-Sí, es lo que sospecho, hay demasiadas posibilidades de que estés embarazada-
Me llevé una mano a la boca, estupefacta, era algo imprevisto y la probabilidad de que fuera verdad, me caía como un balde de agua fría.
-Así que solo falta confirmarlo- añadió, su voz ronca y monocorde no fue capaz de pinchar mi burbuja en estado de colapso, mi mirada se perdió en el más profundo rincón de la habitación y mis tímpanos cogieron las estridentes vibraciones que daba a mi mente vueltas y vueltas veloces hasta quedar en ralentí con la palabra que conmocionó a mi ser… «Embarazo»
El primer proceso era algo asqueroso: Una prueba de orina. Y el material para llevar a cabo el estudio, era un frasco y la necesidad de la índole del organismo. El segundo podría ser fácil considerando la capacidad de cada humano… La espera. Pero yo era carente de este con el solo hecho de esperar por mucho tiempo sin buenos resultados.
Me senté en una de las sillas de la sala de espera, cruzaba la pierna entretanto mi pie elevado se estremecía en una vaivén nervioso, dentellaba las uñas, mordía mi labio inferior a milésimas de reventarse y chorrear sangre por la fuerza que ejercían mis dientes sobre el, rascaba la nuca, destocaba mi cabello, tarareaba una canción, dibujaba figurillas abstractas en mis muslos con mis cincelados dedos. Todos actos para coartar la desesperación a una respuesta concreta, que llamaron la atención de todas las personas que me rodeaban con seguramente una opinión para mi «Esta loca» o quizás «Le urge ir al baño»
-Señorita Johnson- llamó una enfermera con una tabla entre sus manos.
Me paré de golpe causando la exaltación de todos. -¡Soy yo!-
-Venga conmigo- indicó dándose la vuelta caminando, o mejor dicho danzando, por la forma en que sus pasos daban a pensar que levitaba.
Inmediatamente los cuchicheos de la gente se oyeron. -¡Sí! alégrense, ya me voy- pregoné con sarcasmo a toda la concurrencia de personas, les sonreí amargamente y seguí a la enfermera, quien mi orientó de nuevo hasta la oficina del Doctor, me abrió la puerta y la cerró a mis espaldas. Apreté los ojos y dije: -Bien… ¿Qué paso? ¿Qué dijeron los resultados?- pregunté impaciente.
-No lo sé, compruébalo tú misma-
No comprendí el sentido de sus palabras hasta ver que en su escritorio subyacía un sobre blanco con letras y logotipos correspondientes del hospital. Mis movimientos eran instantáneos, rompí el sobre en menos de diez segundos, por lo tanto mi vista ya revisaba cada letra de papel en el que solo era relevante la palabra «Positivo»
-No puedo… creerlo- farfullé con disnea, por consiguiente experimenté la sensación inicial del vértigo, me sostuve de la orilla del escritorio y me froté la frente, las ideas se me mezclaron y fueron a dar vueltas hasta marearme.
-Niña, por lo visto estas presentando uno de los síntomas más representativos- dijo auxiliándome para posarme en el asiento y evitar mi porrazo al suelo.
-Ser madre es algo que no me pasaba por la cabeza- comenté en un murmullo tirando para atrás de mi cuello en el respaldo de la silla. -Bueno… al menos no a esta edad, cuando solo falta una semana para los diecinueve- rectifiqué.
-La vida nos da grandes sorpresas-
-En eso estoy de acuerdo- coincidí.
Salí del lugar deliberando que todos mis deseos futuristas estaban en urbe, en lo altozano, uno ya estaba en marcha, el que puntualizaba hasta el final. «Lo últimos serán los primeros» ¿Quién pensaría que así ocurriera en verdad?
Me carcomía el recordar la mentira, así que para sentirme mejor conmigo misma me impuse el deber de ir a orar, para dar las gracias, y… pedir por un milagro.
La plazoleta estaba atestada de personas compartiendo energía positiva, los árboles bailaban con el soplar del céfiro, las nubes acolchaban el celeste firmamento, las aves cantoneaban y el sol abrazaba la zona, brindando un clima templado.
Crucé la calle enfrentándome a la construcción, las paredes eran de adobe y llevaban incrustaciones de azulejos coloridos, la cúpula por fuera parecía ser de la misma hechura a las paredes solo que en color amarillo y azul, y se notaba una mayor dedicación, atravesé la puerta de madera y me quedé maravillada por la edificación interior, tonos dorados, carmesíes, almendrados resaltaban, la mayoría de los muebles eran de madera, y ese era el olor principal que despedía como también el aroma de las rosas y el incienso, creo que los percibía mejor gracias a mi «Sensibilidad».
Contemplé las imágenes sagradas, las cuales destilaban un enorme pacífico efluvio. Me hinqué frente a ellas en una de las bancas, flexioné los codos y puse mi frente entre mis manos empuñadas, y cerré los ojos, las palabras fluían con naturalidad y confianza, en el fondo me sentía escuchada, y… comprendida.
-Sé que no he venido desde hace tiempo… y creo que todos mis agradecimientos se han adjuntado, como siempre estoy agradecida por estar aquí en estos momentos, por cruzar mi camino con una persona a la que amo, y de la que ahora surgió un fruto. Es algo nuevo para mí el ponerme en los pies de mi madre, de saber que ahora tendré una responsabilidad a la que me dedicaré, ella fue mí ejemplo a seguir porque me di cuenta que ofrendó su vida por darme lo mejor, por esforzarse con el sudor de su frente para que yo fuera su prioridad, por eso quiero pedirte que me ayudes, quiero encontrarla… se que me mintió, pero sin embargo no tengo nada que reprocharle, solo la deseo a mi lado, sabiendo que esta bien… te lo ruego- me percaté de que mis lágrimas ya rodaban por mis mejillas, mi voz había tomado un matiz quebrado convertido en sollozo…
-¡(tn)! ¡Ya volviste!- expresó Denise al verme entrar por la puerta.
-Sí- sonreí, pero la alegría no llego hasta el brillo de mis ojos.
-No sabes, Joseph ha estado de acá para allá preocupadísimo, de hecho ya iría a buscarte-
-¿Y donde está?-
-¡Oh! Creo que arriba, buscando las llaves del auto… es tan descuidado-
-Lo se, pero… no ha habido… ¿Noticias?-
La sonrisa de Denise se obliteró de la comisura de sus labios, su mano se deslizó por mi brazo. Frunció los labios y negó con la cabeza.
Inspiré. -Subiré a mi habitación- bajé la mirada y subí las escaleras, doblé por el pasillo, me situé encarando a la puerta y giré el picaporte de la puerta, iba a entrar pero la mano de alguien detuvo de mi brazo, me penetró dentro con un empujoncito y cerró la puerta acorralándome contra ella…