… (Tn) esto es relevante y una posibilidad de que ella este con vida, no quiero darte falsas esperanzas pero tampoco quiero que las pierdas- explicó Paul Kevin, sentí como mis ánimos se adentraban en una ataque de histeria. Me desasí de los brazos de Denise y cubrí mi cara con ambas manos, mis lágrimas fluían inagotables de mis lagrimales.
-(Tn)… cálmate- Joe me embrazó y me estrechó en su pecho, mis piernas perdían debilidad, eran tan flácidas.
-Ya no puedo más- querellé. -Quiero morirme, quiero a mi madre- sollocé y tambaleé para salir de los brazos de Joseph, pero mi vitalidad y fortalezas se fueron deteriorando, atisbé mi entorno y vi como una nube negra se adueñaba de mi vista, entorné los ojos, mi cuerpo se tornó lánguido, y gracias al soporte de Joseph caí rendida en sus brazos, si no me hubiera dado un garrotazo en el suelo. Perdí el conocimiento, aunque mis oídos se quedaron encendidos.
-(tn)… (tn) ¿Qué te pasa?... Responde-
-Joe, es mejor que la lleves arriba, llamaré a un doctor- recomendó Denise, él tomó de mis piernas y me llevó cargando, recostó mi cuerpo en la cama, se sentó en el borde y sus dedos se enredaron en mi cabello acariciándolo con dulzura…
-Joe… Joe… ¿Dónde estas?- enuncié con los párpados cerrados.
-Aquí estoy- dijo y su mano tomó la mía.
-No me dejes tú también, prométeme que siempre estarás conmigo- abrí los ojos lentamente, su rostro estaba a escasos centímetros del mío.
-Te lo prometo- su respiración abrigaba a mis labios y estos se unirían de no ser por…
-Voy a revisar a la paciente- dijo un Doctor no muy alto, algo robusto y de cabeza calva, los pocos cabellos que poblaban su cabeza eran de un color níveo, llevaba una bata obvio de su profesión y le combinaba con su carente cabellera, entró interrumpiéndonos y puso su maletín en una de las mesas de la habitación.
-Joe, sal, quiero estar a solas con el Doctor-
-Pero…-
-El te dirá como me encuentro al final, ¿No es así Doctor?- me dirigí a él.
-Claro- aseguró.
-Esta bien- salió de la habitación y el Doctor sacó su estetoscopio, lo puso en sus oídos y comenzó a pasar el frío metal por mi pecho.
-¿Cómo te haz sentido estos últimos días?- preguntó sacando el artefacto de sus oídos y fijando la vista en mi rostro.
-Pues… me he sentido algo… rara, recientemente he tenido mucho cansancio, duermo mucho, hoy en la mañana mientras comía me llegaron unas ganas de vomitar, volví a dormir y desperté con la temperatura muy alta y actualmente me duele la espalda-
Asintió leve, arrugó la frente y se puso ceñudo. -Ya veo-
-¿Pasa algo? ¿Sabe lo que tengo?-
-Mira, no puedo decirte con certeza lo que tienes, pero te aconsejo que visites mañana temprano a mi consultorio, ahí podré consolidar que es lo que realmente tienes-
-Y… ¿No puede decírmelo ahora?-
-No quiero mentirte- del bolsillo de su bata sacó un papel rectangular y lo estiró para que lo tomara, así lo hice y me le quedé mirando confusa. -Si te parece aquí está mi tarjeta, tiene la dirección de mi consultorio-
Guardó sus cosas y antes de que se fuera pregunté:
-Doctor… ¿Tengo algo grave?-
-No lo creo-
-Bueno, ¿podría pedirle un favor?-
-Sí dime-
-No le diga nada a nadie, no quiero preocuparlos, yo les diré después, cuando valla a su consultorio y me diga que es lo que padezco… ¿Hecho?-
-Cuenta conmigo-
Sonreí y salió, como de rutina me quedé pensativa, si no era nada grave… ¿Qué era?...